Ha muerto el mejor analista político de España. La nación está de luto. Estoy delante de su cadáver. Ha muerto el último Quijote de un país a la deriva. Ha muerto rodeado de todos los suyos. Me abraza su esposa, Concha, y me susurra al oído: "¿con quién vas hablar ahora?". Los párpados se inflaman. Imposible contener el llanto. Ha muerto mi maestro: el último heterodoxo de España. Recuerdo ahora lo que me dijo en su presencia, hace más de veinte años, un amigo común: "Nunca sé lo que va a decir en antena". Tenía razón Federico. Eso asustaba a todos y hacia huir despavoridos de miedo a los "políticamente correctos", o sea, a casi toda la profesión periodística. La caverna mediática no soportaba su inteligencia. Su valentía.
Mejor vivir arrodillados ante las falsas imágenes que admitir las convicciones del sabio. El vacío que deja sitúa al pobrísimo periodismo político de España al borde del abismo. Los señores de las tinieblas del periodismo español prescindieron de su voz, de su inteligencia y de su solida prosa, una de las más limpias de la España de los últimos cincuenta años, pero nadie con criterio y con voluntad de saber dejó de interesarse por sus opiniones. ¿Quién ha dejado de llamar a César para preguntarle por la deriva de España? Salvo los cobardes y los estultos, nadie sensato ha podido dejar de hablar y pensar con César Alonso de los Ríos. Por fortuna, muchos de los que charlaban con él inmediatamente tecleaban sus columnas o reportajes. Nadie con coraje dejó de pensar un sólo día en César Alonso de los Ríos. Nadie con amor a España, a la patria común de todos los españoles, dejo un sólo instante de preguntarse antes de opinar y razonar: ¿qué diría César Alonso de los Ríos ante este acontecimiento?
Es su gran legado al periodismo político español. César Alonso de los Ríos seguirá siendo durante muchos años una vara de medir la actualidad política. La política. No hay una sola columna de César que no nos enseñara o dijera algo para orientarnos en la vida. Nada de lo que escribió fue gratuito. Todo fue necesario. Fue un clásico del análisis político, porque consiguió algo inédito en la cultura moderna de España: transformar la información, el conocimiento y la pura sabiduría en actividad intelectual para alimentar la vida del ciudadano que necesita de las ideas, o sea de "saber a qué atenerse", para vivir en comunidad política. En democracia.
Gracias, maestro, por haberme regalado tu amistad. Descansa en paz.