Los investigadores recurrieron a 121 voluntarias de entre 25 y 65 años. Para obtener los resultados se analizaron los antidepresivos y las benzodiacepinas (ansiolíticos como lorazepam o bromazepam).
El estudio también muestra que el origen de la prescripción es la consulta de atención primaria en el 78,6% de las mujeres. En el 64,5% de los casos, el diagnóstico está registrado en la historia clínica, siendo los principales la depresión (11,6%), la ansiedad (9,9%) y el insomnio (3,3%).
Hasta ahora, la relación entre el consumo de psicofármacos y la disfunción familiar ha sido poco estudiada. Los expertos de la investigación han recurrido a diferentes pruebas para ver el funcionamiento familiar como el test de Apgar familiar y la escala de Acontecimientos Vitales Estresantes (AVE).
El primero de ellos fue descrito por Gabriel Smilkstein en 1978 y sirve para medir la salud funcional de la familia a través de parámetros como la adaptabilidad, la participación o el afecto.