L. D. / EFE.- “Malena Clara” es el título de estas memorias, escritas con la ayuda del periodista y escritor Pedro Manuel Víllora, publicadas por la editorial Temas de Hoy donde Imperio Argentina hace repaso a una vida de la que no escondía nada revelador, como señala en las primeras páginas, pero sobre la que se ha hablado y mucho, sobre su relación con Hitler, con el III Reich y con Marlene Dietrich.
Nacida Magdalena Nile del Río, para todos Malena y bautizada Imperio Argentina por Jacinto Benavente, a sus 91 años la actriz y cantante ha visto llegado el momento de hablar para “contar en vida las cosas malas, pocas, y buenas, muchas, que me han pasado”. Entre las cosas malas, la muerte de sus dos únicos hijos. Entre las buenas, su arte, por el que volvería a repetir su vida. “No cambiaría nada”. Una vida que se la ha pasado “tan pronto”, dice, después de haber sobrepasado los noventa “con todos mis dientes, mi cara sin retocar, mi humor y mis cosas”.
Imperio Argentina, nacida el 26 de diciembre de 1910 en Buenos Aires, hija de artistas, comenzó a cantar a los seis años, y en 1927 fue descubierta para el cine por el que sería su Pigmalión, el director Florián Rey, quien la hizo saltar a la fama con dos películas hoy ya clásicos del cine español: “Nobleza baturra” y “Morena clara”.
Sabe que su vida ha estado plagada de rumores, pero no ha escrito sus memorias para acallarlos porque se deben, dice, a “las envidias que hay alrededor de toda artista”. Unos rumores que le atribuyen haber sido la amante de Hitler cuando éste en 1937 la invitó a trabajar en Alemania, atraído por sus películas, pero, sobre todo, por ella. En sus memorias y en persona, Imperio se refiere a Hitler como un hombre “atlético, musculado, de buen cuerpo” con unos ojos “muy hermosos, profundos.... lo único que lo afeaba era ese bigotito”. Era, dice, “atractivo y sensible”, que cuando “tenía que poner banderillas las ponía”. Para luego señalar: “Yo saqué de él lo bueno que tenía. A mí me llenó de regalos”, explica la actriz, quien no quiso entender que Hitler quería verla a solas y se hizo acompañar por su entonces marido y descubridor, Florián Rey.
El otro rumor que la ha perseguido siempre es el de su romance con Marlene Dietrich, con quien coincidió trabajando en los estudios de la Paramount en París, a principios de los años treinta, cuando era práctica habitual en los estudios de Hollywood rodar distintas versiones de las películas para los distintos públicos. Fue allí en una cena donde se tomó la instantánea que serviría al biógrafo de Dietrich para hablar de un romance que Imperio Argentina desmiente, tanto en el libro como en persona. “Era antipática. Más crecida de lo que valía. No hubo una amistad porque ella era muy, muy distante”.
En sus memorias, Imperio Argentina habla de una Marlene que no le gustó por su mezcla de “rudeza y vulgaridad”, por tener algo “descaradamente masculino. Vestía como un hombre -dice-, carecía de cualquier feminidad y además miraba a unas personas con absoluto desdén y a otras con un interés excesivo. Me sentí incómoda a su lado porque en sus ojos había un deseo al que no parecía importarle que no fuese correspondido”
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Nacida Magdalena Nile del Río, para todos Malena y bautizada Imperio Argentina por Jacinto Benavente, a sus 91 años la actriz y cantante ha visto llegado el momento de hablar para “contar en vida las cosas malas, pocas, y buenas, muchas, que me han pasado”. Entre las cosas malas, la muerte de sus dos únicos hijos. Entre las buenas, su arte, por el que volvería a repetir su vida. “No cambiaría nada”. Una vida que se la ha pasado “tan pronto”, dice, después de haber sobrepasado los noventa “con todos mis dientes, mi cara sin retocar, mi humor y mis cosas”.
Imperio Argentina, nacida el 26 de diciembre de 1910 en Buenos Aires, hija de artistas, comenzó a cantar a los seis años, y en 1927 fue descubierta para el cine por el que sería su Pigmalión, el director Florián Rey, quien la hizo saltar a la fama con dos películas hoy ya clásicos del cine español: “Nobleza baturra” y “Morena clara”.
Sabe que su vida ha estado plagada de rumores, pero no ha escrito sus memorias para acallarlos porque se deben, dice, a “las envidias que hay alrededor de toda artista”. Unos rumores que le atribuyen haber sido la amante de Hitler cuando éste en 1937 la invitó a trabajar en Alemania, atraído por sus películas, pero, sobre todo, por ella. En sus memorias y en persona, Imperio se refiere a Hitler como un hombre “atlético, musculado, de buen cuerpo” con unos ojos “muy hermosos, profundos.... lo único que lo afeaba era ese bigotito”. Era, dice, “atractivo y sensible”, que cuando “tenía que poner banderillas las ponía”. Para luego señalar: “Yo saqué de él lo bueno que tenía. A mí me llenó de regalos”, explica la actriz, quien no quiso entender que Hitler quería verla a solas y se hizo acompañar por su entonces marido y descubridor, Florián Rey.
El otro rumor que la ha perseguido siempre es el de su romance con Marlene Dietrich, con quien coincidió trabajando en los estudios de la Paramount en París, a principios de los años treinta, cuando era práctica habitual en los estudios de Hollywood rodar distintas versiones de las películas para los distintos públicos. Fue allí en una cena donde se tomó la instantánea que serviría al biógrafo de Dietrich para hablar de un romance que Imperio Argentina desmiente, tanto en el libro como en persona. “Era antipática. Más crecida de lo que valía. No hubo una amistad porque ella era muy, muy distante”.
En sus memorias, Imperio Argentina habla de una Marlene que no le gustó por su mezcla de “rudeza y vulgaridad”, por tener algo “descaradamente masculino. Vestía como un hombre -dice-, carecía de cualquier feminidad y además miraba a unas personas con absoluto desdén y a otras con un interés excesivo. Me sentí incómoda a su lado porque en sus ojos había un deseo al que no parecía importarle que no fuese correspondido”
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