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Érase una vez, enero de 1997

Beetlebum y la guerra Blur-Oasis

La canción "Beetlebum" (pobre escarabajo) huía del Brit-pop y miraba hacia el futuro.

La canción "Beetlebum" (pobre escarabajo) huía del Brit-pop y miraba hacia el futuro.
Alex James, Dave Rowntree, Graham Coxon y Damon Albarn

Los días pasaban a cámara lenta, tan intensos como melancólicos, allá por enero de 1997. Al menos, esa parecía la sensación para los adolescentes que recordaban, ya con nostalgia, la época dorada del britpop. Lo curioso del tema es que, contra todo pronóstico, la banda sonora de aquel cambio venía de la mano de una de las bandas más representativas de aquel movimiento: los Blur de Damon Albarn. Una banda que, coincidiendo con la entrada de febrero, colocaba en lo más alto de las listas británicas el primer sencillo extraído de su cuarto trabajo de estudio. "Beetlebum" fue un single de presentación inusual, lento y profundo, y que significaba un paso de gigante en la evolución de la banda. Arrancaba un tiempo de sonidos diferentes, desmarcados de alegres estribillos y actitudes positivas. La canción, que realmente hacía referencia a los problemas con la heroína por los que pasaba Justine Frischmann (pareja de Albarn y frontwoman de la banda Elastica, pronto fue interpretada como un ataque verbal a los archienemigos de Blur, los hermanos Gallagher de la banda Oasis.

La idea nacía del propio título del tema, "Beetlebum", algo así como "pobre escarabajo", que algunas voces identificaron con la excesiva veneración de Liam y Noel Gallagher por The Beatles. De poco servían las explicaciones posteriores del autor del tema, que se desmarcaban de aquella teoría: y es que, por aquellos días de 1997, la guerra entre ambas formaciones había llenado ya muchas portadas de las principales publicaciones musicales. El conflicto había comenzado con el propio surgimiento de Oasis, banda que encarnaba el espíritu obrero y rebelde de una Manchester cambiante, y que la prensa pronto convirtió en la réplica al pop-rock británico de clase media que, según ellos, representaba Blur. La insistencia de los medios y de sus propias compañías discográficas hizo mella tanto en los músicos (que empezaron a tirarse pullas de lo más variopinto) como en las crecientes legiones de fans, que comenzaron a dividirse entre aquellos dos grupos de chavales y sus dos excelentes trabajos por aquellos días. La banda de Albarn, Coxon y compañía editaba "Parklife" al hilo del debut de los Gallagher con su "Definitely Maybe". La batalla musical estaba servida y su siguiente capítulo fue el más sonado.

La chispa definitiva estalló en el verano de 1995. Oasis sacó al mercado su single "Some Might Say", primer adelanto de lo que sería su siguiente álbum, y logró el número uno de las listas británicas. En plena euforia (y en medio de una fiesta, todo hay que decirlo), Liam Gallagher aborda a Albarn y comienza a gritarle "¡Número uno, número uno!"… y el de Blur decide cual será su próximo movimiento. Albarn decide adelantar el lanzamiento de su próximo sencillo al mismo día en el que la banda rival haría lo propio. Así las cosas, se comienza a promocionar la célebre "batalla del britpop". El 14 de agosto de 1995 salieron a la venta los temas "Roll With It" y "Country House", las armas elegidas por Oasis y Blur para combatir por el primer puesto de las listas, y por el territorio musical de Gran Bretaña. La batalla la ganó Blur, con un total de 274.000 copias vendidas, respecto a las 216.000 de sus rivales. Aunque la alegría les duraba más bien poco, ya que cuando salían a la venta los discos que contenían aquellos singles, el "(What’s The Story) Morning Glory?" De los de Manchester se comía al "The Great Escape" de Blur, tanto en Gran Bretaña como en el resto del mundo.

En los dos años siguientes –llegando a la época de publicación de "Beetlebum"- ocurrieron varias cosas: los Gallagher se fueron autodestruyendo musicalmente, atascándose en repetir algunos sonidos de sus dos primeros (y magníficos) trabajos, mientras que Albarn y compañía decidieron huir de toda aquella escena musical. No podían haber elegido mejor momento, en un año que vería el alumbramiento del OK Computer de Radiohead. Un disco que, junto con el rompedor Blur (1997) cortaba el cordón umbilical del britpop y se sumergía en un terreno sonoro inexplorado. A partir de entonces, Blur tomaba una vez más la delantera, apuntándose el último tanto en la batalla mediática y musical que había tenido separado al público de los noventa: Blur Vs. Oasis.

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