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Polonia: la cuarta partición

70º aniversario del fin de la ocupación nazi que dejó a Polonia bajo "la bota comunista". Sólo 20 años duró su independencia.

Entre 1772, 1793 y 1795 Polonia dejó de existir, dividida entre Austria, Prusia y Rusia. Habiendo alcanzado una enorme importancia en el concierto europeo que quedó reflejada en la Unión de Lublín con Lituania en 1569 y en su extensión territorial desde el Mar Báltico hasta el curso inferior del río Dniester, el egoísmo de su clase nobiliaria, la incapacidad de su clase política, el liberum veto de sus parlamentarios, y la fragilidad de su monarquía electiva, determinó la pérdida de extensísimos territorios en 1772 y 1793 (511.000 Km2) a favor de sus vecinos imperiales y su disolución final con la pérdida de 215.000 Km2 adicionales.

La independencia recuperada al final de la I Guerra Mundial con la derrota y desaparición de los tres Imperios ocupantes (Tratados de Brest-Litovsk, 1918, para Rusia, ya soviética; Versalles, 1919, para Alemania; St. Germain y Trianon, 1919 y 1920, para Austria y Hungría, respectivamente; y Riga, 1921, otra vez la Unión Soviética) permitió que Polonia, esta vez como república, recuperase su soberanía y una quinta parte de los territorios perdidos en las tres primeras particiones.

Pero fue solo un espejismo. Veinte años más tarde Polonia dejó de existir una vez más como estado soberano. Ganando por la mano a los francobritánicos que desde abril de 1939 buscaban un acuerdo con los rusos para proteger a Polonia caso de que fuera atacada por Alemania, Hitler y Stalin acordaron el criminal Pacto Germano Soviético (23 de agosto de 1939) para el reparto de la Europa Oriental. Así, el 1 de septiembre de 1939, la Wehrmacht invadió Polonia.

The German Federal Archive/ Tanque soviético desfilando ante una columna alemana.

El Grupo de Ejércitos Norte (Von Bock) desde Prusia Oriental y Pomerania, y el Grupo de Ejércitos Sur (Von Rundstedt) desde Silesia, Moravia y Eslovaquia, hicieron una pinza encerrando a los Ejércitos polacos de Pomerania, Modlin y Poznan (al norte) y Lodz, Cracovia y Carpatia (al sur), y convergieron en Varsovia, sobre el Vístula. Una segunda y más amplia pinza con los Ejércitos Tercero (Von Küchler) al norte y Decimocuarto (List) al sur que convergieron en Brest-Litovsk sobre el Bug aniquiló a los restos del Ejército Polaco y entró en contacto con el Ejército Rojo que, según lo acordado por los genocidas nazi y soviético, comenzó su invasión el 17 de septiembre de 1939 apuñalando a Polonia por la espalda.

General Tadeusz Kutrzeba (1886-1947)

Cierto es que los polacos, no pequeño enemigo pues había derrotado al Ejército Rojo en la guerra de 1919-1921, resistieron tenazmente e hicieron gala de un heroísmo a veces suicida (los ulanos de la Brigada Podolska cargaron contra los Panzers en la batalla del Bzura, después de causarles 1.500 muertos a su infantería); el Ejército de Poznan (Kutrzeba) contraatacó hacia el sur en una maniobra inesperada que puso en serios aprietos al Octavo Ejército alemán (Blaskowitz), que se vio obligado a pedir ayuda; el Ejército de Cracovia (Szylling) hizo retroceder a los alemanes en la batalla de Mokra, causándoles 800 muertos antes de retirarse ante el peligro de envolvimiento, etc. Pero la guerra estaba perdida desde antes de empezar. El ataque alemán (un total de 54 Divisiones) se basaba en movimientos rápidos y envolventes, encabezados por Panzers (6 Divisiones) y seguidos de infantería motorizada (10 Divisiones) lo que dio lugar al término Blitzkrieg, guerra relámpago facilitada por las amplias planicies polacas. Y añadiendo el terror que producían los ataques aéreos indiscriminados mediante bombardeos en picado con Stukas que destruyeron en tierra los aviones polacos y las ciudades (Varsovia, Lodz, Cracovia) sin consideración ninguna a la población civil. Era la guerra total como instrumento de la agresión y de la lesa humanidad.

Desde el punto de vista estratégico Polonia no tenía opción. Tenía 30 divisiones, ninguna de ellas acorazada, con escasos carros de combate que utilizaba de forma dispersa. No cabía defensa en profundidad pues se partía de una línea fronteriza circular y la retirada hacia el Vístula, el San y, más allá, el Bug Occidental suponía perder las minas de la Alta Silesia y las zonas industriales de la Gran Polonia, además de caer en manos de los rusos. Concentrar el Ejército de Pomerania (Bornowtsky) en el Corredor de Danzig para defender territorio era una invitación a ser atacado desde el este (Prusia Oriental) y el oeste (Pomerania alemana). Se perdió el Corredor, Finalmente, los diferentes Ejércitos, cercados, capitularon entre el 17 de septiembre y el 10 de octubre.

Entre tanto franceses y británicos, que habían pactado garantizar 
la independencia de Polonia, permanecieron inmóviles, sin atacar a Alemania abriendo el frente occidental que habían prometido, única forma en que podrían asistir a Polonia pues no podían enviar socorros por vía marítima. Para la opinión pública francobritánica, como meses antes los Sudetes y Checoslovaquia, el Corredor de Danzig y Polonia caían muy lejos. Las bajas del Ejército polaco fueron enormes: en dos semanas de combate 70.000 muertos y 700.000 prisioneros. Los invasores alemanes tuvieron 15.000 muertos. El Ejército Rojo sufrió 1.500 muertos. El Gobierno polaco, el Alto Mando y 80.000 soldados pudieron escapar a través de la entonces fronteriza Rumania para embarcar en el puerto de Constanza y dirigirse al exilio en el Reino Unido o en Francia.

Polonia quedó suprimida incluso en el nombre, porque los alemanes consideraban que parte de esa tierra había sido suya hasta que fueron privados de ella por el Tratado de Versalles. Así, incorporaron a la administración alemana las regiones recuperadas, denominándolas Posnania (luego Wartheland) y Prusia Occidental (luego Danzig-Prusia Occidental). Al resto lo denominaron Gobierno General. Los soviéticos justificaron su invasión por la desmembración del estado polaco y la necesidad de proteger a las minorías rusas de Bielorrusia y Ucrania. De esta forma arrebataron a Polonia los territorios que los polacos habían recuperado por el Tratado de Riga, la Polesia y la Volinia, al norte y al sur de las marismas del Pripet, respectivamente; y fijaron la nueva frontera en la Línea Curzon, que atribuía además a la Unión Soviética la Galitzia Oriental.

La cuarta partición

Pero la cuarta partición no solo destruyó el estado polaco y produjo la confiscación de las viviendas y las tierras para asentar en ellas a colonos alemanes. La sociedad polaca fue también físicamente aniquilada. Como relata Deighton los alemanes asesinaron sistemáticamente a profesores, médicos, eclesiásticos, terratenientes, funcionarios locales, aristócratas. Para el jefe de las SS, el psicópata Heydrich (que a su vez sería asesinado en Praga en 1942 por resistentes checos cuando era Reichsprotektor de Bohemia y Moravia) los niños polacos no deberían aprender a escribir y no deberían saber contar por encima de 500. Había que conseguir una mano de obra barata. La intelligentsia, la intelectualidad, debía desaparecer. Los Einsatzgruppen -batallones de exterminio de composición mixta (SS, Gestapo, Ordnungspolizei y milicias locales alemanas y ucranianas)- se encargaron de ello. En el primer año de la ocupación 60.000 civiles polacos fueron fusilados y sus cuerpos enterrados en fosas comunes, en el bosque de Kampino, en Skarzysko-Kamienna, en Radom, en Bromberg, etc.

Bombardeo del Castillo Real de Varsovia

Sólo había algo peor que ser polaco: ser judío polaco. Nada más entrar un Einsatzgruppe en la Alta Silesia oriental, el 8.9.1939 sus integrantes incendiaron una sinagoga en Bedzin, con 200 personas dentro, abrasándolas o disparando contra los que pretendían salvarse de las llamas. Luego, a partir de 1942 se erigieron en Polonia los mayores campos de exterminio (Auschwitz-Birkenau, Maidanek, Treblinka, Sobibor, Chelmno, Belzec) donde murieron gaseados tres millones de judíos, la mayor parte de ellos polacos.

Algunos altos oficiales alemanes (el Almirante Canaris, los Generales Blaskowitz, Von Bock, Reichenau, Von Küchler) protestaron por aquellas masacres; pero fueron invitados a cuidarse de sus propios asuntos; y se les privó de jurisdicción sobre los Einsatzgruppen (a pesar de que actuaban en zona militar); los SS y miembros de la Gestapo que habían sido condenados, incluso a penas de cárcel inferiores a un año, fueron amnistiados.

Por su parte, la NKVD o policía política soviética, que actuaba con unidades uniformadas en la retaguardia del Ejército Rojo, no necesitaba maestros en asesinatos masivos. Los 300 prisioneros polacos capturados tras la batalla de Grodno fueron fusilados sin contemplaciones, como lo fueron los 500 que se rindieron en la batalla de Szack. Por distintas razones (los nazis exterminaban a los polacos por la raza; los soviéticos por la clase) la NKVD deportó y asesinó a todo polaco que pudiera ser tachado de contrarrevolucionario, burgués, saboteador, reaccionario, capitalista, explotador, enemigo de la clase obrera, etc. Por lo que ser párroco, catedrático, funcionario, miembro de una comunidad religiosa, banquero, hostelero, terrateniente, industrial, o economista era un título seguro para ser deportado a Siberia (hacinado en vagones de ganado) o asesinado. Más de 600.000 polacos sufrieron la muerte en las deportaciones de los dos primeros años. De forma más selectiva, 20.000 líderes intelectuales (médicos, profesores, académicos, artistas, poetas) y oficiales del Ejército Polaco capturados tras la invasión, o entregados por los alemanes, fueron encarcelados en las prisiones de Kozelsk, Ostashkov y Starobielsk; y en mayo de 1940 todos ellos fueron trasladados al bosque de Katyn, cerca de Smolensko (420 Km al oeste de Moscú), donde fueron asesinados mediante un tiro en la nuca y arrojados a fosas comunes.

Masacre de Katyn

El 22 de junio de 1941 la Wehrmacht lanzó la operación Barbarossa para conquistar Rusia, en la errónea creencia de que, como dijo Hitler, "La Unión Soviética es un edificio podrido; dad una patada a la puerta y se derrumbará". No fue así y, menos de 4 años más tarde y después que quedaran 4 millones de soldados alemanes muertos y prisioneros, el Ejército Rojo no solo había reconquistado todo el solar patrio sino que el 31 de enero de 1945 (ahora se cumplirán 70 años) el Primer Frente Bielorruso (Zhukov) y el Primer Frente Ucraniano (Koniev) llegaban a la ribera derecha del Oder, más al oeste de las fronteras polacas anteriores a la guerra. La línea Oder-Neisse quedaba como definitiva frontera occidental de Polonia.

Terminaba así, teóricamente, la Cuarta Partición. Polonia perdía los territorios al este de la Línea Curzon (135.000 Km2) pero ganaba la Ciudad Libre de Danzig (cuyo bombardeo por el acorazado Schleswig-Holstein ¡en una visita de cortesía! fue el primer acto de agresión alemana), la mitad sur de la Prusia Oriental (las provincias de Warmia y Mazuria), y ambas Silesia y Pomerania (110.000 Km2), ninguna de las cuales había sido polaca desde el siglo XIII. También ganó el puerto de Stettin, al otro lado del Oder. Pero esas ganancias se obtuvieron a instancias del sanguinario Stalin, que pudo deportar allí a los 2 millones de polacos que sobrevivían en los territorios bielorrusos y ucranianos arrebatados a Polonia.

El 31 de enero de 1945 se levantó la bota nazi. Pero quedó la bota comunista, a través de dirigentes polacos (Bierut, Gomulka, Gierek, Jaruzelski), con sus secuelas de nuevas deportaciones, nuevas matanzas de judíos, asesinato o desaparición de opositores, represión sangrienta de manifestaciones (Poznan, 1956; Gdansk, Gdynia, 1970, Ursus, Radom, 1976), etc. Polonia tuvo que esperar cuarenta y cinco años más hasta que un sindicalista católico (Walesa) y un Papa polaco (Woytila) encabezaran su regreso a la libertad. Boże, coś Polskę.

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