Según ha explicado Muñiz a Efe, en el descubrimiento han colaborado las universidades de Huelva y Copenhague y el Instituto de Investigaciones Geocientíficas de California, y supone el colofón a cuatro años de investigaciones en torno a un fósil hallado en Huelva en 2006.
Muñiz ha dicho que durante la preparación del material paleontológico coordinado para el Centro Provincial de Interpretación Paleontológica en Lepe (Huelva), "al limpiar una de las mandíbulas inferiores empezamos a reconocer extrañas marcas y fracturas en la superficie del hueso, así como numerosos dientes en la arena que lo cubría".
Los paleontólogos han llegado a las conclusiones gracias a la excepcional conservación de las evidencias fósiles, "tanto indirectas como directas", que han quedado "a modo de marcas" en los huesos de la ballena.
Las marcas estudiadas sobre el hueso muestran que no fue un ataque producto de una "cacería" de tiburones hacia una ballena, sino más bien una actividad carroñera de estos tiburones sobre un cadáver.