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Amando de Miguel

Palabras muy problemáticas

Me parece una historia magnífica. Habría que contársela al papa Francisco.

La operación rescate de palabras olvidadas nos ayuda mucho. Mariano León nos presenta esta adquisición: entenado. Dícese del hijo de uno de los cónyuges en relación con los hijos de ambos. Es un clásico de los conflictos familiares, los más acerbos. Hoy es una situación muy frecuente, puesto que la mayoría de los nuevos matrimonios con algún de hijo de uno de los cónyuges no se dan por viudedad sino por divorcio.

Juan José Carballal se irrita con la expresión dar misa, que tantas veces se oye por la tele. "Y no señor; la misa se reza, se canta, se dice, se celebra…, pero no se da". Solo falta que digan "echar misa". Añado que la palabra misa ha sido proscrita del lenguaje público, incluso eclesial (ya no se dice eclesiástico). En su lugar, se habla de eucaristía. No creo que sean voces equivalentes. Originariamente, la misa es el acto litúrgico completo, del que la eucaristía (= acción de gracias) es solo una parte. La voz misa ha quedado como genérico del acto que termina con la frase ritual "ite, missa est" (= podéis ir en paz, esta es la despedida).

A propósito, un amigo de San Pedro de Alcántara (Málaga) me cuenta que en su pueblo la misa dominical se celebra a las 10. Terminada la cual, el sacristán despoja el altar y lo deja libre para el servicio de la misa anglicana en beneficio de los feligreses de esa denominación. Es más, en la ceremonia anglicana se pasa el cestillo (el fisco se decía antes) y el contenido se dona al párroco católico para que lo distribuya a través de Cáritas. El argumento es que la colonia anglicana no cuenta con una logística tan bien acondicionada como la de Cáritas. Me parece una historia magnífica. Habría que contársela al papa Francisco.

Beltane comenta que no le gusta nada el adjetivo circense. Su parecer es que debería decirse "cirquense". Pero circense se halla troquelado por el uso. No es una terminación tan extraña en nuestra lengua, acaso por influencia del francés. Así, amanuense, ateniense, castrense, cisterciense, forense, gerundense, liliputiense, londinense, trapense.

José María Navia-Osorio se pregunta por la identidad de los nombres de ciertos refranes y dichos: Bartolo, el Tostado, Pichote, Picio, Cagancho, etc. Unos pocos existieron, aunque agrandados por la leyenda. La mayor parte de ellos se citan por comodidad. Son epónimos anónimos que no hacen mal a nadie. Lo de "la flauta de Bartolo con un agujero solo" es un dicho un tanto obsceno.

José Til me pregunta por el gentilicio correcto de los habitantes de la India: ¿son indios o hindúes? En buena ley son indios, aunque con la posible confusión con los indios de América. Como es sabido, todo se debió a un error de Colón. No deben confundirse los indios de la India con los hindúes, que son los fieles de una religión mayoritaria en ese país. La confusión se da mucho en inglés. A través de la señora Google se pueden encontrar los gentilicios de pueblos, ciudades y naciones. Habría que recordar la historia del ministro de Franco, José Solís. Una vez comentó con su colaborador, Adolfo Muñoz Alonso, qué utilidad podía tener la enseñanza del latín en las escuelas. El filósofo comentó: "El latín resulta utilísimo. Por ejemplo, tú, que naciste en Cabra, puedes decir que eres egabrense".

Don José se queja de lo tópicas que se han hecho algunas expresiones, como "hay que ponerse las pilas" o "con la que está cayendo". El primero que recurrió a esas metáforas seguramente fue un poeta, pero su repetición, con afán de originalidad, resulta un tanto pesada. Si la lluvia es copiosa, los ingleses dicen que "llueven gatos y perros". Nuestra imagen es también muy atrevida: "Llueven chuzos de punta".

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