En el preámbulo de la nueva ley de educación socialista, la Lomloe o Ley Celaá, me encuentro con el siguiente párrafo:
La responsabilidad del éxito escolar de todo el alumnado no solo recae sobre el esfuerzo del alumnado individualmente considerado [sic], sino también sobre el de sus familias, el profesorado, los centros docentes, las Administraciones educativas y, en última instancia, sobre la implicación de la sociedad en su conjunto.
No es nada nuevo que los textos legales de la administración educativa utilicen el lenguaje inclusivo, que no admite el plural genérico "todos los alumnos", a pesar de que la Real Academia Española sí lo hace. El MECD, hasta ahora, había utilizado expresiones como "todos los alumnos y alumnas" o "todas las alumnas y todos los alumnos" o "todo el alumnado", pero es la primera vez que veo escrito "el alumnado individualmente considerado" y me pregunto si esta singular expresión no será un guiño al movimiento queer, que cuestiona la propia existencia del género y que va ganando fuerza en el imaginario colectivo de este desdichado país, inmerso en una pandemia ideológica e intelectual más destructiva aún que la del covid.
Las Navidades pasadas, una amiga mía que trabaja en una universidad de Miami me contó que cuando llega un nuevo profesor y le hacen la ficha de datos personales le piden que elija los pronombres con los que quiere ser llamado.
Ante mi incredulidad, me envió el enlace en el que se encuentra la explicación de todo lo que uno quiera saber sobre los pronombres inclusivos. Mi amiga me confesó que la única incorrección política que se permite en su universidad es la negarse a rellenar los pronombres con los que quiere ser llamada.
Eso de los pronombres de género deriva de la expansión de la teoría queer en el mundo académico anglosajón. En el apartado "vida personal" de la página de Wikipedia de la pionera de la teoría queer, Judith Butler, se puede leer:
Butler es lesbiana, una persona de género no binario y opta por los pronombres she (‘ella’, del inglés) o they (cuya traducción en español se interpreta como ’elle’).
Y, por lo que se ve, ese queerismo que ya está instaurado en las universidades anglosajonas va ganando adeptos en nuestro país. Muestra de ello es lo ocurrido recientemente con el supuesto pronombre elle y la Real Academia Española. El 23 de octubre de 2020 la RAE presentó lo que ha llamado Observatorio de Palabras, un sitio de su web que incluye todas aquellas palabras que se van poniendo de moda y que, de momento, no están incluidas en su diccionario. La idea es que dichas palabras queden en espera de ser evaluadas por los académicos.
Cuatro días después de crearse el Observatorio se desató en las redes una ruidosa polémica porque se había introducido el pronombre elle, con la siguiente definición:
El pronombre elle es un recurso creado y promovido en determinados ámbitos para aludir a quienes puedan no sentirse identificados con ninguno de los dos géneros tradicionalmente existentes.
Ante la avalancha de críticas, la RAE comunicó por Twitter que retiraba del Observatorio el nuevo pronombre. El comunicado de la RAE decía así:
Debido a la confusión que ha generado la presencia de elle en el Observatorio de Palabras, se ha considerado preferible sacar esta entrada. Cuando se difunda ampliamente el funcionamiento y cometido de esta sección, se volverá a valorar.
Así que no me extrañaría mucho que la expresión "alumnado individualmente considerado" creara escuela y fuera una forma de respetar un lenguaje super inclusivo: el lenguaje no binario.