La comunicación entre bacterias puede afectar al clima
Científicos del Instituto Oceanográfico Woods Hole (WHOI), han descubierto que la comunicación bacteriana podría tener un impacto en el clima.
En el océano, las bacterias se unen a pequeñas partículas ricas en desechos de carbono que se hunden en las profundidades marinas. Los biogeoquímicos del WHOI Laura Hmelo, Benjamin Van Mooy y Mincer Tracy han descubierto que estas bacterias emiten señales químicas para discernir si otras bacterias se encuentran en las inmediaciones.
Si un número suficiente está muy cerca, las bacterias comenzarán entonces a segregar enzimas en masa rompiendo las moléculas que contienen carbono dentro de las partículas en porciones más fáciles de digerir. Se ha sugerido que la expresión coordinada de las enzimas es muy ventajosa para las bacterias en partículas que se hunden, y Hmelo y sus colegas han descubierto la primera prueba de ello en el océano, tal y como informa Europa Press.
"No solemos pensar en que las bacterias puedan tomar decisiones de grupo, pero eso es exactamente lo que nuestros datos sugieren que está sucediendo", dijo Hmelo, que ahora investiga en la Universidad de Washington. El artículo se publica en la edición digital de la revista Environmental Microbiology Reports y es una demostración más de lo complejo del estudio del clima, de lo mucho que queda por descubrir en ese campo y, por tanto, del escaso crédito que podrían merecer modelos que se proyectan en el futuro y a los que faltan muchos datos.
La fuente de carbono en las partículas es el dióxido de carbono atmosférico, un gas de efecto invernadero que atrapa el calor. La comunicación bacteriana puede conducir a la liberación de carbono en las partículas a menor profundidad, en lugar de hundirse en las profundidades del océano.
Según los científicos del WHOI, esto significa que los resultados de la comunicación entre las bacterias se traduce en menos dióxido de carbono, que se extrae del aire y se transfiere al fondo del océano desde donde no puede regresar a la atmósfera. Esto representa la primera evidencia de que la comunicación bacteriana juega un papel crucial en el ciclo del carbono de la Tierra.
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