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Alabanza del pan y de la sabiduría popular

Los romanos acuñaron 'panis' para indicar el alimento fundamental, el símbolo de la vida.

Los romanos acuñaron 'panis' para indicar el alimento fundamental, el símbolo de la vida.
Pixabay/CC/teamLumondi

La noticia resulta tan divertida como estupefaciente. Una asociación de panaderos de Cataluña propone que la Real Academia Española (no hace falta decir "de la Lengua") elimine del idioma común el refrán "pan con pan, comida de tontos". Pero, señores panaderos, ese refrán es realmente un canto al pan como alimento superior de nuestra cultura. Es tan útil que multiplica el sabor de todo lo que se coma con él. En casa de mis padres se comía el turrón o la fruta con pan. También se decía que "uvas, pan y queso saben a beso". Advierto que mi comarca de nación se llama Tierra del Pan.

En la lengua griega fundacional la palabra pan significa "el todo, la culminación, lo completo". El prefijo pan indica "completamente". Sobre esa base, los romanos acuñaron panis para indicar el alimento fundamental, el símbolo de la vida. El cristianismo elevó esa idea a la dignidad más sagrada con la institución de la consagración en la misa. En esa ceremonia se recuerda solemnemente que el pan y el vino se han elaborado con el trabajo del hombre. En nuestro tiempo secularizado, la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura) adopta el logotipo de una espiga con este emblema: Fiat panis, esto es, "amasad el pan". Da la impresión de un símbolo religioso.

En griego magdaliá es la masa de harina y agua dispuesta para la cochura. De ahí proceden nuestras populares magdalenas. En el sánscrito primordial el sonido mag alude a lo que crece, se agranda, se transforma agradablemente. Por eso se dice en griego mageía (magia, hechicería) y magis (pancillo). La masa de las tahonas se halla emparentada con la argamasa de los albañiles o masones. Seguimos con la idea de la magia y el misterio.

La lengua castellana nos transmite algunas frases hechas en las que se contiene la exaltación del pan como alimento imprescindible. "Es más bueno que el pan", se dice de una persona intachable. "De toma pan y moja", se aplica a lo que resulta extraordinario. "Los duelos con pan son menos", revela la costumbre del ágape para contrarrestar alguna contrariedad, incluso un funeral. "Negar el pan y la sal", equivale a la mayor afrenta que se puede hacer al prójimo. "Al pan, pan; y al vino, vino" es la fórmula de la claridad expositiva. ¿Deberíamos prescindir de todos los refranes y dichos referentes al pan? ¿Sería posible un disparate así?

Puestos a censurar ciertos dichos populares, hay algunos particularmente odiosos, aunque no por ello se alejen de la verdad. Por ejemplo, "roba mucho, si es que robas, y te librarán de la horca" o "en España pasa por tonto el que no apaña". Ambos son muy útiles para entender los casos de corrupción política. O este otro de sabor machista: "Amigos, hasta que ellas quieran". Es decir, las mujeres condicionan las amistades de sus maridos. El mismo realismo es el que califica esta sentencia sobre la desigualdad: "Desde los tiempos de Adán unos calientan el horno y otros se comen el pan". Hay más: "Quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón".

Maravilla la ingenua creencia de los panaderos catalanes al pensar que la Real Academia Española puede eliminar un refrán. Según el diccionario de la RAE, los refranes son "dichos agudos y sentencioso de uso común". No solo es imposible suprimirlos, sino que merecen ser cultivados como muchas otras tradiciones y herencias culturales. Esa sí que es una valiosa memoria histórica, que, además, no paga impuestos.

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