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La vida de John Ford, el gran contador de historias, en un libro

La figura de John Ford, el gran contador de historias, es analizada detenidamente en el libro "Print the legend", donde su autor, Scott Eyman, tira por tierra muchas de las leyendas montadas por este cineasta y repasa su historia de amor con otro de los grandes mitos del cine, la actriz Katherine Hepburn.

L D (EFE) El libro, editado por T&B, es el fruto de más de treinta años de investigación en los que Eyman tuvo acceso a los documentos privados de la familia de este cineasta a quien gustaba inventarse todo tipo de historias que fomentasen su leyenda. A John Ford le gustaba decir: "nací en un pub de Irlanda", cuando en realidad había nacido en el Estado de Maine y mentía incluso sobre su fecha de nacimiento, diciendo que había sido en febrero de 1895 cuando en realidad había sido un año antes, cuando fue inscrito en el registro civil bajo el nombre de John Martin Feeney.

Gran fabulador, a John Ford le encantaba fomentar su leyenda; el odio acérrimo que sentía hacia los productores y todo el sistema de grandes estudios al que nunca se sometió, se traduce en una vieja anécdota que ha ido pasando de boca en boca sin conocerse qué hay de verdad en ella cuando se cuenta que al llegar uno de los productores al set de rodaje y quejarse por llevar cinco páginas de atraso, Ford las arrancó del guión y le soltó "ahora ya no estamos atrasados".

Eyman escribe: "Ford era un hombre que contaba historias por el placer de contarlas; para entretener a su público, por supuesto, pero también para entretenerse él". Unas historias que inventaba para dar la sensación de ser un hombre "de verdad, indomable y curtido. Todo formaba parte de la vasta y amplia cortina de humo de la que John Ford era dueño y señor". Un hombre de apariencia dura que escondía a un ser "nostálgico, romántico y de un conservadurismo innato", un hombre "profundamente tímido" que amaba "el acto físico de realizar películas porque era lo único que le permitía salirse de sí mismo". Un ser "temeroso de que se averiguara que era un ser sensible y un artista, que se construyó un exterior de piedra, un personaje que poder interpretar. Era el cascarrabias Jack Ford".

El libro también hace hincapié en el romance entre Ford y Katherine Hepburn, un romance no probado que surgió en 1936 durante el rodaje de "María Estuardo", cuando él tenía 43 años y ella veintiocho. "Hepburn era una de las pocas personas de ambos sexos a la que Ford no podía intimidar", escribe Scott Eyman, quien comenta cómo ambos compartían su inconformismo y su pasión por el aire libre, paro, aparte de eso, no tenían casi nada en común, aunque les unía el mutuo respeto y admiración.

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