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Carlos Blanco: "Puede haber un horizonte enormemente oscuro, el progreso nunca ha estado garantizado"

Niño prodigio, doctor en Filosofía y Teología y profesor en Comillas, Blanco dice que la covid-19 ha supuesto una "cura de humildad" para el hombre.

Niño prodigio, doctor en Filosofía y Teología y profesor en Comillas, Blanco dice que la covid-19 ha supuesto una "cura de humildad" para el hombre.
El profesor Carlos Blanco | Universidad de Comillas

El gran público supo de la existencia de Carlos Blanco (Madrid, 1986) a finales de los noventa, cuando éste, en programas como Crónicas Marcianas o Sabor a ti, siendo un crío de doce o trece años, hablaba sobre el Antiguo Egipto, los mayas, Galileo, Arquímedes o la guerra de Kosovo. Entró en la universidad a los quince. Es doctor en Filosofía, doctor en Teología y licenciado en Química. Imparte clases en la Universidad Pontificia de Comillas, habla inglés, francés, alemán, italiano y ruso, y se defiende en árabe, egipcio, copto y hebreo, y ha publicado más de veinte libros sobre, entre otros temas, la búsqueda de Dios, la Apocalíptica Judía y neurociencia.

Sabio, curioso y humilde, Blanco atiende a LD un par de días antes de que arranque la fase 0 de la llamada "desescalada". Esta entrevista de la serie "Robinsones confinados" no se publica en formato audiovisual por problemas técnicos ocurridos durante su grabación.

P: Carlos, ¿cómo va el confinamiento?

R: Bien. La verdad es que, por fortuna, no me puedo quejar, pero también estoy inquieto por todo lo que hay, con un enorme sentimiento de incertidumbre.

P: Eres profesor en la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Pontificia de Comillas. ¿Cómo ha afectado la crisis del coronavirus a tu ejercicio de la docencia?

R: Creo que, precisamente, en el ámbito universitario ha sido más fácil la adaptación. Prácticamente, todas las universidades, no sólo la mía, están migrando a plataformas online. Es cierto que ya tenía cierta experiencia, por una titulación online que ya llevamos dando varios años, y ya estaba un poco acostumbrado, aunque he de confesar que siempre me ha gustado más la clase presencial. Pero las circunstancias mandan y, desde luego, no ha sido un problema tan grave. No sólo dar clase: ahora mismo se pueden hacer tareas administrativas de la universidad por ordenador. Y luego, por supuesto, lo que es investigación, lectura, escribir artículos o libros es igual que siempre, no te afecta para nada. La mayor biblioteca del mundo la tenemos en internet. Incluso aunque uno no pueda ir a la biblioteca de la universidad, en ese sentido, no es tan grave. El problema no es tanto la universidad como aquellos sectores donde no se puede hacer teletrabajo.

P: También eres autor de varios libros. ¿Estás aprovechando el confinamiento para escribir?

R: Desde luego. Bueno, últimamente, ya se va notando y quizá la mente está un poco más confinada también, más bloqueada, no puede escapar de ciertas cosas. Pero al principio sí me vi con bastante energía. He escrito un ensayo filosófico. El título provisional es El sentido de la libertad, que es más de ética, y luego he estado escribiendo también otro ensayo sobre el concepto de integración en filosofía. Y he leído bastante, he preparado varias cosas… En ese sentido, he intentado aprovechar este tiempo. En cualquier caso, no podría haberlo evitado: siempre soy muy inquieto y no puedo estar sin hacer nada. Siempre estoy emprendiendo algún proyecto nuevo, leyendo algo distinto o escribiendo.

P: Como ciudadano, ¿qué me puedes decir de la crisis sanitaria de la covid-19?

R: Ante todo, yo no soy un experto en epidemiología. Creo que una de las lecciones más importantes de esta crisis es subrayar el papel de los que saben de un tema, del conocimiento frente a la mera opinión, y yo creo que en los últimos tiempos había un exceso de opinión. Escuchábamos todo el rato opiniones de todo el mundo: en la televisión, en los otros medios de comunicación... Ahora vamos a poder valorar el conocimiento sólido, profundo. El conocimiento de causa. Y, evidentemente, yo no sé de epidemiología. Estudié Química, pero eso no significa que sepa algo de epidemiología, más allá de lo que haya podido leer por mi cuenta. Lo que sí me parece que puede aportar, al fin y al cabo, soy profesor de Filosofía, en concreto, de Teoría del Conocimiento, es una perspectiva más amplia, más humana, más social, pero, desde luego, aquí la palabra principal la tienen que tener los científicos, que son los que realmente saben. Sin embargo, hay algunas preguntas que me surgen de todo esto: a pesar de todo el conocimiento que la Humanidad ha acumulado, también en el terreno de la epidemiología, y no sólo del conocimiento, sino de la conciencia de desafíos globales, ¿qué ha ocurrido para que no fuéramos capaces de anticiparnos a este escenario, para que nos viniera tan de improviso y para que haya afectado de una manera tan dramática a la existencia de la mayor parte de la Humanidad? ¿Qué ha ocurrido? Es la pregunta que nos tenemos que plantear. ¿Por qué pese a todo lo que sabemos y pese a la conciencia que habíamos alcanzado de ciertos desafíos globales, no hemos sido capaces de anticiparnos a esto? No es que no supiéramos cómo responder a ciertos desafíos. Hay múltiples desafíos cuya respuesta es discutida. Por ejemplo, el cambio climático: digamos que no sabemos exactamente lidiar con el cambio climático, pero somos conscientes de que eso es un problema. Pero, en el caso de esta pandemia, ni siquiera imaginábamos que fuera un riesgo real. Hubo algunas voces, ciertas conferencias han circulado por internet, algunos científicos… pero era prácticamente irrelevante, no tuvo trascendencia. Lo que como filósofo me planteo es qué ha ocurrido para que la Humanidad, que tiene tanto poder a la hora de anticiparse a ciertas realidades, de predecir, de investigar, de desarrollar el conocimiento científico, en este caso, no hayamos sido capaces de preverlo de ninguna manera. Es algo que me inquieta muchísimo.

P: ¿Marcará el coronavirus un antes y un después en la Historia de la Humanidad?

R: Es una pregunta interesante. Una lección clara que extraemos de esta crisis es, primero, la importancia absolutamente fundamental de la ciencia. De esto nos salvará la ciencia. Ahora mismo hay decenas de grupos trabajando en todo el mundo en busca de una vacuna, y esto es algo admirable: la cooperación científica. Pero otra lección es casi en negativo: tiene que ver con la cura de humildad a la que nos somete esta crisis. Muchas veces creo que teníamos la idea de que podíamos controlar el mundo, de que con la ciencia y la tecnología habíamos alcanzado un nivel de dominio sobre la realidad que, prácticamente, nos convertía en seres omnipotentes y, sin embargo, algo tan elemental, que no es ni siquiera un ser vivo, como es un virus, o, al menos, hay debate sobre si incluirlo dentro del reino de la vida o no, nos ha generado esta crisis tan absolutamente deshumanizadora y tan terrible. Entonces, esa humildad, que me parece que es esencial que tengamos a partir de ahora, también obliga a ser cautos con las previsiones. Llevaba tiempo leyendo a ciertos gurús que escriben libros, dan conferencias, "la Humanidad va hacia esto", "hacia 2040 habremos alcanzado la singularidad", y tal, y dices: "Bueno, me parece que se os había olvidado algo tan elemental". Me parece esencial: seamos humildes. No sabemos en absoluto qué se nos va a deparar. Puede haber un horizonte enormemente oscuro. El progreso no ha estado nunca garantizado y esto lo demuestra. Lo que sí creo es que una combinación de conocimiento científico y de valores, de ética, nos ayude a salir de esta crisis y a construir una sociedad mejor. Pero, evidentemente, tenemos que ser muy cautos. No me atrevo a decir nada. Hay varias posibilidades. Una posibilidad es que cuando controlemos la epidemia, e incluso podamos estar seguros de que, ante posibles rebrotes, ya tenemos un sistema bastante sofisticado de detección y de control, la vida vuelva a ser como antes. Eso es una posibilidad, ¿por qué no? Pero, yo creo que lo más plausible es que haya cambios, primero ligeros, pero que a la larga desencadenen transformaciones más profundas en la organización social y económica.

P: ¿Qué cosas habrán dejado de tener sentido cuando pase la crisis sanitaria?

R: Esta crisis, si a algo nos ha ayudado o, por lo menos, debería habernos ayudado, es a pensar en lo que realmente es importante, en lo que realmente es necesario para el ser humano, y a minimizar, no a descartar, pero sí a poner entre paréntesis cosas que antes, quizás, nos parecían muy importantes y no lo eran, que podemos vivir sin ellas. Eso nos va a forzar a reflexionar sobre qué significa ser humano, cuál es el sentido de la vida humana, qué significa tener una vida plena, cuando estamos sometidos en unas circunstancias tan excepcionales, que nos limitan, que nos impiden hacer cosas que antes creíamos esenciales.

P: ¿Habrá una nueva concepción del amor?

R: No estoy tan seguro. Yo creo que eso, al fin y al cabo, son constantes universales, vienen desde los albores de la conciencia humana. No creo que esta crisis vaya a generar un cambio tan profundo como el que aconteció con otras transformaciones históricas. Y sin embargo, pese a que la Humanidad ha cambiado tanto en sus formas de organización social, en otros aspectos, la condición humana sigue siendo muy parecida, prácticamente igual. Tanto en lo positivo como en lo negativo. Sí creo que cambiará el concepto de sociedad que tenemos. Nos replantearemos ciertos elementos de la globalización, incluso el proceso de globalización como tal. Y, quizás, valoraremos más la importancia, repito, del conocimiento científico y de la incertidumbre. Seremos más conscientes de nuestra vulnerabilidad. Una incertidumbre no sólo ante lo grande, como puede ser un cambio climático, las armas nucleares o una guerra, sino, al fin y al cabo, como criaturas biológicas, pues estamos sometidos a los mismos peligros que cualquier otro animal. El que tengamos el privilegio cósmico de la razón no significa nada.

P: ¿Habrá una nueva concepción del dinero?

R: No soy economista, no es algo que te pueda responder. Tampoco sé si los economistas lo sabrían, porque es una pregunta muy difícil. Curiosamente, para esto, tampoco me parece que el buscar precedentes históricos, series históricas o antecedentes históricos sirva de mucho. Estoy completamente en contra de esa idea de que la Historia se repite. La Historia nunca se repite. Nosotros identificamos, proyectamos ciertos patrones cuando vemos que algunos acontecimientos tienen semejanzas con otros. Pero, evidentemente, la Historia no se repite: siempre es distinto. Cuando uno mira ahora mismo, por ejemplo, lo que está ocurriendo en el mundo económico, pues hay ciertas personas que se están beneficiando enormemente de esta crisis. Uno ve la fortuna que ahora mismo tiene el fundador de Amazon, con la acción de Amazon en máximos históricos…, tanto es así, que es prácticamente el doble de rico que la cuarta persona de la lista de Forbes, Warren Buffett, me parece que es. Es decir: las diferencias entre niveles de riqueza se van a agravar. A lo mejor, con esta crisis vamos a ser más dependientes de ciertas tecnologías, y esas tecnologías se desarrollan en un lugar del mundo y por un escaso número de personas. Esa tendencia a la desigualdad es preocupante y puede incluso agravarse. Evidentemente, si además vamos a iniciar un ciclo de crisis económica más grave que el anterior, como dicen muchos expertos, pues qué respuesta demos a esa crisis hará que esas desigualdades aumenten o disminuyan. No creo que vaya a suponer una enmienda a la totalidad del sistema, pero sí va a generar un debate sobre ciertas distorsiones o elementos negativos del sistema.

P: Y con Dios, ¿qué haremos?

R: Es interesante: cuando observamos otras pandemias en la Historia de la Humanidad, o crisis no sólo sanitarias, sino de otro tipo… Estaba justamente leyendo un artículo sobre cuando, en otras etapas de la Humanidad, se pensaba que los cometas anunciaban una especie de cólera divina. Hemos avanzado bastante. El desarrollo del conocimiento científico ha sido muy importante a la hora de liberarnos de creencias, supersticiones… en el fondo, del miedo: la mejor manera de librarse del miedo es comprendiendo la realidad. Y la idea de Dios que mucha gente tiene o ha tenido históricamente es la de un ser que premia y castiga, la de un ojo omnisciente, un panóptico que contempla el mundo desde fuera y a veces nos envía un castigo… Ya ni siquiera un teólogo puede albergar esa idea, pero hay sucedáneos de esa idea que, omitiendo el concepto de Dios, en el fondo reproducen el mismo argumento: cuando alguien dice que la Tierra nos está castigando. A la Naturaleza no le importamos: hay ciclos de aparición de especies, de extinciones… A la Tierra no le importa que los humanos estén y esto no es ningún tipo de venganza por la catástrofe medioambiental que hayamos podido causar. Eso es un sucedáneo de la idea de Dios. Yo, ya lo he dicho en otras ocasiones, me mantengo agnóstico.

P: Pero sigues buscando a Dios.

R: Sigo buscando a Dios, efectivamente. Sí. No creo que las religiones deban monopolizar el concepto de Dios. Creo que se puede hacer una interpretación más filosófica, incluso más científica de la idea de Dios, que no implica esa concepción sobrenatural, sino que se puede interpretar como el límite al que puede tender la mente humana, aquello que podría concebir una mente muy superior a la nuestra. Esa es mi visión, evidentemente.

P: Y, para finalizar, ¿podrá sacar la Humanidad alguna conclusión de esta pandemia?

R: Se suele decir que una crisis como esta es una oportunidad. Yo no estoy de acuerdo: es una necesidad. Y la Historia y el ser humano, en el fondo, casi siempre nos movemos por necesidades previas. Los procesos históricos se mueven por fuerzas necesarias que nos obligan a desplazarnos en una u otra dirección. Es necesario que aprendamos algo de esto. Yo tengo, aunque a veces la realidad parezca desmentirlo, una enorme confianza en la Humanidad. Cuando uno piensa dónde estábamos hace 5.000 años y dónde estamos ahora, surge la pregunta de dónde estaremos dentro de 5.000 años. Es algo que puede llenarte de confianza y de esperanza. En ese sentido, aprenderemos más ciencia, a anticiparnos mejor, a cooperar más, entre países, disciplinas científicas, concepciones del mundo… Sí, pienso que es en el límite donde florece la creatividad humana y que cuando nos vemos sometidos a presiones tan terribles como esta, es donde más brilla la capacidad humana de superación, de inventar, de concebir más cosas.

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