El ovillejo es una estrofa curiosa. Su nombre proviene de ovillo (del latín globellus, diminutivo de globus, ‘bola’), quizá por su estructura trabada y circular, que consiste en tres preguntas iniciales, en versos octosílabos, cada una con su respuesta en un versito más corto, a modo de eco, y luego, como remate, una redondilla cuyo último verso es la unión de los tres versos cortitos del principio. O sea, una filigrana métrico-retórica.
Los primeros ovillejos de la literatura española aparecen en el capítulo 27 de la primera parte de El Quijote. Cervantes los pone en boca del despechado Cardenio, y su tema es el amor o, más propiamente, el desamor. Esta rara estrofa es sin duda un reto de ingenio y habilidad, y ha sido utilizada, en su forma cervantina o con diversas variantes, entre otros poetas, por José Zorrilla y por Miguel de Unamuno.
Pues bien, salvando las distancias, Monsieur de Sans-Foy y Fray Josepho van a usar el ovillejo hoy para esta segunda entrega agosteña de Insultar con Medida. En esta ocasión se van a tachar de tacaños.
A ver qué les parece.
FRAY PUÑO PRIETO
por Monsieur de Sans-Foy
–¿Qué te pudre y te emponzoña?
–¡Roña!
–¿Qué es tu máxima delicia?
–¡Codicia!
–¿Quién te dota de materia?
–¡Miseria!
Nunca tuvo Celtiberia
otro fraile más tacaño,
pues te cortaron el paño
Roña, Codicia y Miseria.
TIÑA PROVERBIAL
por Fray Josepho
–¿Cómo es Sanfuá, el bilbaíno?
–¡Mezquino!
–¿Qué más es, este elemento?
–¡Avariento!
–¿Y qué otra cosa, por fin?
–¡Ruin!
Si hay que invitar, está sin,
y si hay que pagar, ausente,
porque es extremadamente
mezquino, avariento y ruin.