Con 16,32 petaflops, el superordenador Sequoia devolvió en junio el trono de la mayor potencia a dos clásicos del género: su constructor, IBM, y su propietario, el laboratorio Lawrence Livermore del Departamento de Energía de Estados Unidos. Hacía tres años que reinaban superordenadores japoneses y chinos y son precisamente estos últimos los que se han mostrado dispuestos a invertir para liderar una clasificación que, en cierto modo, recuerda a la carrera espacial de los años 50 y 60.
No obstante, en este mes de noviembre se dará a conocer una nueva lista y se espera que el trono lo conquiste Titan, un superordenador construido por Cray que mezcla microprocesadores AMD y procesadores gráficos Nvidia y cuyo objetivo es alcanzar los 20 petaflop/s.
Pero los chinos no se están durmiendo en los laureles. Tianhe-2 estará listo en 2015 y sus constructores esperan alcanzar nada más y nada menos que 100 petaflop/s mezclando microprocesadores norteamericanos, que son los que actualmente emplean todos los superordenadores, y chinos. No obstante, no lo tendrá fácil. Estados Unidos, Japón y la Unión Europea tienen ambiciones similares. Los chinos esperan ser capaces de superar los 1.000 petaflop/s para 2018.