El capítulo 13 del informe del Grupo de Trabajo II del IPCC sobre consecuencias del cambio climático hace la siguiente predicción:
Hasta el 40% de los bosques del Amazonas podrían reaccionar drásticamente incluso a una ligera reducción en las precipitaciones; esto significa que el sistema climático, la hidrología y la vegetación tropical en Sudamérica podría cambiar rápidamente hacia otro estado estable, no necesariamente mediante cambios graduales entre la situación actual y la futura (Rowell and Moore, 2000). Es más probable que los bosques sean reemplazados por ecosistemas que tienen más resistencia a las múltiples tensiones provocadas por el incremento de temperaturas, sequías y fuegos, como las sabanas tropicales.
"Rowell and Moore, 2000" se refiere a un estudio llamado Global Review of Forest Fires realizado conjuntamente por la conocida organización ecologista World Wide Fund (WWF) y la también ecologista Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
Además, como revela el economista Richard North, ninguno de los autores es experto en el Amazonas o en el clima. Algo que a priori no debería descalificar el informe, aunque sí desacreditar a quienes ignoran críticas serias como las de McIntyre o Anthony Watts con la excusa de que no son expertos climáticos. El autor principal, Andy Rowell, es un periodista de investigación freelance y un activista medioambiental que escribe ocasionalmente para diarios británicos como The Guardian y The Independent. Por su parte, Peter F. Moore, sí es experto forestal, aunque su trabajo no se ha centrado nunca en el Amazonas. Es analista de políticas públicas y especialista en gestión de incendios forestales.
Además, su informe no dice exactamente lo que dice el IPCC. Se limita a indicar lo siguiente:
Hasta el 40% de los bosques brasileños son extremadamente sensibles a pequeñas reducciones en la cantidad de precipitaciones. En la estación seca de 1998, alrededor de 270.000 kilómetros cuadrados de bosque fueron vulnerables al fuego, debido al agotamiento del agua accesible a las plantas en los cinco metros más altos de tierra. Otros 360.000 kilómetros cuadrados tienen sólo 250 milímetros de grosor disponibles.
Los cambios entre una cosa y otra son significativos. La selva del Amazonas ocupa otros países además de Brasil, de modo que no se puede equiparar el 40% de uno con el del otro. Además, no dice nada sobre la tesis de que podría "rápidamente" cambiar hacia otro estado estable, sin cambios graduales. Por otro lado, la base de sus afirmaciones es un breve estudio publicado en Nature de 1999. ¿Por qué no lo cita el IPCC, en lugar de basarse en un informe "de parte"? Porque no dice nada de ese 40%, ni siquiera habla de cambio climático: es un estudio sobre la deforestación del Amazonas por el fuego y la tala de árboles.
El estudio de Nature cifra la extensión del bosque del Amazonas brasileño en unos 4 millones de kilómetros cuadrados (su tamaño total es de 5,5 millones). Aun si supusiéramos "en peligro" por el cambio climático los 270.000 más los 360.000 kilómetros cuadrados, que ya es mucha suposición, la cifra sería un 15,75% de la selva amazónica brasileña, que no del toda la selva del Amazonas, no el 40%.
En definitiva, la cifra del 40% parece un invento similar al del deshielo de los glaciares del Himalaya en 2035, obtenido de un informe de la misma organización ecologista en lugar de citar un estudio serio. Aunque esta predicción no llegó tanto a los titulares, parece seguir el mismo patrón de sacar datos especialmente alarmistas no de la literatura científica sino de documentos escritos para crear alarma, que es el negocio de grupos ecologistas como WWF. Habrá más ejemplos, y se los seguiremos contando.