La viróloga del CSIC Margarita del Val (Madrid, 1959) ha sido probablemente la voz de nuestra conciencia a lo largo del último año y medio. Doctora en Química por la especialidad de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid, De Val pronto se convirtió en una de las voces más autorizadas a la hora de analizar la deriva de esta pandemia, pero también en una de las más conservadoras.
Cada vez que alguien trataba de lanzar las campanas al vuelo, ella rebajaba las expectativas y nos convencía de que aún quedaba mucho camino por recorrer como para relajarnos y poner en peligro a nuestros mayores, los más vulnerables frente a un fantasma que se ha cobrado ya millones de vidas en todo el mundo. Precisamente por eso, cuando por fin parece que los principales indicadores nos empiezan a dejar ver la luz al final del túnel, su diagnóstico es más importante si cabe.
Pregunta: España ha conseguido entrar en riesgo bajo de incidencia por primera vez en más de 14 meses y no es el único indicador que se encuentra en parámetros de control. Permítame que trate de pasar a estos datos la prueba del algodón con su ayuda… Son buenas noticias, ¿no?
Respuesta: Ahora mismo estamos en una situación que tiene una pinta muy favorable. Llevamos mucho tiempo bajando el número de casos. Esta oleada ha sido la mejor de todas, porque ya teníamos a una buena parte de la población vacunada cuando empezó y ahora es más favorable todavía, porque tenemos a más personas vacunadas y, sobre todo, al 98% de los mayores de 60 años, que es donde realmente hay que poner el foco, porque 19 de cada 20 fallecidos durante toda la pandemia pertenecen a este grupo. Es verdad que estamos empezando el otoño y, en cuanto los seres humanos empezamos a sentir frío, empezamos a cambiar nuestro comportamiento, a meternos en interiores por las tardes, a no ventilar bien… Y empieza a subir el número de contagios. Sin embargo, ahora ya no nos importa el número de casos, sino si hay oleadas de personas graves, porque los mayores ya estamos vacunados y la mortalidad o, por lo menos, la enfermedad grave bajará notablemente.
P: Entiendo, por tanto, que, aunque vengan nuevas olas, serán menos preocupantes…
R: Serán menos preocupantes porque habrá menos personas graves. Además, tenemos a nuestro favor que sabemos mejor cómo protegernos. La población más vulnerable sabe que se tendrá que poner mascarilla cuando vaya a un sitio más concurrido. Por otro lado, tenemos un arma fantástica que quiero que apliquemos: podemos comprarnos test de antígenos en las farmacias. Si nos vamos a reunir con los abuelos, pues nos hacemos todos un test de antígenos y si hay uno que da positivo, pues vamos los demás. Antes nos teníamos que hacer una PCR, que era mucho más cara, y teníamos que ir a un sitio especial, pero ahora es mucho más fácil. Tenemos muchas más armas. Sin embargo, también hay que recordar que las vacunas no son infalibles: protegen en un 95%, lo que quiere decir que 5 de cada 100 todavía pueden tener una enfermedad grave. Entonces, hay que ir recobrando poco a poco la normalidad, pero no desmelenarnos
P: ¿Estamos preparados entonces para convivir con el virus?
R: Tenemos casi un 2% de mayores de 60 años que no se han vacunado y, para eso, lo más importante es llegar a vacunarles, porque hasta que no nos libremos de poder acabar contagiando a esas personas, tenemos que tener cuidado. Ente las personas mayores hay un problema, que es el miedo. Hay personas mayores que dicen… ‘Uf, yo estoy muy machacado, tengo muchas enfermedades crónicas y a ver si la vacuna me sienta mal’. A ti lo que te va a sentar fatal es si te infectas y, como el virus se va a quedar con nosotros, no te puedes permitir no vacunarte. Entonces, para poder convivir con el virus necesitamos vacunar a esas personas y ahora es el mejor momento para sacarlas del miedo general que tienen los que se han quedado recluidos en casa. Son poquísimos, pero siempre conocemos a alguien directamente que no se atreve a salir. Bueno, ahora hay una bajísima incidencia, todavía está el solecito a medio día, estamos muchísimos vacunados… Que se atrevan a salir, que ahí fuera no está pasando nada.
P: ¿Tendremos que ponernos más dosis o incluso vacunarnos todos los años?
R: Yo no lo creo. El gran problema de esta pandemia no ha sido que el virus sea el enemigo más potente e infeccioso que hemos tenido nunca, sino que no tenemos defensas. No lo habíamos pasado de pequeños, ésa es la diferencia. Hay muchas enfermedades infecciosas que las pasamos de niños, cuando tenemos un sistema inmunitario muy potente, y luego nos queda memoria inmunitaria para toda la vida. Las vacunas han suplido el haberlo pasado de pequeños. Por lo tanto, es una infección más. No sabemos si se quedará como un catarro como los que causan otros coronavirus o si se quedará como la gripe, que causa unos 15.000 muertos cada año, pero desde luego ya no será lo que ha sido hasta ahora. Y vacunarse todos los años, yo creo que no. Todavía no lo puedo decir, pero este año desde luego no hace falta ponerse una tercera dosis. Ningún tramo de edad, y en las residencias tampoco.
P: ¿Tampoco es partidaria entonces de inocular una tercera dosis a los mayores de 65 años?
R: Es que no hay evidencia que apoye que haga falta. La protección que tienen ahora mismo los mayores de las residencias es la misma que tenían cuando estaban recién vacunados. La efectividad de las vacunas no ha bajado en absoluto. No hay más casos graves entre ellos que los que había recién vacunados.
P: Pero sí son varios los estudios que constatan una pérdida de anticuerpos…
R: ¿Pero a estas alturas no sabemos que los anticuerpos no son marcadores de la protección? Llevamos nueve meses hablando de variantes nuevas que parece que no se neutralizan bien con los anticuerpos de las personas vacunadas y, sin embargo, vemos que todas estas variantes con las que nos habían asustado tanto se controlan muy bien a nivel de población. No hay una clínica importante asociada con las variantes. La protección frente a delta es la misma que frente a alfa y es la misma si nos infectamos recién vacunados que si nos infectamos meses después. El sistema inmunitario es mucho más completo que sólo los anticuerpos, lo que pasa es que es lo único fácil de medir, pero que dejen de engañarnos. Estamos rodeados de enfermedades infecciosas. Si frente a todas las enfermedades infecciosas tuviésemos la misma cantidad de anticuerpos que el mes que nos hemos infectado, la sangre estaría llena de anticuerpos y estaría prácticamente sólida. Eso no es una medida de la protección. La protección es estable desde que nos empezamos a vacunar. Es más… De todas las vacunas, ¿me puedes decir cuáles nos ponemos regularmente todos los años?
P: Únicamente la de la gripe que yo sepa….
R: Efectivamente. Ninguna otra. No nos volvemos a poner las vacunas que nos ponemos de pequeños porque son vacunas muy potentes, muy buenas y nos protegen para toda la vida o lo suficiente para que si nos viene una segunda infección no nos enteremos. Hay una excepción de una vacuna, que es más débil que todas las demás, que es la vacuna de la gripe. Y hay un virus que varía más que algunos de esos virus, y que varía 10 veces más que el coronavirus, que es la gripe. Por eso, esas vacunas se repiten todos los años, pero estas cuatro vacunas contra el coronavirus son muy buenas y potentes, y el virus es más fácil de controlar de lo que tendemos a pensar. Por tanto, no hay por qué creer que va a hacer falta una tercera dosis, ni que nos tengamos que vacunar cada año.
P: Usted siempre ha sido muy prudente -pesimista dirán algunos- y, ahora, sin embargo, una tiene la sensación de la que invade un gran optimismo.
R: Para los vacunados, mi nivel de optimismo es muy alto, pero soy exactamente igual de pesimista que antes para las personas que no se han vacunado. Hay que tener en cuenta de que la vacuna sólo protege al que está vacunado. La vacuna a lo mejor hace algo menos probable que el virus llegue a alguien no vacunado, pero todavía no sabemos cuánto menos probable, porque también podemos contagiar. Por eso, el riesgo de la persona que no se ha vacunado, su riesgo personal, es exactamente el mismo que el que tenía hace seis meses, hace doce o hace dieciocho. Entonces, para esas personas no soy nada optimista. Esas personas se tienen que vacunar. Nos hemos vacunado casi 40 millones de españoles. Si pasase algo gravísimo, no se podría ocultar.
P: El problema es que entre esas personas no sólo hay gente que tiene miedo. También hay grandes grupos antivacunas…
R: Yo creo que tienen miedo también. Necesitan una certidumbre total y no la vamos a tener nunca en la vida. Ni se la va a dar la ciencia, ni se la va a dar el conocimiento. Y no la vamos a tener para nada. Ni para el coronavirus, ni para ninguna otra cosa. Por eso se refugian en barbaridades absolutas. Ahora se sienten más animados, están más activos, pero yo creo que en el fondo tienen miedo y hay que sacarles de ese bucle en el que están. Hay que comprenderles, no atacarles, pero que nadie se escude en que esto es cosa de las compañías farmacéuticas, que están haciendo dinero. Por mí, que hagan dinero vendiendo un bocadillo, una Coca Cola, una entrada de cine, un viaje o una vacuna, pero yo estoy viendo el beneficio de la vacuna, lo estoy viendo claramente. ¿Pago por ello? Claro que sí. Que no le busquen tres pies al gato. Las personas que estamos vacunadas no sólo estamos sanos, no sólo estamos protegidos, sino que estamos más tranquilos. Se nos han ido muchos fantasmas de los que teníamos y por fin tenemos futuro. Estamos haciendo planes que antes de vacunamos no estábamos haciendo.
P: Tan bien han funcionado estas vacunas que parece que ya nos hemos olvidado de los antídotos españoles que se están desarrollando en el CSIC. Mariano Esteban parecía estar a punto de empezar los ensayos con humanos, pero Sanidad decidió paralizarlos. Y de las vacunas de Enjuanes y Vicente Larraga no parece haber novedades…
R: Ahora vamos con más sosiego, pero siguen adelante. Necesitamos más vacunas. Las vacunas que tenemos en estos momentos son las vacunas más rápidas y sencillas, pero tenemos que hacer otras más completas y lo importante ya no va a ser la rapidez, sino lograr sacar adelante vacunas realmente potentes de segunda, de tercera generación, que sean esterilizantes. Es decir, que protejan de la infección y eviten la transmisión.
P: Eso es precisamente lo que haría la vacuna de Enjuanes, ¿no?
R: Probablemente. Hasta que no lo demuestren, no tendremos la certeza, pero parten de un punto de partida que es mucho más favorable para probablemente ser esterilizante. Imagínate que toda persona vacunada desde que empezamos el invierno pasado fuese una persona que pudiera ser feliz y dijera adiós a todas las restricciones. Los vacunados hemos seguido llevando mascarilla y hemos seguido manteniendo ciertas medidas porque podemos contagiar. Si tuviésemos vacunas esterilizantes, la pandemia sería otra cosa socialmente. No solo personalmente, que ya estamos seguros con estas cuatro vacunas, sino a nivel de sociedad. Habríamos avanzado mucho más rápido. Persona vacunada, persona que se puede ir a bailar a la discoteca. Por eso necesitamos más vacunas. A nosotros ya no nos hace falta. Yo, con esta vacuna, aunque me contagie en el futuro, eso será un refuerzo de mi memoria inmunitaria. Ojalá que me infecte cada 6 o 7 años y me vaya reforzando a lo largo de mi vida. Pero hay países a los que todavía no han llegado las vacunas. Por eso tenemos que seguir adelante. Yo lo veo claro y el resto del mundo también lo ve.