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El Colegio de Médicos de Barcelona investiga la relación de varios colegiados con el timo de la lejía

Si alguno promociona, prescribe o administra dióxido de cloro, emprenderán acciones legales "hasta las últimas consecuencias", aseguran a LD.

Sanitarios del Hospital Vall d’Hebrón guardan minuto de silencio por los compañeros fallecidos de covid. | David Zorrakino / Europa Press

El Colegio de Médicos de Barcelona lleva años denunciando las malas prácticas del agricultor Josep Pàmies y sus colaboradores, al entender que atentan contra la salud pública. Lo peor es que han descubierto que algunos de ellos podrían ser colegiados. En declaraciones a LD, el secretario de la organización, Gustavo Tolchinsky, ha asegurado que están "estudiando a varios profesionales" por su posible relación con este timo. Los facultativos podrían estar recomendando o administrando dióxido de cloro (lejía) frente a distintas patologías.

De momento, no quieren dar nombres. Se trata de una investigación interna, "expedientes internos del Colegio". Pero "cuando tengan suficiente información recabada", asegura el doctor, "haremos las actuaciones pertinentes". Para esto no hay paliativos, "si se demuestra que hay algún tipo de actividad que promociona, prescribe o incluso administra algunos de estos productos, las acciones colegiales acabarán hasta las últimas consecuencias". Y eso significa que "puede acarrear la incapacitación o la expulsión de la actividad profesional".

De confirmarse las sospechas del Colegio de Médicos de Barcelona, estos sanitarios tampoco serían los primeros en apuntarse al timo. En el mes de enero, por ejemplo, el programa Espejo Público entrevistaba a un doctor jubilado de Palma de Mallorca que aseguraba haber curado a su esposa de covid con el dióxido de cloro que él mismo le había administrado.

Desafían a la autoridad médica

Lo de Pàmies viene de largo. Según recordaba Tolchinsky, una de las primeras acciones que acometieron contra la actividad de Pàmies fue comunicar a la administración catalana la convocatoria de un Congreso en Barcelona titulado "Un mundo sin cáncer. Lo que tu médico no te está contando". Para ellos, "un desafío a la autoridad médica en general".

El acto finalmente se celebró. "Invitó a varios personajes que daban un discurso muy sesgado respecto al conocimiento del cáncer, planteando que hay una actitud casi de confabulación en contra de los pacientes por parte del colectivo médico, y tergiversando claramente algunas informaciones sobre el impacto real de algunos productos".

Casi se apropió de uno de ellos, todavía en fase de investigación. Se trata de un proyecto liderado por el Dr. Bosch-Barrera, un oncólogo de Gerona que estudia la silibinina, un flavonoide presente en las semillas del cardo mariano, para un perfil muy concreto de personas que tuvieran la enfermedad. Pàmies llegó a afirmar que "de forma genérica era un producto que estaba avalado en el uso en pacientes con cáncer y que era curativo".

El especialista no daba crédito cuando de dio cuenta de que "hacía referencia a parte de su investigación", y a través de las redes sociales se dirigió al divulgador de pseudociencias para advertirle de que la información que estaba ofreciendo era errónea. "Está afirmando que es curativo un producto que yo estoy todavía investigando en un perfil muy concreto de pacientes y aún estamos en fase de obtener información clínica sobre su relevancia", le espetó. Se equivocó hasta en la forma de administración: "No es por la vía que usted dice".

"En ese momento, la administración catalana hizo una inspección y finalmente, le cayó una multa de unos 600.000 euros", explica el secretario del Colegio de Médicos de Barcelona, pero siguió "haciendo manifestaciones en sus medios de divulgación, en las redes sociales y en los entornos de actividad en los cuales se mueve más".

Presionan a los sanitarios

Con la llegada de la pandemia, el falso curandero reaparece aún con más fuerza. En un primer momento, para negar la existencia del virus y, en consecuencia, de la crisis sanitaria. Y, en una segunda fase, para ofrecernos su antídoto universal contra la enfermedad que causa el Sars-Cov-2: dióxido de cloro (MMS/CDS).

Josep Pàmies es pura contradicción, pero a sus seguidores parece no importarle. Pasó de afirmar que "la covid no supone ningún riesgo" y que no era necesario adoptar "ninguna precaución" a "citar a sus feligreses para hacer un encuentro de abrazos" y "recomendar, en caso de enfermedad, el dióxido de cloro".

Encuentro de abrazos organizado por la Asociación Dolce Revolución de Pàmies.

La cosa fue grave, explica Tolchinsky. "Hubo una OPA a los centros sanitarios, donde se personaban determinados personajes intentando presionar a los profesionales para que administrarán este producto a los enfermos", relata.

Entonces, "se hizo un comunicado a la Fiscalía de Lérida alertando de esta situación" y "pusimos la denuncia porque era un atentado del orden de salud pública". La iniciativa no prosperó. "Entendemos que por motivos que escapan a los argumentos que nosotros estábamos dando, como agente garante de la buena práctica médica", señala.

Ellos consideraron que era algo que tenían que hacer. Desde el Colegio de Médicos de Barcelona se sienten "corresponsables de la salud de la población" y era necesario "alertar de que había una persona que estaba dando consejos de salud sin base científica y sobre todo, con alto riesgo para la seguridad de las personas". Algo especialmente grave teniendo en cuenta la situación en la que nos encontrábamos. "Un momento de altísima vulnerabilidad, como es la pandemia", indica, "donde estábamos teniendo tantas dificultades para encontrar tratamientos eficaces".

Lo que hizo Pàmies en aquel momento fue muy dañino. Tolchinsky nos invita a imaginar la situación: "Aparece un personaje haciendo el uso de un discurso absolutamente sesgado y absolutamente manipulador", confundiendo a la gente con "un producto que, resulta curioso, sirve para lo que se le ocurra" y que "acaba siendo más eficaz que cualquier intervención médica estudiada y contrastada".

El fanatismo de sus seguidores

Josep Pàmies y su caterva de colaboradores promocionan y recomiendan a las personas que confían en ellos un producto (el dióxido de cloro) que está prohibido por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios desde el año 2010. Pero, aún así, consiguen que sus seguidores lo consuman según unos protocolos creados por ellos mismos y que no están avalados por ningún ensayo clínico. Un hecho inexplicable para algunos, y es que solo se entiende desde el ámbito de la fe o las creencias.

Para el secretario del Colegio de Médicos de Barcelona, esto se une además con el interés que para ciertos perfiles despierta el mero hecho de que "va en contra de un grupo que teóricamente es un estatus de poder, como los médicos, la industria o las instituciones". Según considera el doctor, "es parte de los argumentos que refuerzan la credibilidad ante las personas que le siguen, porque en el fondo hay un punto de paranoia".

Manifestación antivacunas y antipandemia del 4 de septiembre de 2021 en Irún.

Es por eso que a ellos les interesa transmitir "la sensación de que las autoridades te engañan". "Fíjate que el titular del Congreso de Barcelona (sobre el cáncer)", exclama Tolchinsky, "'lo que tu médico no te explica...' como si hubiera una verdad oculta en nuestra práctica cotidiana, como si los médicos no muriéramos de cáncer o tuviéramos otras enfermedades".

Como ya hemos denunciado en reportajes anteriores, hacen uso de técnicas de persuasión y manipulación propias de cualquier secta. "Es un discurso que tiene un componente ideológico y un componente casi paranoide asociado", advierte. "Todas aquellas personas que viven con un cierto recelo hacia el propio concepto de autoridad, hacia la administración o cualquier otro de los elementos identificables en su discurso, se ven reforzadas. Se ven claramente empujadas. Y solo falta que tengas una situación de desesperación, porque tengas alguna patología que no tenga curación o acarrea un sufrimiento importante, para que te veas arrojado a las manos de alguien que se aprovecha".

Llegados a este punto, Tolchinsky no se mide en las consideraciones. "Se mete con muy mala baba, con muy mala intención, para aprovecharse del sufrimiento y conseguir un beneficio", así de claro es a la hora de opinar de las "intervenciones que abusaban de gente". Aquí encontramos desconocidos y también famosos, a los que ha utilizado "para hacer gala de su capacidad para colocar los productos".

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