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Amando de Miguel

La lengua, motivo de deleite y discusión

Entiendo que la función de las fiestas es extraeconómica. Lo criticable es que duren más días de lo normal.

Sobre el asunto de los carteles divertidos Teresa Piedrafita me envía algunas gemas dignas de ser engastadas en esta seccioncilla:

Juan José Carballal, a propósito del cartel "Se prohíbe bajar en el ascensor", recuerda otro tradicional, muchas veces impreso: "No funciona". O mejor, "No funciona por falta de fluido". Es cierto, en los años de mi niñez "se iba la luz" muy a menudo. Decían que era por la sequía. En nuestra era electrónica hay un cartel en los ascensores más rutilantes que reza: "En caso de emergencia, no utilicen el ascensor, bajen por las escaleras". Tengo un amigo con lesión lumbar que necesita ir siempre en una silla de ruedas. El hombre es muy activo, conduce su coche y se mete en todas partes. Pero cuando llega a ese cartelito de la emergencia en el ascensor se cabrea. Con toda la razón.

José Miguel González Villena tiene la amabilidad de enviarme una lista de erratas de mi último libro, Hablando pronto y mal. Como si dijéramos, el cazador cazado. Agradezco mucho el detalle. Solo me consuela que el Quijote también salió con erratas, solo que entonces no había corrector automático.

Félix Pérez Villega se pregunta por qué tenemos que cambiar los ordinales al pasar de 10 y hacerlos cardinales. Por ejemplo, "Alfonso décimo y Alfonso trece". Muy sencillo. Es para facilitar las cosas. Los ordinales de números grandes se nos pueden hacer farragosos. Por ejemplo, el ordinal de 4.999 sería "cuatrocientosmilésimononingentésimononagésimonoveno". Como broma puede pasar.

Francisco Moreno Doncel hace una defensa económica de las fiestas de los pueblos y de los barrios. Su argumento es que de esas actividades viven muchas familias. Es correcto. Pero sería un absurdo que hubiera todavía más fiestas (por ejemplo, todos los meses o todas las semanas) para así dar más trabajo a muchas más familias. Entiendo que la función de las fiestas es extraeconómica. Lo criticable es que duren más días de lo normal y, sobre todo, que el presupuesto se cargue a las arcas municipales. Convendría que fueran compatibles con las horas normales de dormir.

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