Esta seccioncilla no habría durado varios lustros de no haber contado con la colaboración de los lectores ilustrados, curiosos, contumaces. Vuelvo a ellos una y otra vez, porque son una fuente de conocimiento. Algunos, los más avezados, empezaron a asomarse a estas páginas virtuales como estudiantes y ya son doctores. Mucho he aprendido de ellos, especialmente cuando me corrigen. Con algunos, de tanto argumentar, he hecho verdadera amistad. Es un signo de nuestro tiempo, las amistades que empiezan a través de la internet. En esos casos, el punto de inflexión se establece cuando los interlocutores deciden que tienen que verse. Es la famosa quedada o kdd, en el lenguaje apocopado de los mensajitos. Suele ser emocionante.
Juan Díaz López-Canti recuerda el baremo que hace Hannah Arendt para calibrar los movimientos totalitarios: "Identifican el partido con el Estado, la ideología propia con la nación, el líder con el pueblo, el adversario como enemigo, la política por encima de la justicia. Añaden una reconstrucción caprichosa de la Historia". Está clara la tesis de don Juan: el nacionalismo catalán es hoy un movimiento totalitario. Añado que Podemos también lo es, aunque su ideología nos parezca todavía embrionaria. Estamos rodeados.
Julián Plana, experto en propaganda política, me envía un antiguo cartel electoral del PSOE con esta leyenda: "Pelea por lo que quieres". Aparece el rostro de Rubalcaba con el puño en la forma de manejar un estilete. Así que la discusión sobre la voz estilete no era tan académica como parecía.
Más precisiones. A. Rodríguez certifica que "catástrofe humanitaria sería la constraconcordialización del pleno de la disputambre". Algo así.
Juan José García Palacios reflexiona sobre la expresión "vale la pena" o "merece la pena". Su crítica es que se dice sin ton ni son, aunque no haya por medio ningún esfuerzo ni pena. Añado que quizá se pueda encontrar aquí un hálito de la ética cristiana, al considerar que todo lo bueno merece algún tipo de sacrificio o trabajo. La expresión equivalente en inglés es worth while, algo así como "vale mientras tanto", mucho más relativista o escéptica.
Juan J. Carballal e Isidro Prieto han encontrado el equivalente castellano de "per baixar, tots el sants hi ajudan". Se dice: "Para subir las cuestas quiero mi burro, que las cuestas abajo yo me las subo". Queda confirmado, la sabiduría popular en todas partes es la misma. Se confirma lo de Unamuno. "Todos los trajes típicos se parecen". A propósito, otro unamuniano, Jesús Laínz, me envía esta frase del bilbaíno de Salamanca: "El galleguismo es como uno de esos trajes regionales, que cuando van desapareciendo o cuando han desaparecido los visten los señoritos en Carnavales". Donde dice "galleguismo” se puede poner cualquier otra forma de nacionalismo.
Javier de Arvizu vuelve a la vieja polémica de si se debe decir "castellano" o "español". La he tratado incontables veces. ¿Tanto cuesta admitir que se puede decir de cualquiera de las dos formas? Todo depende del contexto. Regla práctica: dentro de España, prefiero "castellano", porque hay otras lenguas españolas, incluso más antiguas. Para el mundo entero es mejor decir "español", aunque España sea un territorio pequeño de los hispanohablantes. ¿Entendido?