Morir por combustión espontánea
Se trata de un enigma científico que muchos forenses vinculan al mundo paranormal.
El caso es insólito, digno de Expediente X: el juez de instrucción Ciaran McLougulin ha llegado a la conclusión de que el hombre cuyo 76 años cuyo cadáver se encontró en su domicilio de Galway, en el oeste de Irlanda, falleció por "combustión espontánea". El cuerpo estaba en el suelo y cerca de la chimenea, lo que hizo pensar en un primer momento que la causa de la muerte podía ser alguna chispa procedente del fuego. Sin embargo, los investigadores forenses comprobaron que la combustión se limitaba a la zona donde estaba el cadáver, no se había extendido al resto de la casa, que solo estaba ennegrecida por el humo.
La combustión espontánea es un enigma científico, cuestionado incluso por muchos forenses que lo vinculan al mundo paranormal. Los que defienden su existencia dicen que es extraordinariamente extraño, pero aseguran que desde el siglo XVII se han registrado alrededor de 200 casos en todo el mundo. La primera muerte atribuída a esta causa la recogió en 1725 Jonas Dupont en su libro Sobre el fuego espontánea en el cuerpo humano. Se refiere al caso de la mujer de un cirujano cuya cabeza, parte de la columna vertebral y extremidades inferiores fueron encontradas carbonizadas. Lo curioso del caso es que la silla en la que apareció sentada estaba intacta.
¿Mito o fenómeno inexplicado? La patóloga Grace Callagy y los forenses del laboratorio de Dublín que excaminaron el cadáver del anciano se han limitado a explicar los hallazgos de la autopsia. Debido a la combustión, el estómago, los intestinos y el resto de órganos habían desaparecido, motivo por el que no pudieron extraerle sangre u orina para hacerle un análisis. El fallecido tampoco había muerto de infarto. Los forenses tampoco econtraron restos de hemorragia ni de fallecimiento por asfixia, ya que no se halló carbono ni hollín en los pulmones ni en la tráquea. En la habitación tampoco se encontró ningún combustible como gasolina o aceite de parafina. Nada de nada, sólo un cuerpo destrozado. El reto es saber si detrás hubo una sustancia mortal perfecta. Según el juez, un caso de combustión espontánea.
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