El incendio de la vieja catedral de París ha provocado una conmoción inesperada, incluso en personas ajenas a lo religioso y hasta a lo cultural.
La destrucción atrae al Mal y horroriza al Bien. Si eso es verdad, podemos afirmar que el Bien, pese a los malnacidos habituales, sigue siendo mayoritario en este mundo nuestro.
Les hemos pedido a nuestros poetas una reflexión sobre el triste suceso, y esto es lo que han hecho:
MÁS QUE PIEDRA
por Monsieur de Sans-Foy
Es poco lo que piensas
en las piedras antiguas.
Quizá, por la costumbre, te santiguas
debajo de esas bóvedas inmensas,
y al ver en las alturas
la gótica mirada de esos santos
que visten armaduras
o blanden las Sagradas Escrituras,
sí notas un ligero escalofrío.
También pudiera ser que tienes frío.
Pero verlas arder,
oler cómo se quema
su casi milenario ecosistema,
como ha pasado ayer...
es algo que te puede conmover
de un modo que no esperas
por piedras tan antiguas y extranjeras.
La aguja ya ha caído.
El vidrio, la madera y el granito
se hienden bajo el fuego con el grito
de un animal herido.
La flor que los cinceles
tallaron para verse desde el Cielo
se parte sobre el suelo
pulido por diez décadas de fieles.
El dolor es real,
porque esa piedra dura
es más que arquitectura,
es más que catedral.
El dolor es real, porque esas naves,
bajo las nervaduras y arquitrabes
a los que nos tocó decir adiós,
cobijan emociones harto graves
y quién sabe si a Dios.
LA PARTE BUENA DEL INCENDIO
por Fray Josepho
El fuego en Notre Dame es algo malo
de lo que yo, Mesié, también me apeno.
No obstante, quiero ver el lado bueno
en algo que (repito) ha sido un palo.
Y el lado bueno es que el pueblo galo,
que está de progresistas más que lleno,
a un viejo error podrá ponerle freno.
¿Que cuál es el error? Se lo señalo.
Edificada en época despótica,
la catedral quemada, que era gótica,
estaba un poco a la remanguillé.
Mas cuando se rehaga y se reforme,
se va a contar ¡por fin! con el Informe
del Impacto de Género, Mesié.