Sid Meier's Civilization está considerada como una de las marcas más influyentes dentro del exigente género de la estrategia por turnos, y no es para menos. La producción, que corre a cargo de Firaxis Games, crece con cada nueva entrega desde 1991 combinando fragmentos de historia con la sed de conquista inherente al ser humano, todo enmarcado dentro de un profundo sistema de juego basado en turnos.
Sobre estos ejercicios de artesanía, los amantes de la estrategia hemos pasado décadas enteras sin conciliar vida familiar, social o laboral más allá del próximo turno. Algo que está destinado a repartirse e incluso acentuarse con Sid Meier's Civilization VI, la entrega más esperada por los seguidores del género; de modo que va tocando despedirse de amigos y familiares, ya que el proyecto llega a ordenador con muchas mejoras y novedades con respecto a la anterior entrega, como nuevas mecánicas, una revisión al apartado audiovisual y, en definitiva, todo lo necesario para dejar nuestra vida social por los suelos durante mucho tiempo.
Disfrutar de un título tan profundo como Civilization VI es algo que inevitablemente requiere tiempo. Los recién llegados a la serie tienen por delante algunas horas de aprendizaje tan solo para mantener el control de su civilización, prestando la suficiente atención a todos los parámetros implicados en el desarrollo, como los recursos, la diplomacia o los conflictos armados, entre muchos otros, además de mantenerse informado sobre todo lo que ocurre tanto dentro como fuera de nuestro imperio. Sin duda, controlar estas características permiten que las campañas se desarrollen de manera dinámica, evitando de paso que una partida sea igual que la anterior.
En este sentido, la desarrolladora ha tenido el detalle de introducir nuevos tutoriales, muy recomendables tanto para los novatos como para veteranos con interés en repasar los conceptos básicos, cómo las posibilidades de la interfaz, cómo gestionar el tiempo o aprender algunas estrategias básicas. Estas instrucciones, consejos y recomendaciones únicamente nos mostrarán como realizar determinadas acciones en el juego, pero es el jugador el que debe decidir qué hacer, cuándo y cómo. No hay decisiones incorrectas, en todo caso mejores o peores movimientos, aciertos o fallos en los planteamientos, de modo que si es la primera vez que jugamos probablemente necesitaremos una serie de horas de entrenamiento para mantener nuestra civilización medianamente controlada.
Los primeros pasos de una civilización
En principio el jugador debe escoger una civilización histórica y llevarla hasta lo más alto de un mapa generado aleatoriamente. La selección de nuestro linaje es de vital importancia, ya que cada uno tiene una serie de características específicas muy bien definidas que marcan el curso de la aventura. Por ejemplo, la España, liderada por Felipe II, tiene un fuerte componente religioso y permite explotar la fe en otros continentes, así como unir flotas navales y conseguir puntos extra; la Rusia de Pedro el Grande añade territorio extra cada vez que funda una nueva ciudad; India, por su parte, puede sumar creencias de diferentes religiones ante la mirada de Mahatma Gandhi. Y así con todas las civilizaciones. Conocer las particularidades de cada una, así como descubrir gran parte de su árbol, puede llevarnos tranquilamente más de 50 horas de juego, pero no podemos olvidar que cualquier campaña que iniciemos, tanto en red como en solitario, nos llevará de media, unas 9 horas para terminar.
Las posibilidades de juego son infinitas, y el jugador siempre tiene que prestar atención a objetivos determinados para evitar que, por ejemplo, los enemigos aumenten su producción o arsenal bélico antes que su nación. Civilization VI es un videojuego que requiere paciencia, entrenamiento y mente lúcida, pero, tras dominar los esquemas básicos, la obra nos devuelve una experiencia de juego que pocos pueden ofrecer. Una vez seleccionada nuestra civilización, comenzamos con unas pequeñas unidades con las que explorar, por turnos, las diferentes casillas hexagonales. Unidades lentas pero firmes, que permiten construir la primera ciudad, se unen los exploradores -rápidos pero débiles-. ¿Construimos nuestra ciudad en la falda de una montaña para conseguir más recursos? ¿La edificamos junto al mar para tener asegurada una ruta comercial? La obra está repleta de decisiones que no podemos tomar a la ligera.
Al mismo tiempo y antes de descubrir civilizaciones ajenas, debemos prestar atención a los bárbaros controlados por una mejorada inteligencia artificial. Estos personajes, repartidos aleatoriamente por el tablero, pueden llegar a ser un quebradero de cabeza si no los eliminamos rápidamente. Con ellos no se puede negociar, es decir, si nos descubren –o uno de nuestros exploradores encuentra un campamento bárbaro– lo más recomendable es empezar a trazar un plan de ataque para evitar coaliciones innecesarias y problemas graves en el futuro, aunque también podemos mantenerlos vigilados y movernos en consecuencia a sus actos. Todo depende del jugador. Establecido el primer campamento, ahora el objetivo fundamental del jugador pasa por extender la urbe empleando los diferentes recursos que podemos encontrar en la región. A los recursos básicos como comida y oro se le unen artículos de lujo, como la seda o los diamantes, y cada uno de ellos causará un determinado efecto en nuestra sociedad. Sin comida, los habitantes estarán débiles; sin recursos, la felicidad global disminuye e incluso se corre el riesgo de sufrir una revolución.
Cambios y novedades que producen importantes efectos
Aunque visto desde fuera Sid Meier's Civilization VI puede dar la sensación de un videojuego continuista, lo cierto es que mantiene fresca toda la esencia de la franquicia, siempre innovando donde debe. El cambio más evidente de la entrega son las ciudades expansivas, que ahora ocuparán más de una casilla y se van dividiendo por distritos, cada uno de ellos con sus propias características y estadísticas.
De esta manera, ya nos podemos olvidar de tener todos los servicios en una misma casilla, de hecho, no podemos elegir libremente donde colocar las maravillas del mundo, ya que dependen de la geografía del terreno, por ejemplo, los Jardines Colgantes sólo pueden construirse en un río, además una vez que se construye, ocupará esa casilla hasta que finalice la partida. De la misma manera, las maravillas que vayamos descubriendo -o edificando- nos darán un impulso de bonificación en función de su radio de acción. En conjunto el resultado ofrece una sensación de control mucho más real y gratificante.
En la misma línea, las condiciones de victoria para ganar una partida también se han modificado considerablemente. En este punto, la diplomacia pasa a un segundo plano para dar más protagonismo a la religión, mucho más presente en esta entrega que en anteriores producciones. Por supuesto, se mantienen las condiciones de dominación total, ciencia y cultura, pero lograr una victoria de fe supone reclutar el mayor número de fieles a lo largo del tablero, cuyo objetivo es predicar una fe determinada independientemente de la facción o nación a la que está adherida. Este cambio, de hecho, supone un paso más allá dentro del sistema y está perfectamente orquestado para dar más opciones de victoria al jugador.
Se mantienen y mejoran los árboles, de hecho, se separan en árboles de ciencia y cultura, que nos permitirán adquirir nuevas unidades, y, en definitiva, innovadoras posibilidades para alzarse con la victoria. El patrón se repite en cada partida, comenzamos con pocos recursos y una serie de exploradores de civilizaciones antiguas para, posteriormente, ir expandiendo la civilización. De luchar contra bárbaros pasamos, en décadas, a mantener una flota de caballería, para posteriormente desarrollar armas y conquistar el espacio. Todo manteniendo una línea temporal en la que cada decisión, hasta la que parece más mínima, cuenta. Para ayudar con esta empresa contamos con impulsos -reducción del tiempo de investigación, por ejemplo- cada vez que actualizamos una civilización o tecnología determinada.
A partir de aquí se abre un proceso de definición de nuestro imperio que englobará aspectos como los principios básicos de cualquier civilización. Todas estas decisiones van sumando parámetros a la partida y pone al jugador en la situación de definirse constantemente. ¿Queremos optar por cerrar fronteras y potenciar una cultura propia? Podremos. ¿Preferimos optar por el libre mercado para acumular más recursos? También es posible. La diplomacia -sin olvidar el papel de la religión- resulta capital en el transcurso de la aventura. En el transcurso de las campañas el jugador tendrá el placer de conocer otras civilizaciones con las que establecer lazos diplomáticos, eso sí, con mucho cuidado, pues cada nación está volcada en sus intereses. De aquí surge las embajadas, los tratados científicos, incluso los espías.
Por su parte, la interfaz ha sido reducida y adaptada a las nuevas necesidades de la franquicia. Sid Meier's Civilization VI es un videojuego en el que pasaremos decenas de horas navegando entre las profundidades de sus menús, intentando mantener el control de nuestra civilización en todo momento para desarrollar los planes de expansión en la mejor de la condición posible.
También parece natural, que tanto los jugadores poco experimentados como los habituales de la serie, se pierdan entre los textos -traducidos a un perfecto castellano-, de la Civilopedia, una suerte de Biblia en la que podemos consultar cada aspecto del videojuego, sobre civilizaciones, periodos, líderes, efectos, etcétera. Aquí encontramos, por ejemplo, datos sobre el odio que alberga Felipe II a religiones ajenas a la de su reino, de modo que podemos utilizar esta información a nuestro favor. Este punto conecta directamente con la diplomacia, muy presente también dentro de la obra a la hora de establecer alianzas o tejer traiciones. El comercio es fundamental, y quizá sea necesario establecer buenas relaciones para conseguir un determinado tipo de recurso para, posteriormente, iniciar una guerra. Se puede llegar al final con buenos resultados de muchas maneras diferentes, pero siempre hay que tener claro que, por encima de todo, están los intereses de la nación.
Cerrando el apartado de novedades, ahora los líderes de otras civilizaciones cuentan con una agenda política que el jugador puede emplear como punto de partida para conocer algunos detalles interesantes sobre los gustos e intereses de cada uno; Pero cuidado, porque las agendas tienen una parte oculta que puede dar problemas si no vamos con pies de plomo.
Mucho más colorido y vistoso
Las novedades jugables de Sid Meier's Civilization VI se acompañan de un renovado apartado técnico que supone un punto de inflexión en la franquicia. El estudio ha optado en esta ocasión por dar un buen lavado de cara a la obra ofreciendo un apartado artístico mucho más colorido, con menos carga realista y unos trazos mucho más cercanos al dibujo. De esta manera el título no sólo gana en colorido, también produce una ambientación mucho más dinámica, con unos efectos que, sin ser sorprendentes, funcionan a la perfección.
La representación de los líderes es sencillamente perfecta, mostrando unos personajes que parecen directamente extraídos de películas de animación al más puro estilo Pixar. Por supuesto, se agradece ver representados a Gandhi o Cleopatra derrochando personalidad cuando entablamos relación con ellos.
Para conectar a este universo de civilizaciones necesitamos una máquina con 4GB de RAM y una tarjeta de video de 1GB como mínimo, no obstante, es suficiente para mover el título con soltura a un rendimiento normal, aunque para una mayor experiencia de juego la desarrolladora apunta el doble de memoria RAM y una tarjeta gráfica superior. La obra aparece, de momento, en exclusiva para Windows, aunque el estudio ya ha confirmado que el videojuego llegará a macOS y Linux en el futuro.
Conclusiones
Ya sea porque somos seguidores de la franquicia o porque simplemente amamos los videojuegos, Sid Meier's Civilization VI nos ha logrado cautivar hasta el punto de considerarlo uno de los mejores juegos del año, sino el mejor. La obra de Firaxis Games ofrece unos valores de rejugablidad extraordinarios, con infinitas horas de diversión gracias a un sistema de juego maduro y profundo en el que perderse durante años. La inteligencia artificial alcanza su punto más álgido y el modo en línea de hasta 12 jugadores promete ser uno de los más disputados e interesantes –además de largos– de la temporada.
El renovado sistema gráfico, las mejoras introducidas en materia de jugabilidad y las tremendas posibilidades que van abriéndose paulatinamente durante la partida, hacen de este título una auténtica joya para los amantes del género y para aquellos que quieran entregarse por completo a un título durante una larga temporada. La transición no es fácil, ya que insistimos que para dominar Civilization VI son necesarias altas dosis de tiempo, pero las sensaciones que ofrece el conjunto solo está al alcance de muy pocos títulos. Imprescindible.