La industria del ocio interactivo abrazará en apenas un mes una nueva generación de consolas: Xbox One y PlayStation 4 tendrán que luchar no sólo entre ellas, sino en un nuevo escenario móvil y social que ha acercado el videojuego a audiencias millonarias.
El cambio tecnológico del hardware permitirá una mayor variedad en las animaciones gracias al aumento de la memoria de las máquinas y una inteligencia artificial mejorada debido a la mayor potencia de procesamiento. Los grandes estudios apuntan a que la nueva generación de consolas traerá consigo frescura y creatividad, en forma de videojuegos en constante expansión en los que la conexión social con otros jugadores será esencial.
PlayStation 4 se integrará con teléfonos inteligentes y tabletas, permitirá en un futuro el juego en streaming, vendrá acompañada de un nuevo mando y potenciará el contacto entre los jugadores. Llegará a Estados Unidos y Latinoamérica el 15 de noviembre, a Europa el 29 del mismo mes y a Japón el próximo 22 de febrero a un precio de 399 dólares y 399 euros.
Por su parte, Xbox One se beneficiará de un renovado Kinect, que capturará vídeo en alta definición y entenderá la voz y los gestos del usuario, y la consola se ha configurado para ser el centro interactivo del salón no sólo en lo relativo al juego. Además, a través de la aplicación SmartGlass, el propietario de Xbox One podrá también interactuar con ella a través de su tableta o móvil. La consola de Microsoft llegará a España, Australia, Austria, Brasil, Canadá, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, México, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos el 22 de noviembre, justo ocho años después que Xbox 360.
Hasta la fecha, las críticas y el interés han sido más favorables a PlayStation 4 que a Xbox One, aunque ambas prometen evolución gráfica y mayor conectividad social a los jugadores. A ello ha contribuido que la consola de Sony costará 100 euros más barata y que la tecnológica japonesa dejó claro en la pasada edición de la feria E3 en junio que era favorable a la política de juegos de segunda mano y que el usuario no necesitaría conectarse a internet para utilizarla. Microsoft decidió modificar sus planes y permitir a los usuarios jugar sin necesidad de tener la máquina conectada a la red y acoger títulos de segunda mano.
Pero ninguna compañía puede dar la guerra por ganada: la competencia de PlayStation y Xbox será sin duda una carrera de fondo que se irá forjando a medida que los grandes títulos vayan demostrando la potencia de cada máquina.
Los fabricantes de consolas viven una suerte de contradicción en el momento de lanzamiento de nuevas generaciones: por una parte, la antigua consola ha alcanzado su máximo potencial de desarrollo y aparecen los títulos más sofisticados, mientras que los videojuegos para el nuevo hardware empiezan siendo básicos. Sin duda alguna, videojuegos de gran magnitud llegarán al nuevo hardware, la pregunta crucial para el éxito de las nuevas máquinas es cuándo.
La industria tradicional del videojuego espera que las nuevas consolas sirvan de acicate para su negocio, que ha acusado tanto el fin de ciclo de Xbox 360 y PlayStation 3 –bastante longevas, de 8 y 7 años respectivamente, teniendo en cuenta el ritmo al que avanza actualmente la tecnología– como el envite del juego móvil, que cada vez supone una competencia más sólida.
La coyuntura económica y la proliferación de smartphones y tabletas y de juegos sociales suponen una barrera para el cambio generacional de consolas, que adoptarán en primer término los usuarios más jugones. Hasta la fecha, la anterior generación la lidera Microsoft, con 80 millones de unidades de Xbox 360 comercializadas, mientras que Sony ha vendido 70 millones de PlayStation 3, aunque ésta consola salió a la venta un año después que la de la tecnológica estadounidense.