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Rosa Belmonte

Rin Tin Tin estuvo a punto de ser muy perro

‘Mank’ tiene mucho que ver con ‘Ciudadano Kane’, pero es lo suficientemente distinta para que no te apetezca ver ‘Ciudadano Kane’.

‘Mank’ tiene mucho que ver con ‘Ciudadano Kane’, pero es lo suficientemente distinta para que no te apetezca ver ‘Ciudadano Kane’.
Mank, la nueva película de David Fincher | Archivo

El otro día me compré el libro de Pauline Kael sobre Ciudadano Kane creyendo que era un libro viejo. Y cuando me llegó el pedido de Iberlibro veo que es de septiembre de 2020. No me había enterado de la publicación de semejante joya. El libro de Ciudadano Kane (Cult Book) tiene el texto de Pauline Kael (una introducción y Rasing Kane), las objeciones a Raising Kane de Jonathan Rosenbaum, una guía para ver Ciudadano Kane (manual de instrucciones de David Thomson y conceptos básicos de Roger Ebert). Y para acabar, el guión de rodaje fechado el 16 de julio de 1940 por Herman Mankiewicz y Orson Welles. También hay cinco páginas de Gary Carey sobre las diferencias entre el guión y la película. Un libro completísimo sobre la película de Orson Welles. La película de David Fincher, que vuelve al cine después de Perdida (2014) no tiene nada que ver con esto, pero ambos artefactos son complementarios. Estrenada en cines y este viernes 4 en Netflix, Mank es un parque temático para cinéfilos y guionistas. Ahí están Mankiewitcz (Joe y Herman), Welles, Louis B. Mayer, Irving Thalberg, David O’Selznick, Hearts y Marion Davies, Ben Hetch, S.J. Perelman, George S. Kaufman, John Houseman, Charles Lederer (sobrino de Davies y guionista de Luna nueva; Ben Hetch también, pero no está acreditado).

La escritura por Herman Mankiewitz en solitario (que es lo que reivindica en su día la crítica de cine Pauline Kael para que llegue el bobo de Peter Bodganovich y diga que no, que la escribió Welles solo) es el tema que elige Jack Fincher, padre de David, para escribir un guión que está ahí desde finales de los 90. Y que tuvo muchas reescrituras. Por ejemplo, cuando Jack Fincher vio un documental sobre Irving Thalberg y Louis B. Mayer y su papel (por medio de películas de lo más fake) en que Upton Sinclair perdiera las elecciones a gobernador de California en 1934. En la película es una idea que Mankiewitcz da a Thalberg. Fincher, ya con su padre muerto, llegó a tener nueve versiones del guión. Y en 2018 encontró a Netflix, que le permitió hacerla en blanco y negro y con sonido mono.

En ese sentido hay un cierto paralelismo con la libertad artística que tuvo Orson Welles en RKO y nunca volvió a repetirse en su carrera. Esa libertad también implicaba mandar al borrachín a la par que genio Herman Mankiewitz a un rancho en el quinto pino con una pierna rota tras un accidente de coche para que escribiera el guión de Ciudadano Kane. Y allí iba de vez en cuando John Houseman, su socio en el Mercury Theatre y a quien se atribuye irse de la boca con Pauline Kael.   

Mank tiene mucho que ver con Ciudadano Kane. La estructura (el presente con Herman escribiendo el guión y los flashbacks de él en Hollywood), la fotografía (no tiene a Greg Toland pero sí a Erick Messershmidt, que había trabajado con Fincher en Mindhunter), la música (aunque tampoco tenga a Bernard Hermann pero sí a Trent Reznor). Pero es lo suficientemente distinta, más allá del homenaje a Mankiewitcz y a la propia película de Welles, para que no te apetezca ver Ciudadano Kane.

Pese al primor y al detallismo (o por eso, claro) es una película clásica. La más clásica de Fincher. Quizá demasiado explicativa a veces. Por ejemplo, cuando Mankiewitcz y Marion Davies están en el jardín de San Simenón, el casoplón de Hearts, el Xanadú de verdad, y él grita “¡Hedda, Louella! Una pausa y lo que sobra: “¿Dónde están las reinas del cotilleo cuando se las necesita?”. Marion Davies no necesita que le diga quiénes son Hedda y Louella.

Ciudadano Kane fue nominada a nueve Oscar pero sólo ganó el del guión (para Welles y Mankiewitcz). 327 páginas a las que se quitó 200. La película se retiró de los cines durante más de una década y sólo volvió cuando Hearts murió. Por medio de Louis B. Mayer, seguramente por lealtad hacia Hearts, Nicholas Schenck, que controlaba la distribución, ofreció a George J. Schaefer, presidente de RKO, una oferta: 842.000 dólares si destruía el negativo y las copias (la película había costado 686.033 dólares). No aceptó. Pero más allá de la amistad de Mayer (el dinero no era sólo suyo, era de otros magnates), la industria cinematográfica temía represalias de Hearts. Un contraataque de sus periódicos. Que empezaran a publicarse escándalos. Louella Parsons impidió el estreno en el Radio City Music Hall amenazando a los Rockefeller con escribir sobre John D. Rockefeller. La película se estrenó con dificultades y luego se retiró de la circulación hasta finales de los 50. Pero esta sería otra película.

Cuenta Kael en el libro que cuando empezó a investigar el guión de Ciudadano Kane descubrió la gran carrera de Mankiewitcz como escritor. “Unas cuarenta de las películas que mejor recuerdo de los años 1920 y 1930”. No hizo películas del Oeste y recuerda Kael que cuando un estudio trató de castigarlo por su mala conducta le encargaron un guión de Rin Tin Tin. “Presentó un guión que comenzaba con el famoso perro asustado por un ratón y llegaba a su apogeo con una casa en llamas y el perro llevando un bebé hacia las llamas”. 

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