En el universo del baile flamenco España, lógicamente, ha dado grandes figuras, desde los tiempos anteriores a la guerra civil, cuando el discutido Vicente Escudero, flaco, de nariz aguileña, llegó a dictar un decálogo imprescindible de la danza. Y luego, a partir de los años 50 es cuando Antonio y Rosario se imponen como pareja, luego discuten y se independizan y él llega a ser un maestro del más clásico baile español; para terminar patéticamente en silla de ruedas, olvidado y preterido, a lo que contribuyó por celos vengativos quien era Director General de Música, Jesús Aguirre, cuando se ennovió con la Duquesa de Alba, luego su esposa. Antonio Gades fue aupado por el ex-cura venido a aristócrata, que inmortalizó sus grandes coreografías en la escena y en la pantalla, con su atlética manera de concebir el baile. Después, en tiempos más recientes, Joaquín Cortés llevó parecido estilo con su genio calé. Y saltándonos otros nombres notables, estos días se habla más que nunca de Rafael Amargo, por un asunto que lo ha llevado a las páginas de sucesos y a los telediarios, que no invalida su biografía artística. Reconocida en muchos países, en importantes escenarios. Aunque asimismo controvertida, como expondremos aquí.
Jesús Rafael García Hernández va a cumplir dentro de pocas semanas cuarenta y seis años. Edad algo elevada para un bailarín, pero él, al margen de lo que supuestamente ahora le atribuyen, ha sabido cuidarse, sin beber, sin fumar, manteniendo su peso adecuado para continuar siendo una estrella de la danza. Se ha sacrificado, sin duda. Y eso que lleva tres decenios practicando su profesión. Natural en la provincia de Granada, aparece en casi todas las biografías como nacido en Valderrubio, cerca de Fuente Vaqueros. No obstante, en la "Guía libre de Flamenco", un experto del género, José Manuel Gamboa, asegura que Rafael Amargo "vino al mundo en la misma calle que Federico García Lorca, y se crió en una pedanía de Pinos Puente". Haya dudas , o no, sobre el lugar exacto de su nacimiento, de las que no hay es sobre la magia que ha ejercido en él Federico, acerca de su baile y sus coreografías, gran parte de las cuáles inspiradas o, sencillamente, adaptadas de la obra dramática del poeta asesinado en Víznar. Pues además se cuenta que su sobrenombre artístico le viene por parte de uno de sus abuelos, Rafael, del que se decía era primo de Federico. (Ya se sabe que en Andalucía se dice mucho eso de "primo" entre gentes que se estiman). Ese abuelo recitaba un poema lorquiano, el del cante jondo, donde aparece un personaje, Rafael "el Amargo". Que a nuestro bailarín fascinaba, como todo lo que lleve acento gitano. Y entre aquel abuelo y su propia voluntad, Jesús Rafael García Hernández ha quedado para el mundo del espectáculo como Rafael Amargo. Con su cuidada barba que le otorga cierto aire de príncipe oriental, o de fakir indio.
De chico ya caracoleaba elásticamente con su cuerpo. En Granada bailaba con la compañía de la malagueña Mariquilla. Con dieciseis años se enroló en Madrid con la de Lola Flores, luego en la de Antonio, más tarde contratado por Luisillo, por La Chunga, y así, entre teatros y "tablaos" llegó a 1997 cuando se decidió a tener formación próxima, una vez que regresó de Japón, bien pagado por sus actuaciones con La China, en la sala "Flamenco", de Tokio. En la capital nipona asombró con su montaje coreográfico del drama shakesperiano Macbeth, y otro menos clásico, Sabor a tangos. Con esa variedad, ya puede entenderse que su personalidad sea ecléctica; que lo mismo es rigurosamente ortodoxo con el arte jondo de los cabales que se transforma en un bailarín moderno, que presenta montajes de danza más libres y no sujetos al ritmo flamenco, del que nunca por supuesto se aleja totalmente. En un teatro de lujo o en un "tablao" popular, que no desdeña. Lo acerca así más a su gente.
Es más que proibable que esa ductilidad del arte de Rafael Amargo le venga de las clases que recibió en Nueva York de una excepcional maestra: Marta Graham. Tiene una escuela por la que han desfilado muchos jóvenes. Y Rafael supo aprender y aprehender cuantos ejercicios pudo practicar allí. Luego, ya en España sus espectáculos han combinado coreográficamente las lecciones de Marta con la visceralidad flamenca que lleva desde siempre en su cuerpo juncal. A partir de presentarse en el año ya mencionado, 1997, en el Teatro Bellas Artes madrileño con La garra y el ángel, junto a Eva la Yerbabuena. Y hasta la fecha, en media docena de otros espectáculos, corto número pero sépase que los ha programado en largas giras por España y el extranjero. De ellos, sobresalen Poeta en Nueva York; El amor brujo (que llegó a escenificar en la cueva de Zugarramurdi, casi en la frontera vasco-francesa, donde se mantiene una legendaria leyenda de brujería); Don Quijote. Pasajero en tránsito, con la voz grabada del genial Fernando Fernán-Gómez; La difícil sencillez, para el que se inspiró en una conferencia de Federico muy celebrada, Juego y teoría del duende; así mismo un Picasso flamenco, de gran originalidad. Ha bailado el tan conocido Zorongo en el Palau de la Música de Barcelona, capital donde residió un par de años y donde también pisó con uno de sus espectáculos el mismísimo Liceo.
A los que estos días he leído que le discuten su reconocimiento fuera de nuestras fronteras, les recuerdo que Rafael Amargo ha actuado, entre otros, en estos lugares: Bolshoi, de Moscú; teatro de la Ópera Nacional de Beijing (China); Nueva York City Center, Carnegie Hall y Town Hall, ambos escenarios de la capital de los rascacielos; teatro des Champs Elysées, de París, claro está, capital donde también pasó por su célebre Casino. Y para no hacer muy extensa la lista, otros no menos importantes coliseos de Londres, Roma, Milán y algunas más ciudades europeas. Añádanse las de Hispanoamérica asimismo. Obviamos los muchos galardones recibidos, uno de ellos, en Italia, que en su día también fue a manos de Nureyev.
¿Por qué hay cronistas, críticos que le discuten, con toda la autoridad que se les otorgue, esa proyección relevante a Rafael Amargo? Creo hallar la probable razón. No le ha importado actuar en el mentado Carnegie Hall en un mismo espectáculo que Paquito D´Rivera, Bebo Valdés y Cachao, los grandes artistas de la salsa. No ha tenido resquemor en utilizar experimentos técnicos y audiovisuales y colaboraciones de actrices como Marisa Paredes y Cayetana Guillén Cuervo, recitando a Lorca. Y en el Teatro Romano de Mérida al lado de Ángela Molina. Más polémico podría ser el musical que montó en el West End londinense acerca de las aventuras de El Zorro, apoyando sus coreografías en las partituras de los Gypsi Kings y John Cameron (el de Los Miserables). La lista de sus apariciones nos lleva a sus asistencia a la gala de los premios de la música, en la plaza de toros de Las Ventas, junto a B.B. King y Raimundo Amador, muy coreados los tres por el público. O a la inauguración de un Open de Tenis en Mallorca, el feudo nativo del gran Rafael Nadal.
Rafael Amargo ha participado, muy decidido por las pasarelas, en desfiles de modas. Tal vez tendríamos que reconvenirle aquella gala en el Casino de Barcelona, sin duda muy bien retribuída, con otros artistas que mezclaron danza flamenca y break-dance, con el innecesario y muy criticado final de un strip-tease. Claro está que todo ello resultaba chocante.Y puede que también se le niegue el pan y la sal por haber colaborado en series televisivas de éxito (7 vidas, Un paso adelante, Cuéntame) y en varias películas (La leyenda de un crimen, Caminando, Tirant lo Blanc, Nine, Sweet Blood). Hasta se atrevió a situarse tras una cámara para dirigir el documental El amor amargo de Chavela, sobre la personalidad de la muy recordada cantante mexicana, nacida en Costa Rica.
Personaje como Rafael Amargo ha merecido la atención de importantes artistas de la cámara, entre ellos Annie Leibovitz. Y frecuentemente reclamado por los periodistas, con los que no siempre se ha llevado bien; algunos de ellos tras la pista de sus amores, unos ambiguos, otros escandalosos. O bien para obtener información acerca de varias de sus peleas: fue muy sonada aquella frente a su colega Antonio Canales. Incidentes los ha tenido más que otros bailarines de fuste, por motivos ridículos, como no pagar la mensualidad de un alquiler a una tal Noelia, propietaria de un piso de Barcelona, con quien convivía. Como acusaciones de machista cuando se le fue la mano con más de una mujer. Si hemos contado estos últimos párrafos ha sido, simplemente, para que este artículo no pareciera hagiográfico. Situamos a Rafael Amargo, por tanto, en su exacto punto, de artista a veces genial y otras veces aprovechándose publicitariamente de su baile y de su figura, lo que es algo que nadie debiera censurarle. Sus excesos, sí. Que han sido bastantes.
Y llegamos a la actualidad. Llevaba siete meses preparando el montaje de Yerma, que no pudo estrenar cuando fue detenido; compañía para la que contrató a Sara Vega, hermana de Paz, la actriz malagueña, y Blanca Romero, la "ex" de Cayetano Rivera. Decepción, tras tantas ilusiones y ensayos. Rafael cifraba en su espectáculo lorquiano la forma de resarcirse de sus anteriores fracasos económicos (que no artísticos). Porque en su entorno venía contándose que está medio arruinado. Un montaje de las características de los suyos, con un amplio elenco por mucho que se estreche, con los teatros ahora de aforos obligatoriamente también reducidos, precisa de una inversión elevada. Y tal vez Rafael, jugándose una partida a cara o cruz, cuando ya venía operando, al parecer, con prestamistas de baja estofa y soportando deudas que le reclamaban sus proveedores de ropa u otros artículos, y algunos embargos, tomó la equivocada solución de recurrir a una supuesta trama delictiva. Ello ha de resolverse por vía judicial y nadie tiene por qué condenarlo de antemano gratuíta e injustamente. En su día, habrá tiempo, en caso de que sea culpable, de objetárselo. Sería una lástima que esto le afectara en su arte.
Florentino, su padre, y Antonia, su madre, están a su lado. Se dice que le vienen sufragando algunos de sus gastos caseros y personales. Aquel lo ayuda como productor de la empresa que fundó su hijo, y ella, es la jefa de vestuario. Controlan la administración de la compañía.