Según el citado documento, del que informa el semanario alemán "Der Spiegel" en su edición de mañana, hay muchos indicios que apuntan a que la escultura egipcia no es de "granito pardusco" como se describe en el catálogo sino de un material hasta ahora desconocido en esculturas del Nilo.
En las pruebas realizadas se ha hallado una sustancia que podría caracterizarse de "sintética", algo que en la industria de la construcción se utiliza como argamasa o gres calcáreo.
Hija de Tutmosis I, esposa de Tutmosis II y madrastra de Tutmosis III, Hatshepsut, cuyo nombre significa "la unidad de Amón delante de los nobles", fue la reina-faraón que gobernó durante más tiempo (1502-1482 a.c.) en el Antiguo Egipto.
Su momia fue descubierta hace tan sólo dos años en el tercer piso del Museo de Antigüedades Egipcias de El Cairo, donde fue identificada gracias al análisis de una muela. Comparada tan sólo con Cleopatra, fue la primer mujer que reinó en el Nilo hace 3.500 años y bajo su reinado se construyeron cuatro de los obeliscos más altos de Egipto o el complejo de templos funerarios Deir-el-Bahari.
Su hijastro Tutmosis III, sin embargo, ordenó destruir prácticamente todo recuerdo de la poderosa faraona, por lo que la escultura de Berlín era hasta ahora considerada una de las obras más preciadas de aquella época.
De ahí que el Museo desembolsara un millón de marcos al adquirirla en 1986 en circunstancias un tanto enigmáticas. El entonces director del museo Jürgen Settgast se limitó a señalar que se la habían comprado a un "comerciante de obras de la Antigüedad inglés".
Más adelante fue otro director del museo, el entretanto también jubilado Dietrich Wildung, quien desveló el nombre del vendedor, el comerciante de antigüedades británico Robin Symes.
Según Wildung, durante mucho tiempo, éste había sido "uno de los comerciantes más reputados de Londres", pero acabó en 2005 entre rejas por haber comerciado con obras falsificadas, un hecho que podría sustentar la teoría de que la cabeza de Hashepsut tampoco es un original.
Las investigaciones de la mencionada universidad no se han realizado a petición del museo berlinés, que hasta ahora ha mantenido la tesis de que la escultura es original, sino como resultado de las dudas que albergaba un científico que analizó la obra en el momento de su compra, es decir, en 1986.
Mientras que por aquel entones, el citado experto, Klaus Köller, no dudó de la autenticidad, con el tiempo le entraron las dudas.
Hace algún tiempo Köller logró recuperar, por vías que no desvela, una bolsa en la que habían caído restos de arenilla de la escultura durante los análisis que había realizado más de veinte años atrás. Estas pruebas son las que han servido de base para elaborar el informe.