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'Ryse: Son of Rome', un espectáculo asombroso pero aburrido

Crytek ha hecho lo más difícil, sacar provecho de una nueva consola como es la Xbox One, pero ha fallado a la hora de hacerlo divertido.

Crytek ha hecho lo más difícil, sacar provecho de una nueva consola como es la Xbox One, pero ha fallado a la hora de hacerlo divertido.

La mayor demostración visual de la nueva generación llega de la mano de Crytek, un estudio famoso por su trabajo técnico, pero también por ofrecer juegos que se quedan algo cortos en su propuesta. Este es el caso de Ryse: Son of Rome.

Lo mejor:

  • Un auténtico lujo desde el punto de vista técnico

Lo peor:

  • Jugabilidad plana durante toda la aventura
  • Muy corto y poco rejugable

El desarrollo de Ryse: Son of Rome podría calificarse como de bastante accidentado. No es solo que se anunciara para una consola distinta y como título de Kinect, sino que durante mucho tiempo se llegó a barajar la posible cancelación de esta producción. Por suerte, Crytek mostró la luz al final del túnel en la conferencia de Microsoft del pasado E3 2013: Ryse: Son of Rome existía y llegaría a Xbox One como un título de acción 'yo contra el barrio' tradicional con un apartado técnico muy por encima de cualquier cosa que se haya visto hasta ahora en una consola de sobremesa.

Durante aquel evento se siguió hablando de Ryse: Son of Rome por más motivos, y no todos buenos. La polémica saltó respecto a sus frecuentes quick time events y los automatismos de estos... Por la mente de los jugadores de medio mundo rondaba la pregunta: ¿Crytek estaba creando un juego que giraba alrededor de sus gráficos, pero con una jugabilidad mediocre o, por el contrario, lo principal del título era ser divertido, pero además mostrando unos gráficos verdaderamente sorprendentes? Desde entonces hemos estado intentando discernir de que lado caía esta producción al tratar de responder la pregunta anterior. Lamentablemente la balanza se ha desequilibrado hacia el lado que menos deseábamos, el del espectáculo plano y vano.

Los gráficos dejan con la boca abierta

Dicho esto, hay que justificarlo. Resumiendo mucho podría decirse que Crytek ha vuelto a caer en el error de ofrecer un juego excesivamente corto para los estándares habituales, con unas cuatro horas de historia y sin demasiadas razones para volver a visitarlo. En su favor debemos decir que la premisa argumental, ambientación y tratamiento de la historia resultan ser extraordinarios, colocándose casi a la altura de las grandes producciones audiovisuales de tono épico como bien podrían ser Gladiator o incluso 300. La historia que aquí se nos narra nos pone en la piel de Marius Titus, un general romano de la última época del gran imperio. En su pellejo viviremos una historia repleta de venganza y redención de la que no queremos daros excesivos detalles para no chafaros las pequeñas sorpresas que aguardan a aquel que se ponga a los mandos con Ryse: Son of Rome.

Más allá del gran circo

La narrativa del título va de la mano de su extraordinario apartado gráfico para llevarnos a la antigua Roma, York, el norte de Bretaña y de vuelta a la capital del Imperio. El interés de la trama va creciendo conforme se desarrollan los hechos, enganchándonos lo suficiente como para olvidarnos de su 'no tan brillante' aspecto jugable. Y es que, parece que Crytek ha diseñado Ryse: Son of Rome para que el interés no decaiga durante toda la campaña. En los primeros compases de aventura su sistema de combate, similar al de la serie Batman: Arkham, se ofrece accesible y profundo, poniendo más el acento en la sincronización de las pulsaciones que en memorizar series casi infinitas de golpes. Sin embargo la evolución del personaje y sus habilidades es completamente plana. Marius Titus usa los mismos combos y habilidades nada más empezar y hasta el combate final, con lo que el interés en el sistema de juego decae conforme mejora la historia hacia el tramo final.

A esto se añade una extrema linealidad en el avance de cada capítulo, siguiendo la tradición más clásica de los beat'em up al más puro estilo Streets of Rage. Sí, hay ciertos momentos en que el avanzar y pegar deja paso a otras mecánicas, pero estos momentos casi se pueden contar con los dedos de las manos y resultan claramente insuficientes. Se materializan en forma, por ejemplo, de elección estratégica a la hora de colocar arqueros en momentos de asedio o al formar junto a nuestros compañeros de cohorte al unísono, ordenando cuando avanzar y cuando lanzar nuestros pilum.

Sistema de combate

Por lo general pasaremos las 4 horas de campaña de Ryse aporreando el botón X (golpear) e Y (apartar) mientras nos cubrimos de los ataques con A y esquivamos con B. Casi fin de la historia. El único refinamiento de la propuesta llega en forma de las tan cacareadas ejecuciones, momentos sencillamente sobrecogedores por su crudeza y nivel de detalle, pero aburridos por su mecánica, que no es otra que obligarnos a pulsar el botón el momento correcto. Para más inri, el resultado de estas no depende de nuestros reflejos al presionar correctamente cada botón, puesto que todas las ejecuciones se realizarán con éxito aunque no pulsemos nada.

Pasaremos la campaña pulsando cuatro botones

Lo que si está relacionado directamente con esto son las recompensas que recibiremos al acabar con los enemigos de esta forma. Por una parte ganaremos más o menos puntos de experiencia –con los que comprar más ejecuciones y mejorar, que no ampliar, las capacidades de Marius Titus–, por otra recuperaremos vida o foco –el tiempo bala de la antigua Roma–, o conseguiremos un multiplicador de experiencia o de daño. Esto lo elegiremos nosotros con el pad digital y será la única forma de ganar energía, puesto que durante la campaña de Ryse: Son of Rome no encontraremos un solo objeto más allá de los tres tipos de coleccionables.

Esta misma experiencia de juego es también la que se ofrece en el apartado multijugador del título, que permite que dos jugadores cooperen en una suerte de modo horda con objetivos. Las diferencias principales aquí se refieren al escenario, esta vez coliseos dinámicos en lugar de niveles completos, al equipamiento del gladiador, personalizable al 100%, y en la forma de costearnos este material, con oro. En la campaña mejoraremos a Marius usando experiencia u oro, mientras que aquí solo valdrá el vil metal –permitiéndose además comprar oro mediante micropagos para mejorar a nuestro personaje sin pasar por la casilla de salida–. Su funcionamiento es correcto, pero esta parte adolece de los mismos problemas de la campaña en cuanto a falta de evolución. Veremos si los futuros DLC, ya anunciados, cambian este aspecto.

Conclusión

Casi desde la primera línea de este análisis os hemos comentado los niveles de excelencia visual de Ryse: Son of Rome. La producción de Crytek, realizada con el CryEngine 3 resulta sorprendente y abrumadora en su propuesta visual, con unos modelados ultra detallados, animaciones cercanas a la perfección y efectos gráficos capaces de dejarnos con la boca abierta de par en par. Todo ello además corriendo a 900p nativos, y 1080p escalados por la consola. Aún a pesar de ello todo un lujo para los ojos que se vende solo con ver una demostración del título.

Crytek ha hecho lo más difícil, sacar provecho de un hardware completamente nuevo, pero ha fallado en lo que se antojaba menos complicado, ofrecer un sistema de juego sólido y completo capaz de enganchar al jugador. Por si fuera poco la campaña se muestra demasiado corta y el multijugador no aporta prácticamente nada a la experiencia de juego.

Desarrollado por Crytek y editado por Microsoft, Ryse: Son of Rome ya está disponible para Xbox One a un precio recomendado de 64,95 euros y para mayores de 18 años, según el código PEGI.

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