El periodista alemán Jorg Zittlau ha escrito su libro: “De focas daltónicas y alces borrachos" dónde analiza cómo consiguen sobrevivir muchas especies a pesar de sus defectos naturales.
A continuación, “los mejores defectos” de la naturaleza:
Por ejemplo, los alces se convierten en Suecia, en algunas épocas del año, en grandes consumidores de frutas fermentadas que cuelgan de manzanos, sin saber que algunas cosechas tardías de esos frutos ocasionan
importantes borracheras.
Algo parecido les ocurre a algunas aves que se refugian en Europa durante el invierno, y en ocasiones llegan tan hambrientas y exhaustas que se lanzan sobre algunas frutas que contienen substancias alcohólicas y se quedan incluso sin poder volar.
Otro defecto: la muerte de los escarabajos, que han sido capaces de desarrollar una muy robusta coraza a base de alas superpuestas, pero tan pesadas que cuando quedan panza arriba en una superficie lisa no pueden hacer nada más que patalear.
El hombre tampoco se salva de esas imperfecciones: por ejemplo, a juicio de Zittlau, empezamos mal desde el primer momento, ya que el nacimiento de un niño es prácticamente imposible sin la ayuda de otros, ya sea en un hospital de un país desarrollado o en la selva de Botsuana.
Otro ejemplo son las ballenas, uno de los animales más majestuosos del planeta y también daltónicas, como la mayor parte de los mamíferos marinos, que no les impide sobrevivir en un ambiente en el que el azul podría considerarse esencial.
¿Y el guepardo, demasiado rápido? Capaz de superar los cien kilómetros por hora, quizás sí, porque durante sus carreras explosivas no se abastecen de oxígeno por lo que al acabar jadean intentando recuperar fuerzas. Y mientras lo hacen, sus presas suelen pasar a otros depredadores.