Si Dios, como responsable de que haya algo en vez de nada [1], estaba condenado a muerte por algunas filosofías, se está resistiendo con uñas y dientes a la expiración. Miles de millones de personas siguen creyendo en él y obrando en su vida como si existiera. Dado que la altanería intelectual de muchos considera esa convicción como una "fe de carbonero", el debate, bien antiguo, sobre la existencia y/o la presencia de Dios en el mundo, se ha ceñido, casi exclusivamente, al ámbito científico y filosófico en el que se supone que hay sesudos razonamientos a favor o en contra de su realidad.
En este ámbito, como en el político, se ha introducido desde el siglo XIX, la tesis de que quien admite la existencia de Dios es cuando menos un bobo y que los que niegan su existencia son los inteligentes y esforzados luchadores contra la superstición heredada de las grandes religiones. Esto es, que la ciencia y el progreso obligan lógicamente a la descreencia y que sólo el atraso y el atavismo sostienen la fe en Dios. Como en política, los "progresistas" y ateos son los "buenos" y todos los demás, considerados como reaccionarios o conservadores, son malos.
Naturalmente, esto es sencillamente, una estupidez. Ha habido y, sigue habiendo, gran cantidad de científicos y filósofos relevantes que defienden o atacan la existencia de Dios. Newton, por ejemplo, dedicó la mayor parte de su vida al conocimiento, no de la realidad física, sino de la realidad divina. Einstein, por el contrario, se mostró más lejano a la idea de Dios, aunque no siempre, si bien los mejores científicos de los primeros años del siglo XX se han mostrado dubitativos al respecto.
Me hizo gracia, por compartida, la bien traída expresión "pérdida de la fe" en el libro de Federico Jiménez Losantos Memoria del Comunismo como un acontecimiento que suele tener lugar en la adolescencia y que se refiere, más que nada, a la pérdida de la fe en la Iglesia y en su jerarquía de creencias más que en la existencia misma de Dios. Esto es, una cosa es la creencia en la existencia de Dios, otra la que admite que Cristo fue Dios y todo lo que ello lleva consigo y otra, y bien distinta, la de que las Iglesias cristianas – ámbito de doctrina predominante donde vivimos -, tengan algo que ver con ambas cosas anteriores.
Dicho de otro modo, Dios iba en el paquete de la pérdida, pero apenas tenía que ver con ella porque el tema de su existencia o no nunca ha merecido a esas edades más que reflexiones retóricas y superficiales, poco sólidas, aunque eso sí, útiles para deslumbrar a los amigos y amigas incautos que habían cavilado aún menos que nosotros sobre el tema.
Para la legión de crédulos que asumen sin duda alguna que el caso Dios ha sido desestimado, digamos que incluso Bertrand Russell, uno de los filósofos ateos más ligados al desarrollo de la ciencia contemporánea, consideraba que "la cuestión de la existencia de Dios es una cuestión amplia y seria" a pesar de defender que todas las grandes religiones del mundo, entre las que, por cierto, incluyó al comunismo [2], son "mentirosas y dañinas".
Una de las grandes ventajas de los medios de comunicación es que permiten, entre himalayas de banalidades, producir grandes obras. Una de las más famosas en el tema que nos ocupa es el debate, transmitido inicialmente en directo por la BBC – en España, algo así parece imposible -, entre Bertrand Russell y el jesuita e historiador de la filosofía, Frederick J. Copleston acerca de la existencia de Dios [3].
Cincuenta años después, el 1 de enero de 1998, en la Universidad de Wisconsin, en Madison, Wisconsin, tuvo lugar un debate en recuerdo de aquel primero. En esta ocasión los contendientes fueron Antony Flew y William Lane Craig. Curiosamente, Flew defendía entonces la solidez de los argumentos del ateísmo.
Luego se han sucedido otros [4], como el que tuvo lugar en Oxford en 2012 entre el científico ateo Richard Dawkins y el arzobispo de Canterbury, Rowan William, cuyo nivel decepcionó profundamente a Gustavo Bueno que llegó a decir que se confundió totalmente el debate real sobre la cuestión, que era y es un debate filosófico, con una contraposición politizada entre ciencia y filosofía. Es más, lamentó la manera de "filosofar" de Dawkins, en su opinión, "inadmisible".
Stephen Hawking, que acaba de morir, ha participado en el debate, no siempre defendiendo las mismas tesis si bien desde el comienzo de sus publicaciones, manifestó su distanciamiento de la defensa de la existencia de un Dios Creador del mundo. De hecho, él mismo cuenta que en 1981 participó en el Vaticano en unas jornadas de estudio y asesoramiento a la Santa Sede sobre el tema y que ya entonces no consideraba la hipótesis de Dios en el proceso del llamado big bang.
Una de las peores consecuencias de las ideologías tal y como se manifiestan en nuestros días, es la eliminación de los debates en los que los hechos, las pruebas, los argumentos y conjeturas fundadas, se impongan al sectarismo simplista del eslogan y el dogma. Con la esperanza de que se reavive una sólida discusión racional, se escriben estas líneas, que perfilan algunas líneas del debate que nunca tendrá lugar ya entre el famoso astrofísico y el filósofo Antony Flew.
Elementos para un debate nunca celebrado
¿Quién - se dirán algunos - fue Antony Flew? Pues uno de los más grandes defensores del ateísmo en el mundo anglosajón que, al final de su vida, por razones científicas y filosóficas que él mismo precisó, se convirtió en uno de los más sólidos defensores de la existencia de Dios. Pasar de campeón de la descreencia a adalid de la convicción en la existencia de Dios le costó no pocas descalificaciones, alguna de ellas bien mezquinas, como la vertida por el propio Richard Dawkins, que le acusó de chochera y ancianidad.
Se ha señalado la debilidad de la posición intelectual de Dawkins al practicar la conocida falacia ad hominen que consiste en desacreditar, no los argumentos expuestos por el adversario, sino a la propia persona del adversario. En este caso, que su avanzada edad podría haber sido un motivo suficiente y comprensible para su cambio de opinión acerca del ateísmo, nada tiene que ver con su razonamiento. Pero las polémicas de Dawkins con Flew fueron muy frecuentes. Sin embargo, no se produjo ninguna confrontación explícita y pública entre ambos a pesar de su pertenencia común al medio intelectual anglosajón.
Dado que nuestro debate Flew-Hawking no se produjo nunca, recurriremos a la fijación de términos que sí se materializó en el debate de Russell-Copleston. Este último dijo al inicio de este:
Como vamos a discutir aquí la existencia de Dios, quizás sería conveniente llegar a un acuerdo provisional en cuanto a lo que entendemos por el término «Dios». Presumo que entendemos un ser personal supremo, distinto del mundo y creador del mundo. ¿Está de acuerdo, al menos provisionalmente, en aceptar esta declaración como significado de la palabra "Dios"?
Y Russell respondió:
Sí, acepto esa definición.
Ciertamente Hawking, en un libro de divulgación juvenil sobre el universo titulado La clave secreta del Universo, escrito con su hija Lucy en 2007, no menciona ni una sola vez a Dios. Tampoco al big bang. En realidad, comienza su relato del origen del universo de este modo:
Hace billones de años, había nubes de gas y polvo vagando por el espacio exterior —prosiguió—. Al principio, esas nubes estaban muy dispersas, pero con el tiempo y la ayuda de la gravedad empezaron a encoger y fueron compactándose cada vez más…
Y así continúa hasta la formación de estrellas y agujeros negros hasta desembocar en nuestro extraordinario planeta vivo. ¿Y cuál es la clave secreta de este Universo? Dicen los Hawking:
La Física.
¿Cuál fue la posición de Hawking ante este "grave y serio problema" según Russell? Atenderemos, lógicamente, a sus libros más importantes de divulgación. En el primero de ellos, La Historia del tiempo (1988), trató profusamente de Dios. Según el prologuista, nada menos que Carl Sagan, lo que dice se resume en que "intenta, como él mismo señala, comprender el pensamiento de Dios. Y esto hace que sea totalmente inesperada la conclusión de su esfuerzo, al menos hasta ahora: un universo sin un borde espacial, sin principio ni final en el tiempo, y sin lugar para un Creador."
Sin embargo, en ese mismo libro sobre el universo y las ecuaciones que lo describen proclamaba:
¿Qué es lo que insufla fuego en las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas? El método usual de la ciencia de construir un modelo matemático no puede responder a las preguntas de por qué debe haber un universo que sea descrito por el modelo. ¿Por qué atraviesa el universo por todas las dificultades de la existencia? ¿Es la teoría unificada tan convincente que ocasiona su propia existencia? 0 necesita un creador y, si es así, ¿tiene éste algún otro efecto sobre el universo? ¿Y quién lo creó a él?
Roy Abraham Varghese, amigo y prologuista del último y famoso libro de Antony Flew, Dios existe, afirma que en alguna ocasión Hawking se posicionó como teísta a la manera de Descartes. Dios ha existido, existe, pero desde que creó el mundo con sus leyes físicas, ya no se preocupa de él. Es la tesis del papirotazo necesario para poner el mundo el movimiento, pero ya está. Dicho de otro modo, Dios creó el mundo, pero no de manera arbitraria.flew
En el libro autobiográfico de 1993, Agujeros negros y pequeños universos y otros ensayos, Hawking responde a una pregunta sobre Dios de este modo: "Todo lo que mi trabajo ha demostrado es que no hay que decir que el modo en que comenzó el universo se debió a un capricho personal de Dios. Pero subsiste esta pregunta: ¿por qué se molestó el universo en existir? Si quiere, puede definir a Dios como respuesta a tal interrogante".
En su Brevísima historia del tiempo de 2005, dice así, sugiriendo la posibilidad de Dios contra el pesimismo de Wittgenstein:
Sin embargo, si descubriéramos una teoría completa, llegaría a ser comprensible en líneas generales para todos, y no sólo para unos cuantos científicos. Entonces todos, filósofos, científicos y público en general, seríamos capaces de participar en la discusión de la pregunta de por qué existimos nosotros y el universo. Si halláramos la respuesta a esto, sería el triunfo último de la razón humana, ya que entonces comprenderíamos la mente de Dios.
Al final de este libro expone su argumento anti-Creador de este modo:
El universo estaría completamente autocontenido y no afectado por nada exterior a sí mismo. No sería creado ni destruido, simplemente sería. Mientras creímos que el universo tuvo un comienzo, el papel de un Creador parecía claro, pero si el universo está realmente autocontenido, sin bordes ni fronteras, sin origen ni final, la respuesta a la pregunta "¿Cuál es el papel de un Creador?" no resulta tan obvia.
Esto es, ni Dios ni siquiera Big Bang inicial. Eternidad.
En las conferencias que estructuran el libro La Teoría del todo, de 2010, expone:
Por el contrario, la teoría cuántica de la gravedad ha abierto una nueva posibilidad. En esta, no habría ninguna frontera para el espacio-tiempo. Por consiguiente, no habría ninguna necesidad de especificar el comportamiento en la frontera. No habría singularidades en las que las leyes de la ciencia dejaran de ser válidas ni bordes del espacio-tiempo en el que hubiera que apelar a Dios…El universo sería completamente autocontenido y no estaría afectado por nada fuera del mismo. No sería ni creado ni destruido. Simplemente sería.
Y finalmente se encaró con la "irresponsabilidad" de los filósofos.
Hasta ahora, la mayoría de los científicos han estado tan ocupados con el desarrollo de nuevas teorías que describen lo que es el universo que no se han planteado la cuestión de por qué. Por el contrario, las personas cuya ocupación es preguntar por qué —los filósofos— no han sido capaces de mantenerse al tanto del avance de las teorías científicas….porque en los siglos xix y xx la ciencia se hizo demasiado técnica y matemática para los filósofos o cualesquiera otros, salvo unos pocos especialistas.
Antony Flew, al principio de acuerdo con Hawking en las consecuencias ateas de la física actual, sembraba ya entonces la duda siguiente:
Hawking también había dicho: «Se podría decir que el tiempo comenzó con el Big Bang, en el sentido de que el tiempo anterior no estaría definido». De toda esta discusión extraje la conclusión de que, incluso si llegáramos a la convicción unánime de que el universo tal como lo conocemos comenzó con el Big Bang, la física debe, pese a todo, seguir siendo radicalmente agnóstica: es físicamente imposible descubrir qué causó dicho Big Bang (en el supuesto de que haya sido causado por algo anterior).
Finalmente, como anteriormente los partidarios del modelo del estado estacionario del universo, Hawking tuvo que alinearse con los que conjeturaban "que el universo 'fluctuó cuánticamente' a la existencia 'desde la nada'. Esta 'nada' es en ciertos casos una espuma caótica de espacio-tiempo con una densidad energética fantásticamente alta. Otra sugerencia (de Hawking) es que 'el tiempo se hace cada vez más espacial' a medida que retrocedemos hacia el Big Bang".
Flew, por el contrario, siguió un camino inverso, del ateísmo al teísmo, (su Dios es el de Aristóteles) que resumió de este modo:
La ciencia en cuanto tal no puede proporcionar un argumento que demuestre la existencia de Dios. Pero los tres problemas que hemos considerado en este volumen, (Dios existe) - las leyes de la naturaleza, la vida con su organización teleológica y la existencia del universo-- solo pueden resultar explicables a la luz de una Inteligencia que da razón tanto de su propia existencia como de la del mundo. Dicho descubrimiento de lo Divino no llega por medio de experimentos y ecuaciones, sino a través de la comprensión de las estructuras que los experimentos y ecuaciones desvelan y cartografían.
Aunque Hawking sólo se centró en la cuestión del origen del Universo físico, Flew, además, se apoyaba para su cambio de postura sobre la existencia de Dios en la realidad de la vida. Así que, ¿cómo explicar el origen de la vida? Cuenta en su libro que el premio Nobel de Medicina George Wald decidió creer "lo imposible: que la vida surgió espontáneamente por azar".
Añadió que, en años posteriores, llegó a la conclusión de que una mente preexistente, a la que consideraba la matriz de la realidad física, construyó un universo físico capaz de criar seres vivos. "¿Cómo, aunque haya tantas otras opciones aparentes, estamos en un universo que posee exactamente ese peculiar conjunto de cualidades que hacen posible la vida?", se preguntó respondiéndose como Flew que "la única explicación satisfactoria del origen de esta vida «orientada hacia propósitos y autorreplicame» que vemos en la Tierra es una Mente infinitamente inteligente".
El atractivo intelectual de Flew es que trata de seguir el camino de la racionalidad y la reflexión le lleve donde le lleve. En su caso le llevó de no creer en la existencia de Dios a creer en ella, en el seno de la actitud que Platón atribuía a la filosofía socrática de seguir la argumentación hasta dónde conduzca sin prejuicios ni tabúes.
Resume su posición de esta manera:
¿Por qué creo ahora esto, después de haber expuesto y defendido el ateísmo durante más de medio siglo? La breve respuesta es la siguiente: tal es la imagen del mundo que, en mi opinión, ha emergido de la ciencia moderna. La ciencia atisba tres dimensiones de la naturaleza que apuntan hacia Dios. La primera es el hecho de que la naturaleza obedece leyes. La segunda es la dimensión de la vida, la existencia de seres organizados inteligentemente y guiados por propósitos, que surgieron de la materia. La tercera es la propia existencia de la naturaleza.
Y culmina advirtiendo a los científicos sobre sus límites:
Se podrá preguntar cómo yo, un filósofo, me atrevo a hablar de asuntos tratados por los científicos. La mejor respuesta a esto es otra pregunta. ¿Se trata aquí de ciencia o de filosofía? Cuando estudiarnos la interacción de dos cuerpos físicos -por ejemplo, dos partículas subatómicas- estamos haciendo ciencia. Cuando preguntamos cómo pueden existir esas partículas -o cualquier otra cosa física- estamos haciendo filosofía. Cuando extraemos consecuencias filosóficas de datos científicos, estamos pensando como filósofos.
Dedúcese, pues, que cuando Hawking traspasa los límites de la ciencia hace filosofía, que no ciencia.
Sé que ya es imposible un debate entre ambos, ya fallecidos. Sé que es impensable que algún medio de comunicación organice un debate entre personas de esta envergadura como el que intentó y consumó, con éxito extraordinario, la BBC entre Copleston y Russell. Pero me gustaría vivir en un país en el que tal propósito fuese posible. Necesitamos mucho más razonamientos coherentes y debatibles que consignas ciegas y fanáticas. Lo primero, contribuye a la educación y a la libertad y lo segundo, a la manipulación y a las dictaduras totalitarias.
[1] El Dios "personal", esto es, providente para cada persona, no es considerado apenas en la Física ni en la Filosofía actuales.
[2] Por qué no soy cristiano, Prefacio. Ed. Edhasa, Barcelona, 1979.
[3]Este debate fue radiado originalmente en 1948 en el Tercer Programa de la BBC. Fue publicado en Humanitas en el otoño de 1948 y luego reproducido de muchas maneras. Existen versiones libres en formato libro pdf y en YouTube traducidas al castellano. El debate no tuvo ganador, lo que confirma la seriedad y dificultad del tema, pero tuvo, al menos, altura.
[4] Agapito Maestre se refirió en Libertad Digital al libro "grandioso" que recogía otro debate-diálogo entre el entonces cardenal Ratzinger y el filósofo Jürgen Habermas sobre Dios, la religión y los fundamentos de la democracia.