El científico estadounidense Jesse Bloom, investigador del Fred Hutchinson Cancer Center de Seattle, asegura que ha recuperado hasta 13 secuencias genéticas correspondientes a casos tempranos de coronavirus en China que habrían sido eliminadas de una base de datos de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU (NIH, por sus siglas en inglés). En concreto, de la plataforma en línea llamada Sequence Read Archive, administrada por la Biblioteca Nacional de Medicina del gobierno estadounidense.
Según recoge el virólogo en el borrador de su estudio, aún no revisado por pares y publicado en bioRxiv, se trata de 241 muestras de los primeros casos de Covid-19 registrados en el país asiático, que habían sido publicadas por un equipo médico del Hospital Popular de Wuhan el 20 de marzo de 2020, y borradas de la mencionada base de datos tres meses más tarde, a petición de los propios investigadores chinos. Un extremo que habrían confirmado los NIH, informa la cadena CNN.
Cuando Bloom detectó su desaparición, inició la búsqueda, rastreando archivos en Internet, y no las encontró en ninguna otra base de datos. El científico no paró hasta dar con otro estudio del mismo equipo médico, dirigido por Aisi Fu, en el que analizaban el material genético de 45 muestras nasales de esos supuestos primeros enfermos de Covid-19. El virólogo se percató de que no habían publicado las verdaderas secuencias de ADN, sino algunas mutaciones del virus. Así que imaginó que las reales estarían almacenadas en la nube de Google y siguió buscando hasta recuperar 13 de las secuencias originales, que podrían aportar datos fundamentales sobre el origen del Sars-Cov-2.
El estudio apunta a que el nuevo coronavirus estuvo circulando antes del inicio oficial de la pandemia, en diciembre de 2019. El análisis filogenético de estas muestras "sugiere que las secuencias del mercado de mariscos de Huanan que son el foco del informe conjunto OMS-China no son completamente representativas de los virus en Wuhan al principio de la epidemia".
Los hallazgos de Bloom desacreditan -una vez más- las conclusiones de la controvertida expedición de la Organización Mundial de la Salud sobre el origen del nuevo coronavirus, publicadas el pasado 30 de marzo. Las muestras del virus recogidas en el mercado que sirvieron de base a la investigación que llevaron a cano los expertos de la OMS son distintas, evolutivamente, a las de los primeros casos registrados en Wuhan y que fueron borradas a petición de China.
Bloom desconoce los motivos que llevaron a los investigadores asiáticos a hacerlas desaparecer. "No había razón científica para borrarlas", señala. Pero "parece probable que las eliminaron para ocultar su existencia".
No obstante, en declaraciones a CNN, el científico ha destacado que las secuencias recuperadas en sí mismas no arrojan luz sobre si el Sars-Cov-2 se propagó naturalmente de animales a humanos o si fue el resultado de una fuga de laboratorio. Pero sí es importante tener en cuenta que "en algunos casos tienen mutaciones que sugieren que probablemente son evolutivamente más antiguos que los virus del mercado de mariscos de Huanan". Y que, para los científicos, es crucial hallar las primeras secuencias genéticas del coronavirus para descubrir su origen.
A la espera de otros datos
Bloom pertenecen a un grupo independiente de científicos que ha reclamado en varias ocasiones una investigación más profunda sobre el origen de la pandemia y que en mayo publicó una carta en la revista Science denunciando que no había suficientes datos para determinar si era más probable la hipótesis del escape del laboratorio o el salto de los animales a los humanos. En la misiva, insistían en que las dos posibilidades siguen siendo viables".
Otro de los miembros de este grupo es Micheal Worobey, biólogo evolutivo de la Universidad de Arizona, que ha valorado el estudio de Bloom como "un gran trabajo de detective" y ha considerado que "avanza significativamente en los esfuerzos para comprender el origen del SARS-CoV-2", según ha declarado para The New York Times.
La comunidad científica estaría a la espera de que se conozcan nuevos datos procedentes de la investigación ordenada por el presidente estadounidense Joe Biden, que pidió a Inteligencia "que redoble sus esfuerzos para recopilar y analizar información que pueda acercarnos a una conclusión definitiva", tras conocerse que tres investigadores del Instituto de Virología de Wuhan (China) enfermaron en noviembre de 2019, con la suficiente gravedad como para ser hospitalizados. Una información de The Wall Street Journal que desencadenó todo tipo de reacciones. Para empezar, el enfado de China, que denunció estar sufriendo una campaña de difamación.
A mediados de julio, se cumplirán los 90 días que Biden dio a sus servicios secretos para presentar las conclusiones de la nueva investigación.