La revelación de los documentos y correos electrónicos privados de la Unidad de Investigación del Clima (CRU) de la universidad británica de East Anglia ha generado un auténtico terremoto en la elite científica a nivel mundial. No obstante, el CRU era , hasta ahora, uno de los centros de referencia en el estudio y difusión de la teoría del calentamiento global de origen antropogénico (causado por el hombre).
Por el momento, el caso ya se ha cobrado su primera gran pieza, tras la dimisión del director del CRU, Phil Jones. Pero las reacciones se suceden. La última ha sido la del propio IPCC, el organismo burocrático de la ONU creado para investigar y luchar contra el temido cambio climático.
Y su respuesta es contundente. El presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC), Rajendra Pachauri, ha señalado a la cadena británica BBC que el conocido Climategate (Watergate climático) es un asunto muy "grave" y que, por lo tanto, debe ser investigado para, posteriormente, adoptar una "posición al respecto".
"No queremos esconder nada bajo la alfombra. Es un problema grave y lo vamos a examinar en detalle", advierte. Tal declaración contrasta con la tibia reacción que mostró el IPCC la pasada semana, poco después de que estallara la bomba informativa, después de que un ataque informático desvelara documentos y correos electrónicos de la elite científica vinculada al organismo de la ONU.
Los calentólogos del CRU reconocían en privado que manipulan datos, destruyen pruebas, ejercen fuertes presiones para acallar a los científicos escépticos e, incluso, que en los últimos años no se ha producido el aumento de temperaturas previsto.
El caso afecta de lleno al IPCC, ya que los estudios científicos del CRU servían de base para la elaboración de los famosos informes sobre cambio climático de la ONU. En uno de los correos, el propio Jones recomendaba excluir ciertos documentos comprometedores para la teoría del calentamiento en los estudios que se presentarán de cara a la Cumbre del Clima de Copenhague (Dinamarca), que comienza el próximo lunes.
En su defensa, Jones ha argumentado que estos emails han sido sacados de contexto y que no era su intención esconder datos relevantes sobre la evolución de temperaturas del planeta a la comunidad científica internacional.
Sin embargo, la investigación sobre el comportamiento de estos científicos continúa. La Universidad de East Anglia ha puesto al frente de la misma a un ex funcionario civil británico: Muir Russell, presidente de la Junta de nombramientos judiciales de Escocia, que no tiene ninguna vinculación con la comunidad científica del clima, informa Times.
Será el encargado de corroborar si ha existido manipulación de datos y si el CRU trató de ocultar información que debía ser pública, según la Ley de Libertad de Información británica.
Reacciones
Benny Peiser, director del think tank "escéptico" Global Warming Policy Foundation, valoró postivamente la elección de Muir al frente de la investigación, aunque advirtió de que no le darán un "cheque en blanco. Estaremos vigilando muy cuidadosamente". Tan sólo "si la investigación se realiza correctamente y los científicos son exculpados apoyaremos la restitución en sus puestos de trabajo".
Mientras, por el lado de los calentólogos, Kevin Trenberth, investigador del US National Centre for Atmospheric Research, cuestionó la investigación emprendida por la Universidad. De hecho, ni siquiera le importa el resultado de la misma. Tan sólo lamenta que el escándalo esté perjudicando gravemente la imagen pública de los calentólogos. Y, en este sentido, señala: "Los políticos tienen que ser fuertes y audaces para ir en contra de sus votantes, y que la voluntad política se vea disminuida por esto".
Es decir, da igual si la cúpula científica es culpable o no de manipular datos y falsear temperaturas; da igual si ha mentido a la opinión pública respecto a la alarma creada sobre el cambio climático; según Trenberth, no es importante que el CRU haya incumplido la ley al haber ocultado sus datos de trabajo al resto de la comunidad científica.Lo único relevante en este caso es, según Trenberth, que este escándalo no perjudique demasiado la imagen pública de los ecologistas y que los gobiernos democráticos, "en contra de sus votantes", sigan apostando por combatir el supuesto cambio climático mediante impuestos, restricciones comerciales, tasas financieras globales, subvenciones a renovables... O hasta implantar una especie de Gobierno Mundial , tal y como recogen el documento de trabajo de la Cumbre de Copenhague.