No son capaces de saltar ni realizar las piruetas que practican las humanas pero, en su presentación en Japón, las animadoras robóticas desarrolladas por la empresa nipona Murata y la Universidad de Tokio asombraron al público allí presente.
Diez robots vestidas de rojo y con leds del mismo color a modo de pompones empezaron a bailar sobre el escenario con una coordinación y sintonía de movimientos fuera de lo normal. ¿Su secreto? Su estabilidad, tres sensores giroscópicos de última generación escondidos bajo la bola que las sostiene, que identifican la dirección del cuerpo para después avanzar en ese sentido. Su coordinación, cuatro sensores infrarrojos y cinco micrófonos ultrasónicos que detectan obstáculos en 16 metros, evitan que se choquen y facilitan que mantengan su posición. Además, cada una de ellas dispone de una autonomía de una hora de baile, algo en lo que sí superan a sus homólogas humanas.
Con ellas, los de Murata pretendían mostrar, en movimiento, la tecnología giroscópica que desarrollan para incoporarla en los sistemas de estabilidad en carretera, o ESC, así como la tecnología de comunicación inalámbrica de datos entre sensores (V2V) que, en el futuro, también podría evitar que colisionen dos vehículos, lo que supondrá salvar miles de vidas.
Datos:
1,5 kilos y 36 centímetros son sus "medidas".
30 centímetros por segundo es su velocidad de balanceo.