Muchos de nuestros lectores habrán contemplado desde hace algo más de un mes a la atractiva actriz Paula Echevarría anunciándonos para la multinacional Samsung el Smart-Girl, aparato que sostiene en su mano diestra en tanto con dos dedos elevados de la izquierda muestra la señal de victoria. Pero junto a su amplia sonrisa hay un gesto que inequívocamente nos parece que es donde pretende captar, según indicaciones de quien la fotografió de tal guisa, la atención de quienes la miran: exhibe su lengua sobre los labios.
La campaña publicitaria de esa firma se exhibe en spots televisivos, vallas callejeras y otras plataformas. Los anunciantes señalan que con esa imagen de Paula Echevarría pretenden mostrar a una mujer libre, de aceptación social, que se divierte con la tecnología. Probablemente los autores de ese lanzamiento hayan tenido en cuenta algo que parece hoy muy extendido entre quienes se sirven de los llamados selfies, sobre todo jóvenes que ante la cámara sacan su lengua como signo gracioso, en vez de recurrir a la clásica sonrisa que nos pedían siempre los fotógrafos profesionales o cualquiera que tuviera una máquina fotográfica.
Cambian los tiempos, las costumbres, pero ¿también lo que se llamaba educación, urbanidad, recato, respeto? Es posible que ahora nadie de importancia alguna a exhibir la lengua en cualquier situación, sin pudor alguno. Cuando yo iba a la escuela mis maestros me hacían ver lo improcedente de ese gesto, lo mismo que nuestros padres. Ahora bien: existen otros antecedentes de lo que Paula Echevarría exhibe en la citada campaña publicitaria. Y es cuando finalizando la segunda mitad de los años 60 los Rolling Stones lanzaron un logotipo que los iba a identificar para siempre en todo el mundo; el de una lengua roja, que ya figuraría en las carpetas de todos sus discos.
Creyeron muchos que era obra de Andy Warhol cuando en realidad fue una ocurrencia del propio líder de la banda, Mick Jagger, quien de acuerdo con sus compañeros se la hizo conocer al diseñador londinense John Pascher, que a cambio de cincuenta libras esterlinas ejecutó su trabajo. Ocurrió que poco más tarde, en 1971, la portada del mítico álbum Sticky Fingers sí la diseñó Warhol, y allí también se aludía a la dichosa lengua. Desde luego Jagger era su inspirador tomándose como modelo, ya que es notoria su gran boca y sus pronunciados labios.
Aun siendo harto contemplado ese logotipo del grupo rockero británico (por cierto rediseñado por el artista Shepard Fairey en 2012, al conmemorarse el medio siglo de supervivencia de esos Cantos Rodados), hemos de recordar que la primera imagen de un personaje público mostrando su lengua afuera fue la de Albert Einstein. Con ocasión de su setenta y dos cumpleaños fue objeto de un homenaje en 1951, cuatro años antes de su muerte. En aquella velada los periodistas gráficos se hartaron de tomar instantáneas del célebre sabio, incluso a la salida del local donde había tenido lugar. Tenía un coche esperándolo a la puerta, con su esposa y un amigo en su interior, pero los fotógrafos no cesaban de disparar sus flashes, motivando el enfado de Einstein que ni a los gritos de ¡basta ya! dejaban de perturbarlo. Ya en el interior del automóvil, harto de la situación, decidió, muy enfadado y cual actitud infantil, mostrarles su lengua.
Sin embargo sólo un reportero, Arthur Sasse, logró captar ese momento. Unos días más tarde, publicada la fotografía, solicitó de éste que le proporcionara unas copias. Con el paso de los años, en infinidad de publicaciones, incluyendo enciclopedias, ha seguido apareciendo aquella imagen, que en su día provocó no pocos comentarios de quienes sostenían que no parecía serio que un científico de su relieve exhibiera ese gesto, tenido en su época como de persona maleducada, incluso obscena. Tal importancia se dio a dicho documento gráfico que el original fue subastado en los Estados Unidos en 2009, alcanzando una cifra cercana a los setenta y cinco mil dólares.
"Saca la lengua, Toribio"
Me viene a la memoria una frase ya en desuso que se repetía en el lenguaje coloquial casi a modo de refrán, allá por la mitad del pasado siglo: "Saca la lengua, Toribio". En realidad, circulaba desde mucho antes, a principios de 1900. Hay varias versiones acerca de su origen. En principio se pensaba que procedía de un reo al que iban a ahorcar, llamado Toribio, al que su verdugo, con muy dudoso sentido del humor en tales circunstancias le instaba a que sacara la lengua, señal de que ya había cumplido con su oficio, cumplida la pena capital.
Pío Baroja reflejó aquel suceso y la mentada frase. Pero luego, ésta se escuchaba por calles y plazas de toda España en boca de vendedores de unas cabezas de caucho manipuladas de tal forma que tirando de un hilo quedaba fuera la lengua del muñeco. "Saca la lengua, Toribio" quedó así más difundida aún y un letrista de frívolos cuplés la llevó al pentagrama, difundiéndose en los teatros de variedades allá por los años 20 de la pasada centuria, en boca de artistas del llamado género ínfimo, que le daban a la pieza un aire decididamente pícaro y hasta erótico.
Ni que decir que ese gesto de mostrar la lengua ha sido hartamente reproducido en el cine con las intenciones que pueden suponerse. A la lengua, como órgano imprescindible para hablar, se la ha adjetivado como viperina, cuando quien la utiliza lo hace con intenciones rayanas con el insulto y la ofensa. No lo ha sido en nuestro caso, aun contado lo anterior por escrito.