El dilema de Garci
El Garci cineasta ha eclipsado al Garci escritor, dice Brandau, que presenta el último libro de José Luis Garci, Cowboy de Medianoche en esRadio.
El martes por la noche estaba ya decidido a acostarme cuando, por culpa de la absurda manía que tengo de hacer zapping antes de apagar la televisión, me topé con una agradable sorpresa. Habitualmente lo único que encuentro son argumentos que me empujan camino de la piltra, pero el martes no fue uno de esos días. En La 2 de Televisión Española echaban nada menos que El Crack 2 de José Luis Garci, una de las dos mejores películas policíacas del cine español. La otra es El Crack. En cualquier otra ocasión no hubiera habido la más mínima duda y ni el mayor de los sueños me habría despegado de la tele. El problema es que junto a mi cama me esperaba reposando el último libro publicado por José Luis Garci: Foot-ball Days & otras taquicardias pop de Notorius Ediciones. Desde hace unos días llevo disfrutando como un niño de las trescientas y pico páginas en las que se recogen las crónicas que Garci escribió para ABC desde Estados Unidos en el mundial de fútbol de 1994. Y lo de disfrutar como un niño no es sólo una frase hecha; es que el libro de Garci es en realidad un viaje a la infancia, a la suya y un mucho a la de casi todos.
Mi madre siempre me decía que nací y, al momento, me gustaron el cine, el fútbol, las chicas, los libros, la música, el boxeo, la radio y las patatas fritas, aunque no en ese orden. La frase es de Garci, pero la hacemos propia todos los que cosemos los mejores recuerdos de nuestra vida a aquellos libros de indios y vaqueros de Zane Grey con los que nuestro padre se echaba la siesta, las noches de fútbol con los abuelos en el Bernabéu (u otros estadios de menor categoría) o las palabras que sólo una madre sabe decirte mientras presume de lo bien que escribes las letras en los deberes de la escuela. De todo esto va Foot-ball Days. De recordar el recuerdo. De disfrutar volviendo a ser un niño de la calle Narváez que viaja de la mano de su padre a Ciudad Lineal para aplaudir al Plus Ultra. Tres décadas separan mi infancia de la de Garci. Los decorados cambian, los protagonistas son otros, pero el guión es el mismo.
Volviendo a mi dilema, ahí sigo yo con el mando de la tele en una mano y el libro de mi infancia esperándome en la mesilla. El Abuelo (José Bódalo) y El Piojo (Alfredo Landa) en la pantalla por un lado, mientras Míchel (mi futuro entrenador del Real Madrid) y José Ángel de la Casa (mi mejor narrador de fútbol) esperan a que lea sus aventuras con el cronista de ABC recorriendo Estados Unidos de estadio en estadio. Recordé que el lunes antes de entrar en Fútbol Es Radio le quise elogiar Foot-ball Days a su autor con una frase que casi resulta un acertijo: el peor enemigo del Garci escritor ha sido el Garci director de cine. Y en este pensamiento me acompañó Luis Alberto de Cuenca, allí presente. Si José Luis no hubiera ganado el primer Oscar para el cine español, si no hubiera creado a Areta, si no hubiera dirigido Canción de Cuna, Tío Vivo, You're the one... a lo mejor sería reconocido en su país como el grandísimo escritor que es. O quizá no. Porque así somos en este país.
Al final, decidí ver El Crack 2 y al terminar me embaulé los últimos capítulos que me quedaban de Foot-ball Days. Y la experiencia no pudo ser más gratificante. Mientras leía de madrugada a Garci preguntarse si el placer es de izquierdas y la felicidad de derechas, recordaba el diálogo entre Germán Areta y un cliente de su agencia de detectives sobre si habían conocido la felicidad.
Casi sin darle tiempo al sueño, sonó el despertador y me marché a la radio más pronto de lo normal porque ese día tocaba tertulia en el programa de Federico, buen futbolero, ultrasur del Zaragoza y el Real Madrid, como lo define Garci hace 20 años al recordar una crónica de Jiménez Losantos en ABC sobre el Monasterio de Yuste. Al terminar el programa, veo que Federico lleva bajo el brazo, entre otros, el libro de Garci y le cuento que me lo he bebido de un trago, como hacía Dean Martin en Río Bravo con los lingotazos de whisky antes de que John Wayne lo metiera en vereda. Me pregunta si es mejor que el libro de entrevistas que tanto le gustó y terminamos repitiendo lo bien que escribe Garci. Por hablar, adivinen a quién le encarga Federico la reseña de Foot-ball Days para el suplemento de cultura de Libertad Digital. Termino ya. Le doy a imprimir. Y en la primera hoja que sale de la impresora escribo a boli tres deseos. Arrugo la hoja y la guardo en un cajón. En la noche de San Juan la sacaré, la dejaré en el suelo, la prenderé fuego con el mechero y pasaré sobre sus llamas tres veces, hacia atrás y hacia adelante. No sé si este ritual funciona, pero José Luis Garci lo lleva haciendo desde su infancia cada 24 de junio. Y yo le veo feliz. Un niño feliz.
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