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Saber para prever

El fundamento para anticipar el porvenir colectivo reside en el cuidadoso conocimiento del pasado.

Ojo, que escribo prever, y no el inexistente preveer, que conjugan con naturalidad algunos altos cargos. Recuerdo, por ejemplo, a Marlaska y a Simón. Ambos han circulado por facultades universitarias. Lamentablemente, es un rito de paso que no representa mucha garantía.

“Saber para prever” fue la divisa de Augusto Comte. Y añadió: “Prever para poder”. Quiso decir que el verdadero avance de las naciones organizadas reside en la intensa exploración del futuro, que es la garantía para darse cuenta del mundo en el que uno vive.

El fundamento para anticipar el porvenir colectivo reside en el cuidadoso conocimiento del pasado, sobre todo el inmediato, el que corresponde a la edad contemporánea. Claro está, “la Historia se repite”, aunque solo sea porque las variaciones de la naturaleza humana son harto limitadas. Conviene registrar una enorme sima en el sistema educativo español. Da la impresión de que, últimamente, los alumnos de la enseñanza obligatoria están in albis respecto al mínimo conocimiento de la historia de España. En el mejor de los casos, esa enseñanza se sustituye por la respectiva historia regional de la comunidad, más o menos, autónoma. Además, se ve contaminada por el progresismo, que es la ideología prevalente. Es una forma dislocada de justificar el contenido de las autonomías. El coste es la destrucción del edificio educativo.

Un buen ejercicio para hacerse cargo de la historia de España (o de cualquier otro país) es acudir a la literatura memorialística. Los personajes encumbrados, al escribir sus diarios, memorias o autobiografías, son una especie de testigos privilegiados del devenir histórico. Lo malo de ese fascinante género literario es que sus autores, con frecuencia, se deslizan por el narcisismo. Es decir, escriben, sobre todo, para tener razón, para imponerla sobre sus oponentes. Nótese que el impulso de tener razón a toda costa constituye un rasgo indeleble de la mentalidad autoritaria. La cual es el denominador común de todos los regímenes políticos que han sido en España durante la época contemporánea. Incluyo la democracia actual. A pesar de todo, los narcisos inteligentes nos ayudan a entender muy bien la época por la que transitaron.

Los testimonios de la literatura memorialística siguen siendo utilísimos para reconstruir mentalmente el proceso histórico. Una pequeña ilustración. De ese modo nos percatamos de un dato sorprendente. El redescubrimiento de la institución de la Generalidad catalana, hace un siglo, fue obra de Antonio Maura, el caudillo conservador.

El gran indicador de la posición social de un individuo es el conocimiento, en sus múltiples facetas. Es una cualidad que no se suele echar en falta, pues cada uno (como el sentido común, según Descartes) cree que ya tiene la cantidad suficiente. Sin embargo, el acopio de conocimiento requiere un esfuerzo continuado, pues el grado suficiente del saber no tiene límites. Desgraciadamente, hay que introducir el valor dominante en la actual sociedad española: la resistencia al esfuerzo personal, salvo en el deporte.

La inversión más rentable, para desarrollar la economía española, sería la de centrarse, seriamente, en la enseñanza. Un efecto práctico: los niños actuales deberían darse cuenta de que, en su futuro de jóvenes y de adultos, cada uno de ellos pasará por distintas ocupaciones. Se acabó el mito de la vocación profesional para toda la vida. Por eso mismo interesa que los escolantes reciban una formación básica, genérica y variada, muy lejos del especialismo, que tanto fascina a la hueste de los actuales pedagogos a la violeta. 

Preciso es reconocer, en la España contemporánea, el fracaso secular del sistema de enseñanza, abrumado por la sucesión de tantas leyes educativas. Aunque solo fuera por esa falla, está claro que el porvenir colectivo de los españoles se presenta bastante aciago. No debemos preocuparnos solo por el dato bruto del ejército de parados que hoy habitan en nuestro suelo y cobran el subsidio correspondiente. Una buena parte de ellos debería estar reciclándose con nuevas habilidades cognitivas. Desde luego, sería conveniente que los cursos fueran intensivos y presenciales. No será mucho pedir.

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