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'Splinter Cell: Blacklist', la mejor entrega de la saga de Sam Fisher

Una campaña que ronda las diez horas de duración, mecánicas de sigilo e infiltración, innumerables armas...

Una campaña que ronda las diez horas de duración, mecánicas de sigilo e infiltración, innumerables armas...

Sam Fisher está de regreso, y esta vez no es para solucionar ningún problema personal. Estados Unidos se encuentra seriamente amenazado por un grupo terrorista conocido como los Ingenieros. Una serie de ataques perfectamente coordinados y ejecutados han logrado poner en jaque a la Casa Blanca, que debe replegar sus tropas de todos los países no aliados en los que tiene fuerza operativa. En caso de no producirse la retirada de tropas, el grupo terrorista continuará ejecutando los planes que se encuentran en la lista negra.

Este argumento de fácil asimilación y repleto de todos los clichés posibles esconde mucho más que operaciones encubiertas, espías, viejos conocidos y muchos países que recorrer. Esconde todo lo que implica Splinter Cell: Blacklist, la entrega más sólida y completa de la serie en la actual generación de consolas en una especie de regresión cautelosa a sus orígenes. Lo repasamos a continuación.

Los ingenieros y la lista negra

Tom Clancy's Splinter Cell: Blacklist es la nueva entrega de la consagrada serie de espionaje de Ubisoft. En esta ocasión, el resultado, aún teniendo mucho en común con Conviction –la anterior entrega de la franquicia– se aparta de la acción propiamente dicha para centrarse un poco más en las mecánicas de infiltración y sigilo. Mantiene algunos de los elementos de la anterior entrega, pero ha permitido dar solidez a dichas mecánicas, que se comportan a las mil maravillas. Además vuelve toda la tecnología precisa para convertirnos en una sombra asesina muy eficiente. Se pueden encontrar prácticamente todos los registros clásicos del sello como el desplazamiento entre coberturas, el continuo juego por encontrar la mejor sombra, los elementos de distracción, o la escalada por paredes, ventanas y precipicios, para evitar ser localizado. Todo un recital de mecánicas coordinadas y ejecutadas de forma muy competente. Y no le queda otra que serlo, ya que la cantidad de elementos y posibilidades que ofrece Blacklist son enormes.

Para ir entrando un poco en antecedentes, Sam Fisher estará al mando operativo de Fourth Echelon, una agencia norteamericana destinada a solucionar de raíz la amenaza de los ingenieros y evitar los ataques de la temida lista negra. El centro de operaciones de la agencia se encuentra a bordo de un enorme avión cuyas características pueden ser mejoradas con algo de esfuerzo, dinero y mucha tecnología de última generación. Estas mejoras en la equipación del centro de mando tienen como resultado mejoras en el arsenal y estado de forma de los miembros del grupo. Todo enfocado a pasar lo más inadvertido posible cuando se pone pie en tierra, ya que cuando el enemigo te descubre, la acción se vuelve infernal y la inteligencia artificial sádica, de modo que las opciones de supervivencia son escasas.

Mucho peligro, varias posibilidades

Al finalizar cada una de las trece misiones que comprende la campaña, el jugador recibe puntos y una cantidad de dinero variable según objetivos que se debe emplear en comprar y mejorar el equipo, además de una serie de puntos dependiendo del estilo ejecutado. Estos se reparten en tres: Fantasma, Pantera y Asalto. La primera, como bien indica su nombre premia el sigilo y está pensado para los jugadores dispuestos a cruzar un escenario de una punta a otra sin ser detectado. La segunda también está más enfocada al silencio y la discreción, aunque aquí los ataques letales entre las sombras son los que mayor índice de puntos acumulan. Por el contrario, los jugadores más activos tendrán su recompensa en el modo Asalto, que premia la acción más bruta y descarada. De todos modos, tendremos que afrontar situaciones de absoluto sigilo por estricta orden del guion, mientras que en otras ocasiones tendremos mayor libertad para armar algo más de ruido. Con esto Ubisoft cubre con el diseño de la campaña las expectativas de jugadores especializados o interesados en afrontar ambas posibilidades de actuación.

El diseño tanto de las misiones como de los niveles de Splinter Cell: Blacklist está estructurado para tener diferentes soluciones adaptadas a cada tipo de jugador. De modo que siempre encontraremos otra ruta o un camino menos directo o menos concurrido para llegar al punto objetivo, aunque para esto hay que explorar sobre el terreno, con el riesgo que conlleva. Todo este compendio de posibilidades combinado con una inteligencia artificial que se resiste a mover sus peones con patrón único, suponen un reto suficiente en su modalidad normal. Pero contamos con muchos juguetes para hacer frente a cualquier situación, todo tipo de armamento no letal, incluidas granadas somníferas, gas lacrimógeno, minas eléctricas, drones aéreos de reconocimiento, cámaras adhesivas, pistola táser, etc., hasta las más mortíferas armas de asalto, pasando por un amplísimo arsenal de pistolas, fusiles, subfusiles, rifles de francotirador, granadas de fragmentación, minas, etc.

Misiones cooperativas

Además de las misiones de campaña, el juego incluye cantidad de misiones secundarias para jugar solo o en compañía tanto en pantalla partida como con un compañero en línea. Aunque estas misiones son paralelas a la trama, no están directamente ligadas a la vertiente multijugador, llamada Espías vs. Mercenarios. Un modo de juego que también retorna a la serie con cinco variantes. Las dos primeras pasan por proteger o hackear una serie de terminales alternativamente. Las diferencias entre los modos radican únicamente en el número de jugadores que varía de dos a cuatro por facción. Extracción supone una variable del clásico captura la bandera aunque sustituyendo el elemento de tela por información. Team Deathmatch, como su nombre indica enfrenta equipos combinados de cuatro contra cuatro para lograr el mayor número de bajas enemigas posibles. La última, Uplink Control nos invita a descargar información sensible del enemigo en un modo similar a conquista de territorios, tres contra tres en la cual se pueden combinar espías y mercenarios.

En cuanto a las características técnicas, Splinter Cell: Blacklist logra unos resultados notables tanto a nivel gráfico como acústico, con decorados detallados, animaciones fluidas y un flujo de juego constante y sólido. Destaca el modelado y las animaciones de Sam Fisher, que se encuentran un punto por encima del conjunto. Como es habitual en la serie, los efectos de luces y sombras son de lo mejor en el plano visual, al igual que la banda sonora y la localización para nuestro país, con textos y voces perfectamente reconocibles en castellano.

Conclusiones

Ubisoft ha logrado con Splinter Cell: Blacklist entregar a sus seguidores la mejor iteración que tiene la franquicia en la actual generación de consolas. Entre sus características se encuentra una campaña que ronda las diez horas de duración sin afrontar demasiadas misiones secundarias, sigilo en entornos ricos en detalles y posibilidades, muchas armas y gadgets, buenas misiones cooperativas y un modo multijugador competente, lo que implica una alta dosis de rejugabilidad. Una entrega que no debería pasar desapercibida para ningún seguidor de la serie, y una gran oportunidad para que los nuevos jugadores se acerquen al carácter frío e indomable del veterano Sam Fisher.

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