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Rafael Toledo: "No nos debería alarmar el hecho de que haya muchos contagios entre gente joven"

El catedrático de Parasitología de la Universidad de Valencia explica por qué no deberíamos alarmarnos ante la quinta ola ni cerrar el ocio nocturno.

El catedrático de Parasitología de la Universidad de Valencia explica por qué no deberíamos alarmarnos ante la quinta ola ni cerrar el ocio nocturno.
Rafael Toledo, catedrático de Parasitología de la Universidad de Valencia | Libertad Digital

Cierre del ocio nocturno, toque de queda, municipios confinados nuevamente… La escalada de contagios entre los jóvenes amenaza con arruinar un verano en el que todos dábamos por sentado que el avance de la campaña de vacunación nos iba a permitir afrontar una temporada estival más cercana a la época anterior al coronavirus que al miedo que nos ha acompañado en los últimos 16 meses.

Sin embargo, en medio de mensajes apocalípticos, surgen voces que llaman a la calma y que, además, lo hacen con importantes argumentos bajo el brazo. Rafael Toledo (Valencia, 1966) es catedrático de Parasitología en la Universidad de Valencia y no sólo comparte su sabiduría con sus alumnos. También con sus seguidores en Twitter. En la red social de los 280 caracteres, a este experto no le duelen prendas en hacer hilos de 25 mensajes si es necesario para hacer frente a bulos o falsas creencias.

Tampoco escatima tiempo en atender la llamada de Libertad Digital para combatir el discurso más extendido en las últimas semanas: ni la quinta ola va a ser tan grave, ni hay que criminalizar a los jóvenes, ni hay que cerrar el ocio nocturno. "Para tomar siempre la medida más restrictiva no necesitamos grandes legisladores, ni grandes expertos", advierte el catedrático, que defiende que seguir tomando como referencia la incidencia acumulada para calibrar el riesgo no tiene ningún sentido y que adoptar ciertas medidas puede tener "un impacto muy importante a nivel social".

P: Se empieza a hablar de una nueva ola y, cada vez que eso sucede, parece que nos entra el miedo en el cuerpo… ¿Cómo de grave puede llegar a ser esta quinta ola?

R: Yo creo que esta ola va a ser muy diferente, porque entra en juego la vacuna y eso hace que los grupos más vulnerables, en principio, estén protegidos, salvo contadas excepciones. De hecho, eso lo demuestra el que la transmisión se esté produciendo fundamentalmente no sólo en gente más joven, sino en los grupos de 10, 20 y 30 años, que precisamente son los que más vida social tienen. Pero no creo que sea más grave, porque los grupos vulnerables están protegidos. El problema es que hasta ahora nos estamos basando para hacer cualquier tipo de proyección en la incidencia acumulada y eso tenía cierto sentido antes, cuando existía una cierta correlación entre el número de contagios y el número de casos graves, pero eso se está perdiendo precisamente gracias a la vacunación. Con lo cual, aunque se incremente el número de casos, no es previsible que esto se traduzca en un incremento significativo de hospitalizaciones, de casos graves y fallecimientos. De hecho, esto no ha ocurrido en el Reino Unido ni en otros países donde la situación está siendo similar.

P: Y si no tomamos como referencia la incidencia acumulada… ¿cuál debería ser el criterio para establecer el riesgo?

R: La incidencia acumulada tiene muchos sesgos. De entrada, yo la puedo subir o bajar a conveniencia. ¿Cómo? Haciendo más o menos test. En segundo lugar, tiene un problema y es que, al final, los diagnósticos que hacemos son dirigidos. ¿Qué quiere decir eso? Pues que partimos de un caso y lo que hacemos es mirar alrededor de ese caso, con lo cual, la probabilidad de encontrar positivos es mucho mayor que si los hacemos de forma aleatoria. Como digo, puedo entender que esta referencia se utilizara durante un tiempo, porque sí que había esa correlación, pero hoy en día yo creo que la referencia para establecer normas y dictar políticas de actuación tiene que ser fundamentalmente el número de hospitalizados, el número de ingresos en UCI y, por supuesto, de fallecidos. También pueden tener su sesgo, porque los criterios de hospitalización también pueden variar en función de la saturación del sistema, pero son valores mucho más objetivos y que nos dan mucha mejor visión de la situación sanitaria y de la pandemia.

P: Entiendo que ese sesgo del que usted habla también afecta a los jóvenes y es el que está haciendo que se les sitúe en el punto de mira.

R: Claro. Por ejemplo, lo que ha sucedido en Mallorca… Se han detectado una serie de casos y a toda la gente de alrededor se les ha hecho test. Las probabilidades de que salga positivo son mucho mayores que si se lo hago a una persona que me encuentro por la calle. Por eso creo que es mucho más objetivo hablar de hospitalizaciones o planificar y organizar en base a los ingresos hospitalarios y casos graves.

P: ¿Y por qué cree que hay más casos en los jóvenes de repente? ¿Porque están adoptando actitudes irresponsables, porque son los únicos que no están vacunados o por ambas cosas? ¿O cree que hay los mismos casos que podría haber el año pasado, pero no se les hacían tantos cribados?

R: El término "actitudes irresponsables" es relativo, porque, al final, la mayoría de los casos son asintomáticos o con una sintomatología leve. Es decir, partiendo de esa premisa, están asumiendo el mismo riesgo que asumirían en temporada de gripe o de virus respiratorios. ¿Cuál es la diferencia con el año pasado? Pues que acabábamos de salir de un confinamiento, estábamos todavía en periodo de desescalada, con muchas actividades que hoy están permitidas y que entonces estaban prohibidas. Por ejemplo, el ocio nocturno, las reuniones de mucha gente, las fiestas o viajes de fin de curso.... Esa es la diferencia con este año y lo que ha hecho que los casos hayan subido significativamente en aquellos grupos que, uno, no están vacunados y, dos, que por su forma de vida practican más actividades de riesgo que la gente de más edad. ¿Irresponsabilidad o no? Pues, en primer lugar, no son actividades extraordinarias y, en segundo lugar, ya digo… Aplicar el concepto de responsabilidad o irresponsabilidad depende de la posibilidad de, uno, generar la enfermedad y, dos, de transmitirla.

P: En cuanto a lo primero, muchos pasarán la enfermedad de forma asintomática o leve, pero el problema es precisamente lo segundo: que pueden contagiar a familiares que todavía no estén vacunados o que sólo hayan recibido una dosis.

R: Claro, eso sí puede ser una irresponsabilidad si vive con sus padres y no tienen la pauta completa de vacunación. Pero por eso creo que lo más importante es completar la vacunación de los grupos de mayores, precisamente para evitar que esa actividad, que es una actividad normal en jóvenes, no se convierta en un acto de irresponsabilidad.

P: Sin embargo, hay quien plantea lo contrario: adelantar la vacunación de los más jóvenes en detrimento de otros de mayor edad.

R: La prioridad es que estén vacunadas todas las personas mayores de 50 años. Eso hay que acabarlo. Una vez cubierto eso, la trascendencia que puedan tener las infecciones en grupos de 10 a 30 años ya pierde importancia, porque dejarán de contagiar a personas de riesgo y la mayoría cursarán la enfermedad de forma leve o asintomática.

P: ¿La afectación en los menores de 50 años es prácticamente la misma? O dicho de otra forma: una vez vacunado ese grupo, ¿deberíamos olvidarnos de la edad como criterio de vacunación?

R: Aquí hay un problema y es que hay que plantearse si queremos acabar con el virus o con la enfermedad. Si queremos acabar con el virus, hay que vacunar a todo el mundo y, aun así, no acabaríamos probablemente con él. Pero si lo que queremos es acabar con la enfermedad, la vacunación debe seguir los criterios de edad, porque, si miramos la distribución de casos graves por edad, es una recta creciente. Estamos hablando de vacunar a gente más joven, pero hay que pensar que si seguimos los protocolos estándar de vacunación, empezar a vacunar ahora a los grupos más jóvenes quiere decir que estarán inmunizados dentro de mes y medio, dependiendo de la vacuna que les pongan. Y hablo de las dos dosis, más el tiempo necesario para alcanzar el máximo de protección. Con lo cual, yo creo que es mucho mejor seguir con el orden inicialmente pautado de vacunación en función de la edad, porque así nos protegemos de la enfermedad. El problema que tenemos verdaderamente no es la transmisión entre jóvenes, porque eso no se está traduciendo en enfermedad. Entonces, si realmente lo que queremos es combatirla, lo que tenemos es que seguir de manera inversa esa recta ascendente de afectación grave en función de la edad.

P: Es decir, que la escalada de contagios entre los jóvenes no debería llevarnos a cambiar de estrategia…

R: El problema es que nos estamos alarmando por contagios. Ése es el gran problema. Yo creo que partimos de una premisa errónea: no se está distinguiendo bien entre contagios y enfermedad. Los contagios van a seguir mucho tiempo. Lo que tenemos que conseguir es que eso no se transforme en enfermedad. Entonces, lo que se trata es de ir vacunando a aquellos que son más susceptibles de terminar sufriendo la enfermedad y que vaya circulando el virus, siempre que no afecte a esos sectores, no va a plantear un problema, porque ocurre con muchos patógenos y con muchos virus. El problema es que se nos han creado una serie de automatismos que nos ponen a la defensiva. No nos debería alarmar el hecho de que haya muchos contagios entre gente joven. Nos debería preocupar, pero no nos debería alarmar. Ha habido 1.500 o 2.000 positivos con todo lo de Mallorca, pero… Cuántos casos graves ha habido? ¿Se ha traducido, no digo ya en una transmisión comunitaria, sino en casos casos graves en gente mayor? Pues probablemente haya habido algún caso, pero es muy poco significativo.

P: ¿También nos estamos alarmando de forma innecesaria con la variante india?

R: El discurso que estamos escuchando es el discurso que hemos escuchado con cada una de las variantes que han surgido hasta ahora. El que vayan apareciendo variantes y se hagan dominantes es algo tremendamente común. Es decir, siempre, desde el inicio de la pandemia, ha habido una variante dominante. Otra cosa es que pongamos el foco en ella o no. Y el ejemplo de delta es paradigmático, porque está descrita desde octubre del año pasado y se empezó a poner el foco por un repunte en la India que ocurrió meses después. En segundo lugar, hay que entender que los virus tienen mucha variabilidad. Están mutando permanentemente. Van a ir apareciendo variantes continuamente. ¿Cuál es la dominante? La que más facilidad de transmisión tiene. Pero que sea más transmisible no quiere decir que vaya a ser más grave.

P: ¿Y la variante delta no lo es?

R: Todavía no hay datos suficientes como para afirmar que delta es menos patógena que otras. Los datos sugieren que sí, pero también pueden estar sesgados porque esté infectando a gente más joven y por eso no me atrevo a afirmarlo. Pero lo que sí creo es que se imponen aquellas variantes que tienen más ventajas biológicas para el virus. Por ejemplo, la transmisión es una ventaja biológica, porque le permite replicarse más. Sin embargo, la mayor patogenia no es una mayor ventaja. Al contrario, dificulta su expansión, porque si yo empiezo con síntomas muy dominantes, yo me meto en casa y no salgo, con lo cual, dejó de transmitir. Por tanto, las variantes que van a dominar van a ser aquellas que efectivamente sean más transmisibles y que tengan más facilidad para pasar de persona en persona, pero que provoquen un menor daño. Entonces, la variante delta probablemente sea más transmisible, era de esperar, pero los datos hasta ahora lo que sugieren es que es menos patógena. Yo no me atrevo a afirmarlo todavía, porque sí que estamos observando que hay más casos y menos casos graves, pero no sé si es porque la variante es igual de patógena que las anteriores, pero los contagios se están focalizando en grupos de menor riesgo, o porque biológicamente presenta una menor patología.

P: Y si, de acuerdo con sus postulados, no hay que alarmarse por el creciente número de contagios… ¿qué le parece la decisión de algunas comunidades de restringir o incluso cerrar el ocio nocturno?

R: La dificultad de establecer una estrategia de control de una enfermedad de este tipo es que hay que valorar muy bien el beneficio y coste social, que es probablemente en lo que estamos fallando. Yo creo que tomar estas medidas si no hay una mayor presión asistencial es innecesario, porque supone un coste social muy importante. Ya no son solamente los locales de ocio para estos jóvenes de 20 o 30 años, es el turismo. Y eso puede tener un impacto muy importante a nivel social. Y muchas veces se dice que esta postura es economicista, pero yo cuando hablo de coste social, de economía, no me estoy refiriendo a la riqueza, me estoy refiriendo a que hay que pagar las pensiones, hay que pagar a los médicos, hay que pagar el desempleo, pensiones de minusvalía, de dependencia… Y eso se paga a costa de los impuestos. Y si hay una disminución de ingresos e impuestos, va a haber menor disponibilidad de dinero para poder afrontar todos estos gastos sociales.

P: Sin embargo, aquellos que están optando por estas medidas creen que hacen lo correcto porque no quieren llegar tarde una vez más…

R: Sí, me pueden decir que el problema es que si esperamos a legislar o a establecer normas en base a hospitalizados, casos graves y fallecidos igual estamos llegando tarde, pero claro, ahí es donde radica el valor del buen legislador. Para tomar siempre la medida más restrictiva no necesitamos grandes legisladores, ni grandes expertos. Es decir, que si nos encerramos en casa tres meses van a bajar los casos lo sabe todo el mundo, pero también sabe el coste social que tiene. Ésa es la dificultad que tiene el legislador y lo que finalmente determina que el legislador sea mejor o peor, el saber analizar los datos. Si los niveles altos de transmisión en personas de entre 10 y 30 años no se están traduciendo en casos graves, yo creo que es un poco prematuro, porque el problema ya no es la transmisión, el problema es el coste social que va a suponer.

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