LG ha presentado el futuro de sus televisores: se despegan de la pared, se enrollan y se llevan de viaje. Las características son impresionantes: 55 pulgadas, tecnología OLED, 1.9 kg de peso y sólo 0.97 mm de grosor... ¡0.97mm de grosor! Esta extravagancia tecnológica no tiene precio; huele tanto a prototipo que LG ni se ha molestado en intentar valorar su viabilidad económica, como indica The Verge.
Aunque la información de la que disponemos es escasa, parece que el truco reside en que los componentes electrónicos que suelen encontrarse dentro del cuerpo de un televisor no se encuentran unidos a la pantalla, sino dentro del cuerpo principal. Lo desacoplable es realmente el panel OLED, el resto se queda fijo. Unos imanes conectan el cuerpo trasero y el panel. Tirando desacoplamos la estructura y al ser flexible podemos enrollar el panel (hasta un extremo) y sacarlo de paseo.
¿Vale la pena?
¿Qué quieren que les diga? No termino de entender su utilidad. Dejando a un lado el impresionante logro tecnológico, que lo es, ¿quién quiere llevar de paseo su televisor? Podría ser interesante un futuro en el que sólo se compre un televisor para actualizar su software y procesador, pero conservando el panel frontal antiguo; algo parecido al modelo de compra de ordenadores de escritorio. Parece complicado aplicar este modelo al mercado actual, ya que la calidad visual de los paneles es un gran atractivo a la hora de comprar un nuevo televisor.
Quizás LG quiere demostrar que en un futuro sí que podrá reducir las dimensiones de todo el equipo para hacerlo más portátil, o que no le importa ser el único fabricante que sigue apostando firmemente por las pantallas OLED (Samsung y Sony están abandonando su fabricación). En cualquier caso, estos prototipos sirven para mostrar el camino que seguirá LG en los próximos años. Tiempo al tiempo.