Más allá del politiqués
Eso del politiqués empezó por una broma, pero es algo que empieza a cansar.
Eso del politiqués empezó por una broma, pero es algo que empieza a cansar. Los caprichos nacionalistas han calado en la población. No solo en Cataluña, en toda España ya se dice "Estado" para no aludir a la ominosa España. La confusión es babélica. El otro día oí a un alto funcionario de la Generalidad de Cataluña que hablaba de establecer no sé qué protocolos en "todos los ámbitos territoriales del Estado". Creí entender que se refería a “todas las provincias españolas”. Habría bastado “las provincias”; no van a ser extranjeras. Lo de los “protocolos” empieza a ser fatigoso. Cualquier día el churrero de mi pueblo establece un protocolo para hacer los pedidos de antemano: cuántos churros o cuántas porras.
El politiqués no consiste solo en repetir los caprichos de las nuevas denominaciones. Se aferra a nuevas palabras de moda. Por ejemplo, empatía. Alguien ha descubierto que es la cualidad especial de los políticos. Pues nada, todos a la búsqueda de la empatía, sin saber muy bien qué significa la condenada palabreja.
Coral Morera me indica que va a más el capricho de la llamada corrección política a propósito del odioso juego de "ciudadanas, ciudadanos". Para evitar las incómodas repeticiones, ahora se buscan palabras neutras. Por ejemplo, estudiantes en lugar de "alumnos/alumnas", o integrantes en lugar del horrísono "miembros/miembras". Añado más casos. En lugar de "padres/madres" se recurre a progenitores. El problema surge cuando el hijo o hija ha sido adoptado o adoptada. Sería absurdo hablar de "progenitores adoptivos".
El politiqués no es solo un vocabulario caprichoso sino una forma de razonar que puede resultar oscura. A. Rodríguez destripa la frase de uno de los implicados en los ERE fraudulentos de Andalucía: "Los ERE no eran un sistema para ocultar nada". Apostilla mi puntilloso corresponsal: "Ergo eran un sistema para ocultar algo". Entiendo que no hay que hilar tan fino. En la lógica del habla, en español toleramos perfectamente que dos negaciones no den una afirmación. La doble negación sirve para resaltarla todavía más. Pero, en fin, todo eso es discutible.
José Luis García-Valdecantos apunta, minucioso, que la famosa frase de Churchill, "sangre, sudor y lágrimas", no es la única que ha sido tergiversada por la Historia. Por ejemplo, la célebre triada "libertad, igualdad, fraternidad" de la Revolución Francesa fue realmente “libertad, igualdad, propiedad”. O también, la maldición primordial de “parirás con dolor” de Génesis (dirigida a Eva) es solo la primera parte. La frase completa es: “Parirás con dolor y buscarás afanosamente a tu marido, el cual te dominará”. Eso se escribió unos 4.000 años antes de que apareciera el feminismo. Pero no hay por qué censurar el Génesis. Ya de paso, añado que la frase entera de Churchill fue “sangre, sudor, lágrimas y brega” (toil en inglés). ¿Por qué hemos eliminado la cuarta virtud?
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