La causa principal de que periódicamente veamos imágenes de la plaza de San Marcos de Venecia completamente inundada son los vientos que empujan el agua del largo y estrecho Mar Adriático hacia el norte y provocan que su altura allí sea mayor. Cuando este fenómeno coincide con una marea alta, se produce lo que los lugareños llaman acqua alta y que tanta angustia produce cuando lo vemos en televisión.
No obstante, este efecto se está viendo amplificado en las últimas décadas por dos fenómenos. El primero es que el nivel del mar ha subido durante el último siglo, aunque menos de los que preveían los catastrofistas del calentamiento global. El segundo, que la propia Venecia se ha ido hundiendo. Como le sucede a otras ciudades construidas sobre deltas de ríos, los sedimentos situados debajo de Venecia se van compactando con el tiempo. Pero normalmente este efecto se compensa por los nuevos sedimentos que van dejando los ríos. Pero en el siglo XVI se desviaron los que alimentaban la laguna sobre la que está construida la ciudad de los canales, de modo que poco a poco se va hundiendo.
La principal línea de defensa es el proyecto Moisés (en siglas MOSE, o Modulo sperimentale elettromeccanico), para levantar 78 diques móviles en los tres puntos donde la laguna de Venecia se une al mar y que se cerrarían cada vez que el nivel del agua subiera 1,10 metros. Tras varios retrasos, su finalización se estima para 2014 y debería proteger la ciudad al menos hasta 2100. Sin embargo, esta medida podría complementarse con otra, bastante sorprendente, que permitiría elevar Venecia hasta 30 centímetros y alargar la vida útil de este sistema de protección y reducir sus costes, al tener que entrar en funcionamiento con menor frecuencia.
Un estudio de la universidad de Padua publicado en Water Resources Research, sobre el que informa Ars Technica, propone una novedosa forma de elevar Venecia sobre el nivel del mar: inyectarle agua. Cuando se extrae agua del subsuelo, uno de los efectos es que la tierra se compacta más pues el líquido hace presión que separa los granos de sedimento entre sí. El sistema no funciona en todos sitios, pero ya se ha probado durante los años 50, en Long Beach, California, y los investigadores están convencidos, tras estudiar varios análisis geosísmicos de la zona, que también lo haría en Venecia, elevando la ciudad entre 25 y 30 centímetros.
Para lograrlo abrirían doce pozos a los que alimentarían con agua del Adriático durante diez años. El riesgo es que algunas zonas de la ciudad se levantaran mucho más que otras, poniendo en riesgo los históricos edificios de Venecia, pero los científicos creen que haciéndolo con cuidado la diferencia de elevación entre dos puntos separados por cien metros sería de menos de un milímetros, dentro de los márgenes de seguridad.