Hay maneras de vivir y de trabajar que cuentan, para empezar a hablar, con la negación vital de la progresía. Como principio de fe. Que haya una gestión mixta del teatro, o de la cultura, que funcione y que sea defendida por un profesional respetado, es poco menos que sospechoso. Blasfemo, puestos a dramatizar… Pero Jesús Cimarro no se casa con lo público, como otros muchos buscando continuamente este matrimonio de conveniencia. De hecho sus "papeles" son necesariamente sólo por un año. Como nos dice en esta entrevista, "si lo hago mal que me echen, es lo mejor".
Vamos a partir, sin más debate, por el momento, para no eternizarnos, del hecho de que un Gobierno autonómico promueve desde hace 60 años un Festival de Teatro, el Clásico de Mérida. El empresario Jesús Cimarro decide coger el mando en el año 2012. Su antecesora Blanca Portillo salió con cajas destempladas y polémica. Portillo fue elegida por el socialista Fernández Vara apurando el vaso de su última legislatura, porque históricamente conseguía el Gobierno el PP de Monago. Lo demás, lo que pasó en el año de regencia de la popular actriz al frente del teatro romano está en Google. Sobre la mesa Cimarro se encontró con una deuda muy dramática, vamos, trágica, de casi 4 millones de euros. Al parecer el Festival no tenía contabilidad y "nunca" se liquidaron impuestos con la Agencia Tributaria.
Año 2012. El Festival de Mérida gana algo más de una cuarta parte de espectadores, un 26,5%, respecto a la anterior edición y obtiene un superávit de 150.000 euros. En un gesto sin duda en honor al teatro (ironía on) se organiza un acto para hacer entrega, simbólica, del cheque de los 150.000 euros a un Presidente que bromeaba diciendo que estaba más acostumbrado a que le dieran facturas y no dinero…
Año 2013. Acuden a ver la Hécuba de Concha Velasco más de veinte mil espectadores. La taquilla sigue subiendo con un superávit de cuatrocientos veinticinco mil euros. Por si hay dudas, (ironía on) el número de asientos sigue siendo el mismo que en 2011 y en gobiernos anteriores al de Monago. En 2013 este festival contabilizó sesenta y siete mil setecientas cuarenta y nueve cabezas. Este año, y aún con deuda que pagar, en breve sabremos los datos. A final de agosto se cierra un nuevo "ejercicio" del emérito teatro.
Al habla Jesús Cimarro, director artístico del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Cimarro es un sencillo revolucionario entre los suyos, que se atreve a decir lo que pocos se permiten: "el público es soberano, es el que decide lo que quiere ver".
-¿La noticia es que se sigan estrenando obras clásicas?
Hemos conseguido que el Festival vuelva a tener el lugar que le correspondía. Es pionero en producción greco-latina, greco-romana. Eso es importante.
-A muchas personas les cuesta entender que pueda funcionar la colaboración entre lo público y lo privado.
Pues si. Yo soy un defensor de lo público, de lo privado y de lo mixto, y en este caso estamos haciendo gestión mixta. Es un festival público pero gestionado desde la iniciativa privada. Llevamos tres años de gestión y ahí están los resultados. Ha habido un aumento de público y se ha generado en cada edición un superávit en la taquilla.
-¿En qué se ha cambiado, cuáles son las claves?
En primer lugar es la programación. Hemos acertado en lo que el público ha querido, por eso ha acudido masivamente. Yo tengo una cosa muy clara como director y como gestor, quiero traer espectáculos que interesen al público, es decir para una gran mayoría. Que la gente pueda decir, "pues mira me interesa ver la ópera o me interesa ver el teatro o me interesa ver la danza o los pasacalles... Que pueda elegir y seleccionar. Una programación ecléctica. Otra clave es el rigor económico y la gestión de los recursos tanto públicos como privados. Cuando se manejan recursos públicos hay que manejarlos con mucho rigor y con mucha transparencia. Y luego también una comunicación del Festival. Estamos en todos los medios, la utilización de las redes sociales… En definitiva que los espectadores saben que existe este festival.
-¿A qué obra le tenías más ganas en Mérida?
A todas. Lo que estamos programando tiene calidad y comercialidad, ese equilibrio que es tan difícil… Que sea un espacio culto con comercialidad, para todos los públicos. Que puedan salir contentos de ver una cosa importante y a la vez que se haya entendido y que en definitiva se recomiende el espectáculo a otros.
-Insiste en el público. ¿A veces su profesión se vuelve demasiado endogámica?
Yo como siempre he tenido el criterio clarísimo que cuando produzco un espectáculo lo hago para el público... Cogí este Festival en 2012 con cuarenta y dos mil espectadores en el Teatro Romano y el año pasado tuvimos setenta y cinco mil, casi duplicamos el número de asistencia en plena crisis. Cuando me preguntan cuál es la clave del éxito de la recuperación del Festival es que me fijo en lo que quiere el público. El público es soberano, es el que decide lo que quiere ver. Intento acercarme a lo que le pueda interesar en materia de programación, en estilos, e intento que haya una variedad.
-Ya sé el truco. ¿Los asientos son los mismos que hace tres años? (ironía on)
Si, tres mil en el Teatro Romano. Por cierto que es el teatro más grande de España. En este momento el Teatro Real tiene mil quinientas localidades y el tercero es el Lope de Vega, donde está El Rey León, con mil cuatrocientas cincuenta. El de Mérida es más del doble.
-¿Por qué sigue al frente del Festival?
Sigo porque producir me gusta, es mi profesión y creo en ella. Pero como director del Festival yo firmo un contrato cada año. Esta es la tercera edición y cuando acaba es cuando tomo la decisión de si continúo o no continúo. De momento este año va bien, están interesando las programaciones que estamos planteando… Ya veremos a partir de septiembre qué pasa.
-Albert Boadella, en los Teatros del Canal también firma contratos por un año…
Claro, yo creo que es lo mejor. Yo cuando tengo relación con lo público siempre digo lo mismo, si lo hago mal que me echen y es lo mejor. Lo privado es de uno y ahí la responsabilidad es la persona. Pero en lo público si mis servicios no les interesan a los que me han contratado, o a mi no me interesa lo que estoy haciendo, es mejor irse.
-Ese discurso se oye muy poco. Sobre todo desde los que siempre hablan de la cultura como algo mayúsculo.
La cultura es universal y la hacen los ciudadanos y la sociedad civil, yo produzco cultura para la sociedad civil que somos los ciudadanos y ciudadanas de este país.
-El Gobierno de Extremadura y el lobby cultural no se llevan mal...
Monago ha demostrado que está a favor de la cultura incluso enfrentándose a su propio partido con el IVA cultural, cuando el Gobierno de España decidió subir el IVA del 8 al 21 %. Somos el IVA cultural más alto de toda la zona euro. Es una desgracia que estamos padeciendo. Estamos intentado que el Gobierno de España lo baje en fechas próximas, esperemos que así sea, y si no, seguiremos reivindicándolo. El Gobierno de Monago está de acuerdo con la bajada pero también el de Ignacio González en la Comunidad de Madrid o el de Herrera en Castilla León.
¿Para los clásicos, una túnica clásica o el también ya clásico abrigo de cuero a lo Matrix?
Creo que que hay que hacer una lectura contemporánea de los textos clásicos. Y eso no significa que vayan de pantalón vaquero ni mucho menos. Se puede hacer una lectura contemporánea incluso con túnicas y trajes de romanos. Lo importante es lo que se dice con los textos clásicos que yo creo que están de rabiosa actualidad. Estoy de acuerdo en que las puestas en escena puedan ser de una manera u otra pero yo en Mérida apuesto por un vestuario atemporal, que sea de todas las épocas, que la gente no se sienta incómoda con lo que está viendo.
Acabando la entrevista coincidimos en que lo importante es no disfrazar los grandes y antiguos conflictos de la condición humana. Bastante tenemos... bastante tienen los héroes.
El Festival de Mérida 2014 bajará el telón el 24 de agosto con Edipo Rey bajo la dirección de Denis Rafter. Entre lo más sorprendente de esta edición, una producción ateniense de la Ilíada de Homero en griego con subtítulos.
Jesús Cimarro. Es empresario y productor teatral nacido hace 49 años en Ermua, Vizcaya. Actualmente preside la Asociación de Productores y Teatros de Madrid y la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas Productoras de Teatro y Danza de España. Desde 1988 es presidente de la veterana productora y distribuidora teatral Pentación Espectáculos. Fue director artístico del teatro Muñoz-Seca de Madrid, en 2005 recibió el premio Max al Mejor Empresario Privado de Teatro. Es director del teatro Bellas Artes de Madrid y director gerente del teatro de La Latina. Ha producido 150 espectáculos, entre ellos, La cena de los idiotas, Yo Claudio con Hector Alterio o la Fedra de Ana Belén.