La ciudad de Phoenix, en Arizona, se ha convertido en el centro de un experimento que cambiará nuestras vidas, dejando de paso sin empleo a muchos de quienes ahora trabajan tras un volante. Waymo, la filial de Alphabet formada a partir de los experimentos de Google con coches autónomos, está gestionando desde hace más de un año una flota de robotaxis a modo de prueba. Aún no se cobra a los clientes, está limitado a una zona concreta de la ciudad y la mayoría de los viajes incluyen a un conductor de seguridad humano. Pero ya está operativa las 24 horas mientras la empresa aprende a gestionar una flota de vehículos y solucionar los problemas del día a día.
Waymo ha confiado la gestión de operaciones a Ellice Pérez, una veterana de Zipcar, empresa de automóviles compartidos, donde trabajó durante diez años ayudando a gestionar las flotas de vehículos de la compañía y abrir mercados en nuevas ciudades, entre ellas Madrid. Pérez se ha encargado de explicar en el blog de la compañía cómo funciona el servicio y el centro de operaciones de Phoenix a través de los cuatro grandes grupos de empleados que trabajan en sus cocheras.
En primer lugar, los vehículos pasan por revisiones continuas por parte de los técnicos de Waymo, que se encargan de asegurarse de que los sensores y el software de conducción autónoma funcionan correctamente. Según explica The Verge, en esta tarea también colabora la empresa de alquiler de coches Avis, cuyos empleados revisan tanto la limpieza del vehículo como la parte más mecánica: cambios de aceite, estado de los neumáticos, etc. Un trabajo que esperan se incremente ahora que acaban de empezar a salir por la noche. Siempre es más probable que el coche te lo ensucie un cliente borracho que un trabajador que va a la oficina.
Los coches de la flota desplegada en Phoenix son Chrysler Pacifica, vehículos híbridos con motor de combustión, de los que Waymo ha comprado 62.000 para servir a esta ciudad y todas aquellas a las que expanda el servicio. Se espera que las labores de mantenimiento mecánica se reduzcan cuando el acuerdo de Waymo para incorporar 20.000 vehículos eléctricos Jaguar I-PACE empiece a dar sus frutos.
Cuando cada vehículo ha recibido la autorización para salir, otro grupo de trabajadores se encarga de enviarlos donde esté previsto que sea más necesarios, además de preparar viajes específicos para probar nuevas características o conseguir más experiencia del mundo real. Los coches ya no regresarán a las cocheras hasta el cambio de turno del conductor de seguridad, si es que hay uno.
Durante el viaje, en caso de que el coche se enfrente a una situación extraordinaria, como puedan ser unas obras o cualquier situación inesperada, el vehículo se puede poner en contacto con un equipo de respuesta rápida que puede dar órdenes al robotaxi. Si, por ejemplo, una calle está bloqueada el coche avisaría a sus controladores, estos verificarían que es un corte y que no se puede pasar por ahí y trasladarían la información al resto de la flota, mientras el coche afectado decidiría qué hacer a continuación.
Además, ante un servicio tan automatizado, cada coche está equipado con un botón que permite al usuario ponerse en contacto con el equipo de atención al cliente, al que también se puede acceder a través de la app de Waymo. De este modo el viajero podrá preguntar todas las dudas sobre el funcionamiento del servicio si no es capaz de resolverlas a través de la app, desde saber qué hacer si ha cambiado de destino en mitad del trayecto hasta cómo cambiar la música ambiental.
Aunque Waymo se esté centrando en el servicio de robotaxis como su primera incursión comercial, no será su única vía de ingresos. También está trabajando en un acuerdo con Honda para desarrollar vehículos especializados para mensajería, ha comprado varios camiones para trabajar el la automatización del transporte de mercancías y ha anunciado que está en negociaciones con alrededor del 50% de la industria automovilística para empezar a vender coches equipados con su tecnología en un par de años.