La sensacional actriz Concha Velasco figura en la historia del pop español por derecho propio en su cualidad de cantante, que no es la faceta para la que está mejor dotada. Ella, mujer de gran sinceridad, lo sabe y nunca ha presumido de ello.
En realidad, lo que ella soñaba era convertirse algún día en bailarina clásica, para lo que recibió en su juventud las clases precisas. No obstante sus carencias para el arte canoro tiene una variada discografía entre los años 1965 y 1983 que abarca una treintena de títulos, entre los que se cuentan dúos con Manolo Escobar, su pareja en varias películas, también junto a José Sacristán en la comedia teatral Yo me bajo en la próxima ¿y usted, amén de formar parte de una delirante cuarteto cómico en el filme Una vez al año ser hippy no hace año, que rodó en 1968 al lado de Tony Leblanc, Manolo Gómez Bur y Alfredo Landa, quienes integraban en tal farsa un grupo pop que atendía al nombre de Los Hippyloyas.
Retornando a nuestro inicial argumento, su popularidad musical se debe al triunfo, que ni ella se imaginó iba a obtener, con la balada pop "Chica ye-yé" (que así titularon originalmente, sin el artículo femenino, sus autores, Augusto Algueró y su habitual letrista, Antonio Guijarro). Permaneció ¡veintisiete semanas en las listas de éxitos de 1965! , tres de ellas en el número 1. Toda una hazaña para quien no era una artista de la canción. Fue su bautismo musical en una época donde todavía se anunciaba con su nombre en diminutivo.
Lo anecdótico es que ese número no había sido escrito para ella, sino para Luis Aguilé, como me confió el recordado intérprete argentino. El título que él grabó era "Chico ye-yé", apareció en el mercado el citado año, lo dio a conocer en un programa de TVE cuando aún la estrella vallisoletana no tenía pretensiones de hacer versión alguna, y lo que son las cosas: quien se llevó el gato al agua fue ella.
¿Por qué? Se lo contamos: Conchita Velasco fue protagonista de la película Historias de la televisión, a las órdenes de José Luis Sáenz de Heredia, su entonces pareja sentimental. Su personaje era el de una joven murciana que viajaba a Madrid con la idea alcanzar el triunfo como cantante en un concurso de la pequeña pantalla. Estaba previsto que rodara una escena interpretando un tema pop, "Oh, John", acompañada por un quinteto, que figuraba ser del mismo lugar que la protagonista de la historia. En la realidad, quienes aparecían eran Los Botines, entre los que se encontraban nada menos que dos de los futuros Brincos, Juan Pardo y Manolo González. Aquella filmación tuvo lugar en el madrileño Palacio de los Deportes, con varios miles de jóvenes como ocasionales espectadores.
En un momento en el que había que distraerlos porque hubo una prolongada pausa en el rodaje, el realizador sugirió a Conchita y a Los Botines que cantaran, sin las cámaras en acción, "Chica ye-yé", que el grupo había aprendido mientras la cantaba Luis Aguilé, quien hacía un cameo en la película. Fueron tales los aplausos, que tuvieron que repetirla varias veces, en tanto se acercaba el momento de rodar. Sáenz de Heredia decidió incluir "Chica ye-yé" en el largometraje. Pero cantada, por supuesto, por su enamorada. Y Algueró propició que Conchita Velasco la grabara en Discos Belter. Un exitazo.
Se popularizó, de paso, el vocablo "ye-yé", que nadie sabía su significado, aunque acabó por adjudicarse a los jóvenes más modernos y atrevidos en sus vestimentas, peinados, actitudes y modos de pensar entonces. La expresión hizo fortuna, posiblemente entresacada de una onomatopeya de Los Beatles, "¡yeah, yeah!". Y hoy, cuarenta y siete años después, Concha Velasco la sigue cantando en su actual espectáculo teatral Yo lo que quiero es bailar, que estrenó hace escasas semanas en el madrileño teatro de La Latina.