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Iñaki Arteta

La puta

La descripción del fenómeno de ETA hecha por el responsable de una exposición titulada “1989. Tras las conversaciones de Argel. Delirio y tregua” enmarcada en los actos de San Sebastián 2016 le hace a uno removerse en la silla.

Tras tomar el poder en 1933, Hitler creó el ministerio de ilustración pública y propaganda encabezado por Joseph Goebbels. La meta del ministerio era asegurar que el mensaje nazi fuera comunicado con éxito a través del arte, la música, el teatro, las películas, los libros, la radio, los materiales educativos y la prensa.

La propaganda intenta forzar una doctrina sobre la gente, opera sobre el público general desde el punto de vista de una idea y los prepara para la victoria de esta idea,

escribió Hitler en su libro Mein Kampf.

La propaganda nazi recordaba a los alemanes que la lucha era contra los enemigos extranjeros y la subversión judía. Durante los períodos que precedían a la adopción de medidas ejecutivas contra los judíos, las campañas de propaganda creaban un ambiente tolerante con el uso de la violencia. La propaganda también fomentaba la pasividad y la aceptación de las medidas propuestas contra los judíos por el gobierno nazi que eran presentadas como necesarias para el orden social.

La descripción del fenómeno de ETA hecha por el responsable de una exposición titulada "1989. Tras las conversaciones de Argel. Delirio y tregua" enmarcada en los actos de San Sebastián 2016 le hace a uno removerse en la silla:

El exorcismo cultural de ETA, tal como han bautizado algunos medios la revisión de un período histórico marcado por la actividad terrorista, requiere descomponer la violencia y alejarse del binarismo que ha impedido todo intento de reflexión acerca de este fenómeno, a la vez, político, militar y cultural.

Un artista tiene todo el derecho a expresar su particular opinión, a enfocar a su manera cualquier hecho o una época, a dar forma a su personal discurso o a adoptar la perspectiva que le venga en gana respecto a lo que estime oportuno, por supuesto. Los demás también, claro. Habrá que admitir que cualquier otra opinión diferente a la del artista está a la misma distancia de la libertad de expresión que la suya. La distancia moral sí que puede ser muy diferente. Seguramente resulte aventurado juzgar los comentarios aludidos y encasillarlos tras su primera lectura (yo he tenido que leerlos varias veces). También puede ser exagerado asimilarlos como propaganda. Quitémosle malas intenciones o resabiadas búsquedas de complot y como destilado nos quedará una más de esas apreciaciones que a tantos les reafirmará en su idea de lo que aquí pasó y a otros nos pone en alerta. Muchos no encontrarán nada escandaloso en el texto puesto que el estilo de esas expresiones ya forma parte del paisaje dialéctico-coloquial habitual en la sociedad vasca.

Ya lo dijo el filósofo Aldous Huxley,

una verdad que no interesa puede ser eclipsada por una falsedad emocionante.

Quizás sea casualidad que los términos utilizados en la presentación encajen más con la enrevesada retórica nacionalista y ultranacionalista utilizada tradicionalmente para definir "el fenómeno" que con otra cosa. Deduzco que sería de una tremenda incorrección política (incluso una provocación) y alejada de los que tanto se preocupan (ahora) por las cosas de la paz una definición del fenómeno de ETA como, por ejemplo: un fenómeno a la vez, totalitario, exterminador y etnicista.

Lo que me cuesta imaginar es a un artista definiendo, por ejemplo, a la extrema derecha en Euskadi en los años 70-80 como un fenómeno político, militar y cultural o preocupado por sus exorcismos culturales o empeñado en alejarse del binarismo que ha impedido la reflexión adecuada sobre el fenómeno. No sé qué pensaríamos de alguien que comisariara esa exposición.

Puestos a comprender el asunto, en realidad ETA ha sido un fenómeno político. Tanto como lo fueron el Tercer Reich y el estalinismo, que también fueron a la vez fenómenos culturales y militares. Sobre todo militares, ya que las armas siempre han sido la mejor forma de hacer asimilar ciertas políticas y culturas. Visto así, el asunto puede tener un pase.

Lo del "binarismo que ha impedido la reflexión sobre el fenómeno", ya me parece un poco peor, si es que se refiere, como parece, a la existencia de dos bandos enfrentados. Este concepto se enmarca descaradamente en la teoría del conflicto tan cacareada mañana, tarde y noche (precisamente) por los que avivaron la llama del odio en "este período histórico marcado por la actividad terrorista".

Volvamos a la propaganda: siempre hace efecto. El reparto de la culpa y las justificaciones históricas favorables a la existencia de ETA son parte de esa propaganda. En este caso y por ser benevolentes, sólo un gramito, pero así es la propaganda: gramo a gramo, pero todos los días un poco.

San Sebastián, la ciudad con más número de asesinatos cometidos en sus calles por ETA (94 personas); Gipuzkoa, la provincia en la que más ha asesinado la banda terrorista (324 personas), en la que nacieron más de la mitad de sus militantes y en la que su brazo político ha gobernado durante años….¿esto no da para más reflexión?

Es como si viviéramos rodeados de gente que ha visto otra película o no hubiera visto ninguna. En manos de quién esté, dice Juan Marsé, la memoria es la puta.

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