L. D. / EFEDATA.- Paco Rabal, nació en Cuesta de Gos, una localidad minera a catorce kilómetros de la murciana Aguilas, el 8 de marzo de 1926. Hijo de minero y molinera, asistió a la escuela de su pueblo y a los cuatro años escribía y leía correctamente.
En 1932, la familia Rabal se traslada a Barcelona y posteriormente fija su residencia en Madrid. En la capital de España, Francisco, el segundo de tres hermanos, trabaja primero como vendedor de pipas y caramelos, y luego como aprendiz en la fábrica de chocolates Gilabert.
Por esa época se prepara como técnico electricista y asiste a clases nocturnas en la escuela madrileña Nuestra Señora del Recuerdo, en Chamartín donde fundó un periódico en el que ya escribía sus primeros versos, representó obras de teatro con el grupo formado por él y escribió la obra de teatro titulada “La escuela alborotada”.
En 1936 comenzó a trabajar en los Estudios Cinematográficos Chamartín, primero como aprendiz de electricista y luego como oficial. Allí permaneció durante cinco años y alternó este trabajo con el de doble de luces de actores conocidos. Como electricista trabajó en las películas: “Fortunato”, 1941; “La aldea maldita”, “Éramos siete a la mesa”, ambas de 1942; “Campeones”, de Ramón Torrado; “Goyescas”, de Benito Perojo; “El abanderado”, de Eusebio Fernández Ardavín y “Feliz al fracasar” de Manuel Baly, entre otras.
Debutó como actor de cine en 1942 en la película “La rueda de la vida” de Ardavín, en la que Rabal se ofreció voluntario para hacer una escena. Más tarde, en 1946 Rafael Gil se fijó en él y le dio un papel de mozo de pueblo sin frase en la película “La pródiga”, interpretada por Fernando Rey. Poco después, Gil le ofreció dos nuevas oportunidades: una para trabajar en “La Lola se va a los puertos”, y otra, para actuar en “Don Quijote”.
En este momento, Paco Rabal inició el camino que le llevaría a convertirse en uno de los actores más importantes del cine español.
Posteriormente el poeta Dámaso Alonso, que le prestaba libros y ofreció pagarle una academia de idiomas, le recomendó a Luis Escobar, entonces director con Humberto Pérez de la Osa, del Teatro Nacional María Guerrero. Poco después Paco Rabal entró, de la mano de Antonio Casas, como meritorio en el teatro Infanta Isabel, donde apareció por primera vez en un escenario en la comedia “Me casé con un ángel”.
En 1947, Luis Escobar le confía un papel en “Miss Ba” y enseguida fue contratado por Tamayo para su compañía, encabezada por Maruchi Fresno, Carlos Lemos y María Asunción Balaguer, quien luego sería su esposa. Durante dos años, Paco Rabal actuó en provincias y obtuvo su primer gran éxito al tener que sustituir a Carlos Lemos en “El águila de dos cabezas”, de Cocteau.
Su consagración como actor teatral se produjo con la obra “La muerte de un viajante”, en 1952, a la que siguieron triunfos como los obtenidos con su interpretación en “Edipo”, “La vida es sueño”, “La cena del rey Baltasar”, “Beket”, “Las brujas de Salem”, “Calígula”, y “El mejor mozo de España”, entre otros.
A partir de este momento, Paco Rabal alternó sus actuaciones teatrales y cinematográficas en las que cosechó éxitos destacados.
Al igual que en el teatro, su carrera cinematográfica fue rápida y su filmografía registró títulos que fueron grandes éxitos nacionales y extranjeros.
De regreso a Madrid Luis Escobar le propuso protagonizar la película “La honradez de la cerradura” de 1950 y “María Antonia la Caramba”, de Arturo RuIz-Castillo. A continuación realizó en Barcelona “Luna de sangre”, de Francisco Rovira-Beleta y “Duda”, 1951, de Julio Salvador. A estos trabajos le siguieron: “María Morena”, “Sor intrépida”, 1952; y “Hay un camino a la derecha”, de 1953 por cuya interpretación recibió diversos galardones.
Contratado en exclusiva por “Aspa”, intervino en varias películas dirigidas por Rafael Gil, como: “La guerra de Dios”, de 1953; “El beso de Judas”, 1954; “Murió hace quince años”, 1954; “El canto del gallo”, 1955 y “La gran mentira”' de 1956, que acreditaron su prestigio.
También trabajó a las órdenes de Saenz de Heredia en “Todo es posible en Granada”, en 1954, en “Historias de la radio”, 1955, y más tarde en “Diez fusiles esperan”, de 1958. Asimismo, interpreta “La pícara molinera”, “Amanecer en puerta oscura”, 1957; “La noche y el alba”, 1958; ambas de José María Forqué, con guión de Alfonso Sastre, y “Los clarines del miedo”, de 1958.
Posteriormente actúa en varias coproducciones entre España e Italia y su éxito le permite ser contratado para trabajar en algunas películas italianas, entre ellas “La lunga strada azzurra”, de Gillo Pontecorvo, y “El eclipse” de Antonioni. En Argentina interviene en las películas “La sed” y “La mano en la trampa” de Torre-Nilsson; y en México en “Nazarín” (1958) que realizó a las órdenes del aragonés Luis Buñuel.
En 1959 interpretó “Sonatas”, y un año después “A las cinco de la tarde”, las dos del cineasta Bardem, a la que siguió en 1961 “Viridiana” de nuevo con Buñuel.
“Marie Chantal contr le docteur Kha” de Chabrol, “Las brujas” de Visconti, “Noches de verano”, “Llanto por un bandido” de Carlos Saura; “Oscuros sueños de agosto” o “Después del diluvio” de 1967 son algunos de sus trabajos anteriores al papel de protagonista en “El Che” Guevara, una producción italiana dirigida en 1968 por Paolo Heusch en la que Rabal fue duramente criticado.
En 1970 interviene en “Cabezas cortadas”, una coproducción hispano-brasileña, y en 1971 vuelve a trabajar con Gil en “Nada menos que todo un hombre”, sobre una novela de Unamuno. En 1972 interpreta “La guerrilla”, sobre una novela de Azorín y también trabaja en la “Leyenda del alcalde de Zalamea”, de Mario Camus, sobre Calderón de la Barca, para TVE. Ese año realiza en Italia dos trabajos con Nelo Risi: “La columna infame” y una adaptación para televisión de la novela de Elio Vittorini “Las ciudades del mundo”.
Con Damiano Damiani trabaja en 1973 en “La sonrisa del gran tentador”, a la que siguen “Tormento” de Pedro Olea en 1974, “Emilia, parada y fonda” en 1976 y “Carga maldita” de 1977, esta última, su única experiencia norteamericana que pese a ser una superproducción dirigida por Wiliam Friedkin, no obtuvo el éxito esperado.
A mediados de los setenta Paco Rabal se pasa a la dirección. Realiza cuatro cortometrajes que tuvieron poca repercusión. Uno de ellos es autobiográfico y narra sus relaciones con Dámaso Alonso, es de 1976 y lo tituló “Mis encuentros con Dámaso Alonso y su poemas”. De ese año es también “Funerales de arena”. Posteriormente realizó “Rafael Alberti en Roma” y en 1977 finalizó otro sobre un poema de Antonio Machado, “Por tierras de España”, que fue seleccionado para el festival de San Sebastián.
Para televisión ha realizado diversos trabajos en los que al igual que en el cine y en el teatro, ha dejado constancia de su buen hacer interpretando a personajes históricos como Goya, Cristóbal Colón, etc.
Amigo personal de Luis Buñuel, al que cariñosamente llamaba “tío Luis” y quien según sus palabras “le ayudó mucho como director y como persona”, Paco Rabal ha rodado películas con directores tan prestigiosos como Visconti, Antonioni, Zurlini, Friedkin, Saura, Olea, Camino, Rivete, Picazo, Rocha, etc, en diversos países de Europa, consiguiendo galardones españoles y extranjeros.
En 1983 obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía, otorgado por el Ministerio de Cultura y un año más tarde, recibe el Premio Especial de Interpretación en el Festival de Cannes por su labor en “Los santos inocentes”, de Mario Camus, sobre la novela de Miguel Delibes.
Actor incansable trabajó a principios de los ochenta en “Truhanes”, “Epílogo”, (1983), de Gonzalo Suárez, junto a José Sacristán y Charo López; y en “Sal Gorda”, de Fernando Trueba. En 1985 encabezó reparto con Imanol Arias y Victoria Abril en la película “Tiempo de silencio” del director Vicente Aranda, en “La hora bruja”, junto a Concha Velasco y en “Luces de bohemia”, en la que realizó el papel de Max Estrella.
En 1985 obtuvo, en Italia, el premio Teleconfronto, uno de los más importantes que se otorga en la televisión europea por su trabajo en “Juncal”, de la serie “Cuentos imposibles”, una antología de personajes inolvidables dirigida por Jaime de Armiñán para TVE. En 1988 trabajó a las órdenes del citado director en la serie de siete capítulos “Juncal”, también para TVE.
Al lado de Ángela Molina, Francisco Rabal trabajó en 1988 en “Barroco”, y en 1989 en “La fuerza del destino”, una producción norteamericana dirigida por Gregory Navor y en “Átame” del director manchego Pedro Almodóvar.
Francisco Rabal, que ha realizado los más variopintos y complejos papeles bien en cine o en televisión, protagoniza en 1991 la serie “Una gloria nacional”, trabajo con el que obtiene en 1994 el premio de la Unión de Actores de España al mejor protagonista de televisión, y éste es otro de tantos reconocimientos, ya que su participación en “El hombre que perdió su sombra” de 1991 le sirvió para obtener el premio de interpretación masculina del Festival del Cine de Montreal y el premio al mejor actor del Círculo de Escritores Cinematográficos.
En 1992 rodó la serie “Nazca”, a las órdenes de su hijo Benito, y en noviembre de ese año intervino junto a Margarita Lozano en la película “El infierno prometido”, que se estrenó en Sevilla dentro de los actos del pabellón de Murcia en la Exposición Universal.
”La Lola se va a los puertos”, junto a Rocío Jurado o “Santa Teresa”, junto a Concha Velasco, dan muestras de la versatilidad del actor murciano.
Homenajeado y galardonado en multitud de ocasiones por tan dilatada carrera artística, su hijo Benito le ha dedicado un corto de media hora titulado “Paco, mi padre”. En 1992 se presentaron en Murcia dos libros dedicados a su trayectoria profesional y humana: “Francisco Rabal, un actor de raza” y “Francisco Rabal”.
El propio actor afirmaba sentirse plenamente identificado con Antonio, el personaje de la película “El hombre que perdió su sombra”, ya que, según sus palabras, “yo también soy comunista, porque como dice Antonio en la película, el comunismo no ha muerto, lo que ocurre es que no ha empezado”.
Con casi 200 películas a sus espaldas, Rabal decía no estar seguro de ser conocido en el extranjero, a pesar de haber trabajado con los cineastas nacionales e internacionales más prestigiosos y de haber formado parte, en agosto de 1992, del jurado del Festival Internacional de Cine de Montreal.
El 12 de noviembre de 1993 fue galardonado con la Medalla de Oro de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España “en reconocimiento a su brillante carrera artística”.
Paco Rabal, que era miembro del comité de honor de la Fundación Pablo Milanés en España, ha trabajado también en las películas “Así en la tierra como en el cielo”, “Felicidades Tovarich”, “De tal palo, tal astilla”; “Pequeños milagros”, de 1997 y “El evangelio de las maravillas” 1998, del cineasta mexicano Arturo Ripstein.
En 1999, y por tercera vez, Francisco Rabal se metió en la piel de Francisco de Goya. En esa ocasión, y a las órdenes de Carlos Saura interpretó la película “Goya en Burdeos” en la que realizó el papel de un Goya viejo y desalentado por el exilio, que le hizo merecedor del premio Goya a la mejor interpretación masculina, que le fue otorgado el 29 de febrero del año 2000.
Galardonado en múltiples ocasiones, donó todos los premios recogidos a lo largo de su trayectoria profesional a la casa de Cultura de Águilas que lleva su nombre. Precisamente, en 1992 fue nombrado Hijo Predilecto de la Región de Murcia, y en la localidad murciana de Águilas le dedicaron en 1984 una calle con su nombre.
El 22 de mayo de 1995 fue investido doctor “honoris causa” por la Universidad de Murcia. En esta ocasión, Francisco Rabal, que pronunció su discurso en verso, hizo un recorrido por su vida y su entorno familiar. En 1999 fue galardonado con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, otorgada en Consejo de Ministros.
Rabal publicó en abril de 1994 el libro “Mis versos y mi copla”, y el 15 de noviembre de ese año presentó su biografía “Si yo te contara”. Estas memorias, que se extienden a lo largo de 16 capítulos, fueron recogidas y ordenadas por el escritor Agustín Cerezales, y en ellas hace un repaso de su infancia, sus primeros pasos en el cine, su relación con Luis Buñuel, Pablo Picasso, etc.
Francisco Rabal sufrió dos accidentes automovilísticos, uno en 1963, que le dejó una profunda cicatriz en el rostro, y otro en 1980 que le causó una fractura abierta en el brazo izquierdo y una brecha en la nariz. De este último accidente conserva la cicatriz de la nariz de la que ha sido operado, según él sin éxito, y que en algunas películas se camuflaba con una masilla.
Contrajo matrimonio en Barcelona, el 2 de enero de 1951 con la actriz Asunción Balaguer. Tenían dos hijos: Teresa, nacida el 5 de noviembre de 1951, actriz y cantante, y Benito el 20 de octubre de 1954, que se dedica a la dirección cinematográfica.
En 1932, la familia Rabal se traslada a Barcelona y posteriormente fija su residencia en Madrid. En la capital de España, Francisco, el segundo de tres hermanos, trabaja primero como vendedor de pipas y caramelos, y luego como aprendiz en la fábrica de chocolates Gilabert.
Por esa época se prepara como técnico electricista y asiste a clases nocturnas en la escuela madrileña Nuestra Señora del Recuerdo, en Chamartín donde fundó un periódico en el que ya escribía sus primeros versos, representó obras de teatro con el grupo formado por él y escribió la obra de teatro titulada “La escuela alborotada”.
En 1936 comenzó a trabajar en los Estudios Cinematográficos Chamartín, primero como aprendiz de electricista y luego como oficial. Allí permaneció durante cinco años y alternó este trabajo con el de doble de luces de actores conocidos. Como electricista trabajó en las películas: “Fortunato”, 1941; “La aldea maldita”, “Éramos siete a la mesa”, ambas de 1942; “Campeones”, de Ramón Torrado; “Goyescas”, de Benito Perojo; “El abanderado”, de Eusebio Fernández Ardavín y “Feliz al fracasar” de Manuel Baly, entre otras.
Debutó como actor de cine en 1942 en la película “La rueda de la vida” de Ardavín, en la que Rabal se ofreció voluntario para hacer una escena. Más tarde, en 1946 Rafael Gil se fijó en él y le dio un papel de mozo de pueblo sin frase en la película “La pródiga”, interpretada por Fernando Rey. Poco después, Gil le ofreció dos nuevas oportunidades: una para trabajar en “La Lola se va a los puertos”, y otra, para actuar en “Don Quijote”.
En este momento, Paco Rabal inició el camino que le llevaría a convertirse en uno de los actores más importantes del cine español.
Posteriormente el poeta Dámaso Alonso, que le prestaba libros y ofreció pagarle una academia de idiomas, le recomendó a Luis Escobar, entonces director con Humberto Pérez de la Osa, del Teatro Nacional María Guerrero. Poco después Paco Rabal entró, de la mano de Antonio Casas, como meritorio en el teatro Infanta Isabel, donde apareció por primera vez en un escenario en la comedia “Me casé con un ángel”.
En 1947, Luis Escobar le confía un papel en “Miss Ba” y enseguida fue contratado por Tamayo para su compañía, encabezada por Maruchi Fresno, Carlos Lemos y María Asunción Balaguer, quien luego sería su esposa. Durante dos años, Paco Rabal actuó en provincias y obtuvo su primer gran éxito al tener que sustituir a Carlos Lemos en “El águila de dos cabezas”, de Cocteau.
Su consagración como actor teatral se produjo con la obra “La muerte de un viajante”, en 1952, a la que siguieron triunfos como los obtenidos con su interpretación en “Edipo”, “La vida es sueño”, “La cena del rey Baltasar”, “Beket”, “Las brujas de Salem”, “Calígula”, y “El mejor mozo de España”, entre otros.
A partir de este momento, Paco Rabal alternó sus actuaciones teatrales y cinematográficas en las que cosechó éxitos destacados.
Al igual que en el teatro, su carrera cinematográfica fue rápida y su filmografía registró títulos que fueron grandes éxitos nacionales y extranjeros.
De regreso a Madrid Luis Escobar le propuso protagonizar la película “La honradez de la cerradura” de 1950 y “María Antonia la Caramba”, de Arturo RuIz-Castillo. A continuación realizó en Barcelona “Luna de sangre”, de Francisco Rovira-Beleta y “Duda”, 1951, de Julio Salvador. A estos trabajos le siguieron: “María Morena”, “Sor intrépida”, 1952; y “Hay un camino a la derecha”, de 1953 por cuya interpretación recibió diversos galardones.
Contratado en exclusiva por “Aspa”, intervino en varias películas dirigidas por Rafael Gil, como: “La guerra de Dios”, de 1953; “El beso de Judas”, 1954; “Murió hace quince años”, 1954; “El canto del gallo”, 1955 y “La gran mentira”' de 1956, que acreditaron su prestigio.
También trabajó a las órdenes de Saenz de Heredia en “Todo es posible en Granada”, en 1954, en “Historias de la radio”, 1955, y más tarde en “Diez fusiles esperan”, de 1958. Asimismo, interpreta “La pícara molinera”, “Amanecer en puerta oscura”, 1957; “La noche y el alba”, 1958; ambas de José María Forqué, con guión de Alfonso Sastre, y “Los clarines del miedo”, de 1958.
Posteriormente actúa en varias coproducciones entre España e Italia y su éxito le permite ser contratado para trabajar en algunas películas italianas, entre ellas “La lunga strada azzurra”, de Gillo Pontecorvo, y “El eclipse” de Antonioni. En Argentina interviene en las películas “La sed” y “La mano en la trampa” de Torre-Nilsson; y en México en “Nazarín” (1958) que realizó a las órdenes del aragonés Luis Buñuel.
En 1959 interpretó “Sonatas”, y un año después “A las cinco de la tarde”, las dos del cineasta Bardem, a la que siguió en 1961 “Viridiana” de nuevo con Buñuel.
“Marie Chantal contr le docteur Kha” de Chabrol, “Las brujas” de Visconti, “Noches de verano”, “Llanto por un bandido” de Carlos Saura; “Oscuros sueños de agosto” o “Después del diluvio” de 1967 son algunos de sus trabajos anteriores al papel de protagonista en “El Che” Guevara, una producción italiana dirigida en 1968 por Paolo Heusch en la que Rabal fue duramente criticado.
En 1970 interviene en “Cabezas cortadas”, una coproducción hispano-brasileña, y en 1971 vuelve a trabajar con Gil en “Nada menos que todo un hombre”, sobre una novela de Unamuno. En 1972 interpreta “La guerrilla”, sobre una novela de Azorín y también trabaja en la “Leyenda del alcalde de Zalamea”, de Mario Camus, sobre Calderón de la Barca, para TVE. Ese año realiza en Italia dos trabajos con Nelo Risi: “La columna infame” y una adaptación para televisión de la novela de Elio Vittorini “Las ciudades del mundo”.
Con Damiano Damiani trabaja en 1973 en “La sonrisa del gran tentador”, a la que siguen “Tormento” de Pedro Olea en 1974, “Emilia, parada y fonda” en 1976 y “Carga maldita” de 1977, esta última, su única experiencia norteamericana que pese a ser una superproducción dirigida por Wiliam Friedkin, no obtuvo el éxito esperado.
A mediados de los setenta Paco Rabal se pasa a la dirección. Realiza cuatro cortometrajes que tuvieron poca repercusión. Uno de ellos es autobiográfico y narra sus relaciones con Dámaso Alonso, es de 1976 y lo tituló “Mis encuentros con Dámaso Alonso y su poemas”. De ese año es también “Funerales de arena”. Posteriormente realizó “Rafael Alberti en Roma” y en 1977 finalizó otro sobre un poema de Antonio Machado, “Por tierras de España”, que fue seleccionado para el festival de San Sebastián.
Para televisión ha realizado diversos trabajos en los que al igual que en el cine y en el teatro, ha dejado constancia de su buen hacer interpretando a personajes históricos como Goya, Cristóbal Colón, etc.
Amigo personal de Luis Buñuel, al que cariñosamente llamaba “tío Luis” y quien según sus palabras “le ayudó mucho como director y como persona”, Paco Rabal ha rodado películas con directores tan prestigiosos como Visconti, Antonioni, Zurlini, Friedkin, Saura, Olea, Camino, Rivete, Picazo, Rocha, etc, en diversos países de Europa, consiguiendo galardones españoles y extranjeros.
En 1983 obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía, otorgado por el Ministerio de Cultura y un año más tarde, recibe el Premio Especial de Interpretación en el Festival de Cannes por su labor en “Los santos inocentes”, de Mario Camus, sobre la novela de Miguel Delibes.
Actor incansable trabajó a principios de los ochenta en “Truhanes”, “Epílogo”, (1983), de Gonzalo Suárez, junto a José Sacristán y Charo López; y en “Sal Gorda”, de Fernando Trueba. En 1985 encabezó reparto con Imanol Arias y Victoria Abril en la película “Tiempo de silencio” del director Vicente Aranda, en “La hora bruja”, junto a Concha Velasco y en “Luces de bohemia”, en la que realizó el papel de Max Estrella.
En 1985 obtuvo, en Italia, el premio Teleconfronto, uno de los más importantes que se otorga en la televisión europea por su trabajo en “Juncal”, de la serie “Cuentos imposibles”, una antología de personajes inolvidables dirigida por Jaime de Armiñán para TVE. En 1988 trabajó a las órdenes del citado director en la serie de siete capítulos “Juncal”, también para TVE.
Al lado de Ángela Molina, Francisco Rabal trabajó en 1988 en “Barroco”, y en 1989 en “La fuerza del destino”, una producción norteamericana dirigida por Gregory Navor y en “Átame” del director manchego Pedro Almodóvar.
Francisco Rabal, que ha realizado los más variopintos y complejos papeles bien en cine o en televisión, protagoniza en 1991 la serie “Una gloria nacional”, trabajo con el que obtiene en 1994 el premio de la Unión de Actores de España al mejor protagonista de televisión, y éste es otro de tantos reconocimientos, ya que su participación en “El hombre que perdió su sombra” de 1991 le sirvió para obtener el premio de interpretación masculina del Festival del Cine de Montreal y el premio al mejor actor del Círculo de Escritores Cinematográficos.
En 1992 rodó la serie “Nazca”, a las órdenes de su hijo Benito, y en noviembre de ese año intervino junto a Margarita Lozano en la película “El infierno prometido”, que se estrenó en Sevilla dentro de los actos del pabellón de Murcia en la Exposición Universal.
”La Lola se va a los puertos”, junto a Rocío Jurado o “Santa Teresa”, junto a Concha Velasco, dan muestras de la versatilidad del actor murciano.
Homenajeado y galardonado en multitud de ocasiones por tan dilatada carrera artística, su hijo Benito le ha dedicado un corto de media hora titulado “Paco, mi padre”. En 1992 se presentaron en Murcia dos libros dedicados a su trayectoria profesional y humana: “Francisco Rabal, un actor de raza” y “Francisco Rabal”.
El propio actor afirmaba sentirse plenamente identificado con Antonio, el personaje de la película “El hombre que perdió su sombra”, ya que, según sus palabras, “yo también soy comunista, porque como dice Antonio en la película, el comunismo no ha muerto, lo que ocurre es que no ha empezado”.
Con casi 200 películas a sus espaldas, Rabal decía no estar seguro de ser conocido en el extranjero, a pesar de haber trabajado con los cineastas nacionales e internacionales más prestigiosos y de haber formado parte, en agosto de 1992, del jurado del Festival Internacional de Cine de Montreal.
El 12 de noviembre de 1993 fue galardonado con la Medalla de Oro de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España “en reconocimiento a su brillante carrera artística”.
Paco Rabal, que era miembro del comité de honor de la Fundación Pablo Milanés en España, ha trabajado también en las películas “Así en la tierra como en el cielo”, “Felicidades Tovarich”, “De tal palo, tal astilla”; “Pequeños milagros”, de 1997 y “El evangelio de las maravillas” 1998, del cineasta mexicano Arturo Ripstein.
En 1999, y por tercera vez, Francisco Rabal se metió en la piel de Francisco de Goya. En esa ocasión, y a las órdenes de Carlos Saura interpretó la película “Goya en Burdeos” en la que realizó el papel de un Goya viejo y desalentado por el exilio, que le hizo merecedor del premio Goya a la mejor interpretación masculina, que le fue otorgado el 29 de febrero del año 2000.
Galardonado en múltiples ocasiones, donó todos los premios recogidos a lo largo de su trayectoria profesional a la casa de Cultura de Águilas que lleva su nombre. Precisamente, en 1992 fue nombrado Hijo Predilecto de la Región de Murcia, y en la localidad murciana de Águilas le dedicaron en 1984 una calle con su nombre.
El 22 de mayo de 1995 fue investido doctor “honoris causa” por la Universidad de Murcia. En esta ocasión, Francisco Rabal, que pronunció su discurso en verso, hizo un recorrido por su vida y su entorno familiar. En 1999 fue galardonado con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, otorgada en Consejo de Ministros.
Rabal publicó en abril de 1994 el libro “Mis versos y mi copla”, y el 15 de noviembre de ese año presentó su biografía “Si yo te contara”. Estas memorias, que se extienden a lo largo de 16 capítulos, fueron recogidas y ordenadas por el escritor Agustín Cerezales, y en ellas hace un repaso de su infancia, sus primeros pasos en el cine, su relación con Luis Buñuel, Pablo Picasso, etc.
Francisco Rabal sufrió dos accidentes automovilísticos, uno en 1963, que le dejó una profunda cicatriz en el rostro, y otro en 1980 que le causó una fractura abierta en el brazo izquierdo y una brecha en la nariz. De este último accidente conserva la cicatriz de la nariz de la que ha sido operado, según él sin éxito, y que en algunas películas se camuflaba con una masilla.
Contrajo matrimonio en Barcelona, el 2 de enero de 1951 con la actriz Asunción Balaguer. Tenían dos hijos: Teresa, nacida el 5 de noviembre de 1951, actriz y cantante, y Benito el 20 de octubre de 1954, que se dedica a la dirección cinematográfica.