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El recurso al dicho: llamarse andana, armarse la de Dios

Muchas veces ni siquiera sabemos el correcto significado de dichos, menos todavía las razones que los originaron.

Muchas veces ni siquiera sabemos el correcto significado de dichos, menos todavía las razones que los originaron.
Arqueología de palabras olvidadas

Quedamos en que el discurso corriente no solo forma frases con palabras sino que se sirve de dichos ya dispuestos así por el uso. Muchas veces ni siquiera sabemos su correcto significado, menos todavía las razones que los originaron. Procede detenernos en algunos ejemplos.

-Llamarse andana. No se trata de ningún nombre propio. Tampoco hay que suponer siempre un origen egregio de las voces usuales. En la jerga delincuente del Siglo de Oro la iglesia se decía "aldana" o "andana". La expresión "llamarse andana" significaba que el perseguido por la Justicia se acogía al asilo de un recinto eclesiástico para no ser prendido por los corchetes. Hoy significa más débilmente esquivar una obligación, desentenderse de un compromiso.

-"¡Santiago, y cierra, España!". Son necesarias las comas para indicar que nada tiene que ver con una cerradura. Es un grito de arenga para las tropas cristianas de la Reconquista. "Cerrar" quería decir "atacar", en sentido que todavía decimos de "cerrar filas". "Santiago" era el vocativo para pedir protección al Apóstol, tenido por hermano de Jesucristo en la tradición popular. No parece que hoy pueda tener mucha vigencia la expresión, sobre todo si se le quita las comas, pero tiene su gracia.

-Armarse la de Dios es Cristo. Seguimos con las tradiciones religiosas, embebidas en nuestra cultura. Se refiere ahora a una disputa endiablada. El origen se encuentra en el Concilio de Nicea del año 325. Lo presidió Osio, el obispo de Córdoba. Se organizó la gran controversia sobre si Cristo asumía o no la doble naturaleza, humana y divina. Arrio fue derrotado y se le consideró hereje. Parece mentira que un suceso tan lejano en el tiempo y tan abstruso haya quedado hasta hoy como la polémica por antonomasia, pero así es. La escena de Nicea la podríamos recordar como farsa en algunas tertulias de la tele.

-Quemar las naves. Dícese de la resolución extrema en un momento decisivo, aunque en apariencia signifique una gran pérdida. Los textos escolares españoles la asocian con el episodio de Hernán Cortés quemando sus naves en Veracruz. De esa forma sus soldados no tenían la tentación de volverse a Cuba, de donde habían partido. El gesto parece sumamente heroico, pero en la realidad no sucedió. Tonto habría sido Cortés de haber decidido tal "hazaña". Se trata de un gesto retórico, atribuido a Cortés y a otros varios caudillos de la antigüedad. De esa forma pasaban a la leyenda. En la vida actual encontramos no pocas ocasiones para repetir simbólicamente la "hazaña" de quemar las naves. Se trata de un gesto dramático más que de una realidad.

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