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Las 5 razones que explicarían el preocupante aumento de los contagios en las residencias de mayores

Los contagios se disparan a niveles de febrero y las muertes siguen la racha alcista, a pesar de que la vacunación en estos centros roza el 100%.

Los contagios se disparan a niveles de febrero y las muertes siguen la racha alcista, a pesar de que la vacunación en estos centros roza el 100%.
Imagen de una residencia del centro de Barcelona | EFE

En la última semana, los contagios en las residencias de mayores se han disparado hasta tal punto, que no hay ni una sola comunidad que no mire con cierta preocupación la deriva que están tomando estos centros.

El lunes, la localidad valenciana de Navarrés confirmaba un nuevo brote que afecta a 57 personas de una residencia. El martes, se elevaban a cuatro los fallecidos en un brote detectado en Écija (Sevilla). El miércoles, Córdoba lamentaba la muerte de nueve residentes de un centro de Pedroche… Y sólo hay que bucear mínimamente en los periódicos locales para seguir encontrando titulares que corroboren esta preocupante tendencia.

Las propias estadísticas que el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) publica semanalmente arrojan unas cifras de contagios que no se veían desde el pasado mes de febrero y, aunque la mortalidad es considerablemente menor que por aquel entonces, el creciente número de fallecidos invita a seguir alerta.

Según la última actualización -correspondiente al pasado 1 de agosto- los positivos en las residencias de mayores ascendían en dicha fecha a 1.272, mientras que en esa última semana del mes de julio se registraron un total de 72 muertos. Una cifra preocupante si tenemos en cuenta que entre el 5 y el 11 de julio se había conseguido reducir el número de fallecidos a 0.

Con estos datos sobre la mesa, son muchos los que se preguntan qué esta fallando, ya que, según el Ministerio de Sanidad, el porcentaje de vacunados entre los mayores de 80 años es del 100% y, en la franja de 70 a 79, supera el 98%. La primera respuesta que arrojan los expertos es la que más alas da a los negacionistas: las vacunas no son infalibles. Sin embargo, ni es la única, ni probablemente la más relevante.

La vacuna no es infalible

Desde el inicio de la campaña de vacunación, médicos y epidemiólogos han venido insistiendo en que la vacuna no libra de la infección: los vacunados pueden seguir contagiándose, pero el antídoto suaviza mucho el impacto de la enfermedad.

El hecho de que las residencias no sean centros blindados al exterior hace que este escenario sea posible, ya que, además de las salidas de los internos y las visitas de familiares, los trabajadores no viven allí, por lo que pueden llevar el virus a sus dependencias.

Las patologías de base

La explicación anterior justificaría los contagios, pero no el creciente número de fallecidos. En este caso, los expertos señalan que el principal problema es que la covid-19 puede agravar las patologías de base de nuestros mayores.

"Es posible que, al estar vacunados, haya menos gravedad de la infección, pero que otras patologías de base se descompensen y haya más mortalidad", explica Benito Almirante, jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d´Hebron de Barcelona y autor de un estudio realizado en colaboración con la patronal catalana de centros asistenciales ACRA en 80 residencias.

Tras analizar más de 2.000 casos registrados entre marzo y mayo de 2020, Almirante constata que hay varias características clínicas que elevan el riesgo de mala evolución. A parte de la edad, "tener demencia es la problemática de base que implica un peor pronóstico" si el paciente contrae la covid-19.

La pérdida de anticuerpos

La tercera razón que explicaría el porqué de este agravamiento de la situación en residencias es la que más preocupa y ocupa a las autoridades sanitarias en estos momentos, por cuanto está en sus manos poder plantear una solución: la pérdida de anticuerpos que se produce pasados unos meses de la segunda dosis. Los expertos no parecen ponerse de acuerdo sobre en qué momento comienza a reducirse la inmunidad que otorgan las vacunas, pero lo cierto es que esto depende de muchos factores, entre ellos, la edad.

Hasta ahora, la mayoría de los estudios apuntaban que la protección se mantiene, como mínimo, un año. Sin embargo, gran parte de ellos se han llevado a cabo en personas menores de 65 años. Precisamente por eso, cobra especial relevancia el estudio realizado por IrsiCaixa y la Atención Primaria Metropolitana Norte del Instituto Catalán de la Salud (ICS) entre un centenar de mayores de tres residencias de dicha zona.

"Los resultados muestran que las personas que no habían pasado la infección tienen niveles muy bajos de anticuerpos neutralizantes tres meses después de vacunarse y, además, estos niveles disminuyen a medida que la edad incrementa", explicaba Macedonia Trigueros tras la presentación del estudio. De ahí que ya se esté planteando la necesidad de una tercera dosis, al menos para este grupo.

Para aquellos que ya han pasado la enfermedad, ese refuerzo no sería tan urgente, ya que, a priori, parecen estar protegidos durante mucho más tiempo. De hecho, según el estudio, aunque tengan una respuesta inmunitaria menos eficaz ante las vacunas, alcanzan unos niveles de anticuerpos similares a los de la gente más joven.

Los trabajadores no vacunados

Sobre la forma en la que el virus ha regresado a las residencias, hay pocas dudas: las salidas, las visitas y los trabajadores son los principales focos de infección. Por lo que respecta a estos últimos, preocupa especialmente el personal no vacunado, ya que, según la evidencia científica, aquellos que han recibido la pauta completa tienen menos posibilidades de transmitir el virus.

El porcentaje de empleados que se niega a vacunarse no es muy alto -apenas supera el 10%- pero puede complicar la situación. Las asociaciones del sector reclamaban al Gobierno medidas valientes, como la de Francia, que obliga a todos los trabajadores de este tipo de centros a vacunarse antes del 15 de septiembre. A partir de entonces, comenzarán las eventuales sanciones.

El Consejo Interterritorial de Salud, sin embargo, no se ha atrevido a ir tan allá y se ha limitado a imponer dos pruebas semanales -PCR o test de antígenos- a aquellos trabajadores que se nieguen a recibir la vacuna o que no tengan la pauta completa. Además, se autoriza a las empresas a valorar su traslado a otro puesto de trabajo para evitar el contacto con los residentes. Algo que, sin embargo, éstas ven inviable.

Las principales patronales del sector recuerdan que el 98% de los empleados son personas centradas en la atención directa. "Todo el mundo tiene contacto con las personas mayores", señala Cinta Pascal, presidenta del Círculo Empresarial de Atención a las Personas (CEAPs), por lo que su recolocación es prácticamente imposible.

En este sentido, Pascal califica de "insuficientes" y "poco valientes" las medidas adoptadas por Sanidad y se muestra convencida de que España acabará haciendo obligatoria la vacuna para el personal sanitario y sociosanitario dentro de unos meses, "cuando no haya dos o tres países en la Unión Europea que la exijan, sino diez". La cuestión es cuántos contagios más -y cuantas posibles muertes- tendremos que lamentar hasta entonces.

Las visitas de familiares

Junto a la situación de los trabajadores, preocupa igualmente la pauta de vacunación de las visitas. Al margen de las medidas que se puedan adoptar a tenor de brotes puntuales, las patronales son partidarias de exigir que aquellas personas que acudan a visitar a sus familiares lo hagan una vez recibidas las dos dosis.

Para el presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia, Ignacio Fernández-Cid, el debate ni siquiera debería existir: "Se habla de que sea obligatorio el certificado de vacunación para acceder a ciertos locales o establecimientos, pues es imprescindible que se exigiera para las visitas de los familiares en los centros y así evitaríamos muchos riesgos que se están corriendo innecesariamente".

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