Darwin no estaba del todo en lo cierto
Los humanos y los monos comparten sólo el 93% del ADN.
Si la evolución es real, ¿por qué aún existen los monos? ¿Cómo es posible que seamos descendientes de ellos si siguen habitando entre nosotros hoy día y no se han extinguido?
Muy a pesar de que se pueda ver el fiel reflejo de un primate en un compañero de trabajo o en los tertulianos de algunos programas de televisión, nuestra relación evolutiva con los monos modernos es mucho más distante de lo que en realidad se piensa.
"Ésta es una pregunta habitual entre los biólogos evolutivos", afirma el Dr. Paul Willis, paleontólogo y director de RIAus. Una pregunta habitual entre los biólogos que no debiera tener tanto protagonismo ya que el interrogante en sí mismo revela un par de malentendidos fundamentales sobre cómo funciona la Teoría de la Evolución.
En primer lugar, los humanos no evolucionaron de los monos que conocemos actualmente. En cambio, los monos y los humanos sí comparten un ancestro común del que los dos evolucionaron hace alrededor de 25 millones de años.
Si bien todos sabemos que Darwin, padre (o abuelo) de la Teoría de la Evolución, afirmó en su libro El origen del hombre que "el hombre descendía del mono", los científicos, paleontólogos y zoólogos han realizado todo tipo de pruebas y análisis para corroborar, que en esa afirmación, Darwin no estaba del todo en lo cierto, y esto se ha demostrado tanto por los registros fósiles como por el análisis de ADN, donde se ha encontrado un cóctel con elevado contenido de mono pero con un 2% de sustancia desconocida aún para los investigadores.
Como indica Paleofreak "cualquier especie tiene parte de genoma común con sus parientes y otra parte no tan común, pero eso no significa que vengan de otro bicho. Solo significa que cada uno evoluciona a su manera y claro, se producen diferencias".
En 2007, un estudio demostró que los humanos y los monos Rhesus (Macaca mulatta) - una de las especies de primates más conocidas del Viejo Mundo-, comparten aproximadamente el 93% del ADN. Sobre la base de similitudes y diferencias entre los dos tipos de ADN, los científicos estimaron que los seres humanos y los monos Rhesus se separaron del antepasado que tienen en común hace unos 25 millones de años.
En 2009, un nuevo primate fósil hasta entonces desconocido es hallado en Myanmar, Birmania. Tras realizar las investigaciones pertinentes, el equipo internacional de científicos a los que fue asignada la investigación sugiere en su publicación que los ancestros comunes de monos y humanos evolucionaron a partir de primates asiáticos y no africanos. Ancestros que vivieron hace 37 millones de años.
En realidad, los seres humanos estamos más estrechamente relacionados con los chimpancés y otros simios, pero la evidencia de ADN vuelve a demostrar que no evolucionamos únicamente de ellos. Humanos y chimpancés compartimos en torno al 98-99% del ADN, pero sigue sin ser un 100%. Ese 2% restante sugiere que compartimos un ancestro común durante unos 6 millones de años.
Según el Dr. Willis: "La idea de compartir un ancestro común, lleva al segundo malentendido inherente a la cuestión: que la evolución es un proceso lineal que hace que una especie evolucione en otra". En realidad, la evolución es un proceso ramificado, es decir, una especie puede dar lugar a dos o más especies, lo que es una bifurcación evolutiva hacia dos grupos distintos. Según ironiza Willis, "la falacia de la evolución lineal es lo mismo que si nos preguntamos: ¿cómo puedo tener abuelos en común con mis primos, si mis primos y mis abuelos siguen vivos?".
La respuesta sería, por supuesto, que "nuestros abuelos tenían más de un hijo, que cuando crecían, se iban del hogar y formaban sus propias familias creando ramas de su árbol genealógico".
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