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Así fue la tragedia de la Armada Invencible

En un mes de mayo como este, pero de 1588, partía de Lisboa la "Grande y Felicísima Armada", que después conoceríamos como la Invencible.

La Invencible, tal y como la vio Hendrick Cornelisz Vroom en 1601 | Tyrolean State Museum

Más allá de la las cifras exactas de muertos o de los conocimientos que los restos del galeón puedan desvelarnos, la búsqueda del San Marcos que ha emprendido un equipo irlandés este fin de semana es una excelente oportunidad para recordar la tremenda tragedia de la Spanish Armada, tal y como la llaman los irlandeses, lo que sufrieron los miles de compatriotas nuestros que perecieron en la costa de Irlanda, y uno de los episodios que podría haber modificado el rumbo de Europa.

Porque de haber resultado exitosa la aventura de la Invencible habría cambiado la historia hasta un punto difícilmente imaginable hoy en día: ¿una Inglaterra católica y aliada de España desde finales del XVI en adelante? El mundo actual sería, probablemente, muy distinto.

Conquistar Londres

Para lograrlo Felipe II trazó un plan aparentemente sencillo, pero cuya logística era impresionante: una gran flota con más de 130 barcos partiría de Lisboa, rodearía la costa atlántica de Portugal, España y Francia para llegar a Flandes; allí cargaría un ejército de 27.000 hombres al mando de Alejandro de Farnesio, Duque de Parma, los mejores soldados del mundo en ese momento; barcos y ejército zarparían hacia Inglaterra y, junto con los 30.000 hombres –unos 10.000 marineros y el doble de soldados- que la flota llevaba desde Portugal, desembarcarían cerca de Londres, conquistarían la ciudad, depondrían a Isabel I y colocarían a un Estuardo en el trono.

El plan, aparentemente sencillo, tenía un terrible punto débil: el enlace con ese Ejército de Flandes en una zona que, como el propio Duque de Medina Sidonia, comandante de la flota, escribió a Felipe II, "no haviendo en toda ella puerto ni abrigo ninguno para esas naves, con el primer temporal que les diese, les hecharía a los bancos donde, sin ningún remedio, se avían de perder" (sic).

La presencia de Medina Sidonia es considerada por muchos el primer contratiempo de la Armada: el hombre designado para tal misión era Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz y Almirante de Castilla, pero falleció poco antes de la partida. Bazán sí era un hombre experto en la guerra en el mar, no así Medina Sidonia, un gran militar pero que nunca había comandado una flota.

Contra los ingleses y el mar

Los temores del almirante español se cumplieron y la comunicación con el Ejército de Flandes fue imposible: la Armada se vio expuesta así tanto a las inclemencias del mar en el Canal de la Mancha como a los ataques de la flota inglesa, comandada Charles Howard y Francis Drake.

Diversos pequeños contratiempos van minando la posición de los españoles, que tras varias refriegas finalmente se enfrenan a los ingleses en la batalla de Gravelinas. La Armada es vencida, si bien no se trata de una derrota fatal ni definitiva: los españoles perdieron sólo unos pocos barcos más que los ingleses y las bajas en cuanto a hombres no fueron mucho más significativas.

Sin embargo, la operación principal sí se vio abortada: el duque de Medina Sidonia renuncia a conectar con el Ejército de Flandes y decide volver a España, pero para hacerlo estima que la mejor ruta no es la directa, expuestos a más enfrentamientos con los ingleses, sino rodear las islas británicas y descender de norte a sur por el oeste de Irlanda. Era esta, por cierto, una ruta menos desconocida de lo que se piensa, ya que desde siglos antes el comercio entre Castilla y algunos puertos de la verde Eire como Galway era habitual.

La fatalidad, sin embargo, se abatió de nuevo sobre los españoles y el litoral irlandés los recibió con unas durísimas tormentas que, junto con el estado deficiente de muchas naves tras las batallas, lleva a decenas de barcos a deshacerse contra la rocosa costa.

Miles de hombres murieron ahogados y otros muchos perecieron después a manos inglesas: los de Isabel I ocupaban la isla entonces y temían una rebelión, por lo que las órdenes terminantes eran, bajo pena de muerte, no socorrer en ningún caso a los españoles que, en la mayoría de los casos, eran masacrados al llegar a tierra firme.

Las historias de los que lograron salvarse, como la increíble aventura de Francisco de Cuéllar, son las excepciones de una serie de tragedias. No obstante, a pesar de las batallas y los naufragios, unos 80 barcos consiguieron regresar a España, casi dos tercios de los que habían partido de Lisboa.

Paradójicamente, el destino de los marinos ingleses que se habían enfrentado a la Invencible no fue mucho mejor: una vez en tierra se desataron epidemias de tifus y disentería y, abandonados por la reina de Inglaterra, murieron por miles tras su victoria.

Ejemplos de la tragedia

La historia del galeón San Marcos es un buen ejemplo de lo que le ocurrió a decenas de barcos de la Invencible: sólo cuatro de las más de 500 personas que viajaban a bordo sobrevivieron al naufragio; en el caso del San Esteban, perdido muy cerca del primero, fueron algunos más, unos sesenta.

Pero el destino de todos fue tan terrible como el de sus compañeros si no más: "Tuvieron mucha mala suerte, naufragaron justo frente a dos castillos desde los que sin duda fueron vistos", nos dice el al historiador naval John Treacy junto al lugar de ambos naufragios, en la costa del condado de Clare, en Irlanda.

Destrozados, hambrientos, desnudos y muriéndose de frío, los marineros y soldados del San Marcos y el San Esteban fueron capturados y, como la mayoría de los supervivientes de los naufragios, ajusticiados. Según la tradición local en la cima de una pequeña colina junto a lo que hoy es el club de golf de la localidad.

Después, tal y como su abuelo le dijo al historiador naval John Treacy –y a éste seguro que le había dicho el suyo- es probable que fuesen enterrados, con los restos de muchos de sus compañeros ahogados, en un pequeño montículo a unos metros del mar y del saliente de rocas que siglos después sigue llamándose Spanish Point.

Otro de los proyectos de Treacy es, precisamente, estudiar sí es cierto que ese es un punto de enterramiento y, si es así, bendecir el lugar para que los restos de "aquellos hombres que vinieron tan lejos de su patria luchando por su rey y su religión al menos descansen en terreno sagrado", nos explica. "Creo que a ellos les gustaría y que es el mejor homenaje que les podemos hacer tanto tiempo después". No podemos estar más de acuerdo, ese homenaje y también conocer mejor su increíble y terrible historia.

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