Esta nueva criatura marina convivió con los primeros ictiosaurios, grandes reptiles marinos, de un aspecto similar a la cruza entre un pez y un delfín. En aquel entonces los icitiosaurios de mayor tamaño alcanzaban los 10 metros, pero esta nueva especie llegaba a los 15.
Y tenía una particularidad que lo hacía letal y que nunca antes se había visto. La mayoría de los ictiosaurios de aquellos tiempos tenían dos tipos de dientes: cónicos, útiles para coger presas escurridizas o anchos y muy fuertes, perfectos para quebrar las conchas de algunos animales marinos.
Muy pocos tenían los dos tipos de dientes, seguramente aquellos con una dieta más variada. Sin embargo el ictiosaurio hallado por el equipo dirigido por la paleontóloga Nadia Fröbisch, tenía dientes en forma de diamantes, pero con los laterales serrados, lo que le permitía desgarrar grandes trozos de carne de sus piezas y lo convertía en un temible depredador, probablemente el más despiadado de su entorno. “Este ictiosaurio sería el Tiranosauro Rex del mundo marino”, asegura Fröbisch.